Una planta de e-ecombustibles al sur del mundo y un reciente préstamo del Banco Mundial para promover una industria en torno al hidrógeno marcan pasos decisivos para transitar hacia un uso masivo –y comercialmente viable– de este combustible limpio. Pero algunos creen que no será suficiente.
Por más de seis horas, Matías Dittborn, gerente de marketing y comunicaciones de la firma francesa KH2 contestó en el Green Hydrogen Summit Chile las preguntas de cientos de personas que se acercaron para conocer la primera bicicleta del mundo que funciona en base a hidrógeno.
Este combustible se carga en la bicicleta en estado gaseoso. Son solo 63 gramos a 300 bares de presión para que, mediante hidrólisis, se genere electricidad para hacer un pedaleo asistido que tiene una autonomía de 150 kilómetros y que produce agua como único residuo.
La idea de la empresa, más que vender su novedoso producto al detalle, es comercializar flotas completas de su bicicleta a instituciones como hoteles y firmas que hacen delivery, como una forma de mostrar un medio motorizado moderno, con cero emisiones contaminantes.
Pero el contar con un lugar de carga de hidrógeno se mantiene como un tope para su iniciativa.
“Estamos trabajando arduamente en posicionar estaciones de producción y de distribución de hidrógeno, en distintas partes de la capital y a lo largo de todo Chile también. Las estaciones que podemos traer también son de fabricación francesa”, indica Dittborn a AméricaEconomía.
Esos son los tipos de escollos, y oportunidades, que esta feria quiso mostrar. Acompañado de una feria comercial que cuenta con más de 20 stands y una muestra tecnológica, por dos días, la quinta versión del encuentro de hidrógeno verde convocó a distintos actores del ámbito energético local, demostrando el creciente interés de empresas e instituciones por avanzar en la creación de un mercado comercialmente viable en torno a este combustible.
La organización del encuentro, a cargo de la agencia de cooperación alemana GIZ, el Ministerio de Energía y el Comité de Hidrógeno Verde de Corfo, entre otros, está entusiasmada por la forma en que avanza el tema y los actores que están involucrados.
Y es que el país está embarcado en un ambicioso programa de transición energética y descarbonización de su matriz, por lo que el hidrógeno, especialmente el denominado hidrógeno verde (H2) obtenido a partir de energías limpias como la fotovoltaica o eólica, en ambos extremos del país sudamericano, está en el centro de las prioridades del gobierno de Gabriel Boric, junto con el litio.
Mientras que una organización privada denominada Asociación Chilena de Hidrógeno, H2Chile, ya lleva cinco años promoviendo la transición a este combustible y cuenta con casi 100 asociados, con empresas como Codelco, Colbún, Veolia, Copec o Engie entre sus integrantes.
La profunda transformación de la matriz energética eléctrica de Chile con la penetración importante de energías renovables es una condición habilitante fundamental para desarrollar una industria del hidrógeno.
En ese sentido Chile ha jugado un rol de liderazgo en la región por cuanto hoy día se desarrollan proyectos en distintas fases algunos ya en producción y por lo tanto existe una experiencia concreta que puede incluso proyectarse más allá de nuestro propio país. La realización de esta conferencia y el alto interés que ha tenido da cuenta que se está desarrollando un ecosistema de la economía del hidrógeno crecientemente en nuestro país y por lo tanto las perspectivas son positivas hacia el futuro”, le dice a AméricaEconomía Andrés Rebolledo, ex ministro de energía chileno y actual actual director ejecutivo de la Organización Latinoamericana de la Energía, Olade.
El desafío es pasar de experiencias piloto acotadas, a una producción y almacenamiento de hidrógeno verde para aplicar en la industria y el transporte, con miras además a exportar a distintas naciones, como Corea del Sur, Japón y Alemania, países que en meses previos han expresado su interés en el tema.
“El uso de hidrógeno verde es un aspecto crucial para alcanzar la neutralidad climática que nuestros dos países se han fijado como objetivo en el futuro cercano”, dijo el día del evento Irmgard Maria Fellner, embajadora de la República Federal de Alemania.
“Tendrá que llegar un momento en que el hidrógeno sea un nuevo combustible donde esté consolidada la demanda y sea costo eficiente. Probablemente, en ese minuto, Chile va a estar bien posicionado para aprovechar las ventajas de esta nueva industria”, enfatiza Rebolledo.
PLATAFORMA DEL BANCO MUNDIAL
El pasado martes 24 de octubre, el Banco Mundial y Corfo llevaron a cabo la Segunda Reunión del Foro de Socios y Partes Interesadas de la Asociación para el Desarrollo del Hidrógeno (H4D, por sus siglas en inglés), en Santiago. Durante la jornada se abordaron las acciones necesarias para apoyar la incipiente industria del hidrógeno verde y las medidas requeridas para acelerar su implementación en países en desarrollo.
Además, se discutió con actores nacionales e internacionales las prioridades y el apoyo que necesita Chile en el marco del préstamo de US$ 150 millones que el gobierno chileno recibió en junio de este año de parte del Banco Mundial para catalizar la industria nacional del hidrógeno, promover el crecimiento verde y la transición energética, y respaldar su compromiso de neutralidad de carbono para 2050.
“Esta es una oportunidad para que Chile sirva como modelo para que otros países también puedan participar en la creciente economía del hidrógeno en apoyo a sus objetivos climáticos y energéticos, asegurando al mismo tiempo un desarrollo sostenible que beneficie a sus habitantes”, afirmó Demetrios Papathanasiou, director global de Energía y Extractivos del Banco Mundial.
Durante la feria de dos días, el ministro de Energía chileno, Diego Pardow, sostuvo que ven el desarrollo del H2 como una política de Estado, “por lo que continuamos con la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde realizada en el gobierno anterior y hoy estamos impulsando el Plan de Acción de Hidrógeno Verde 2023-2030”.
Para el gobierno de Boric, el llevar adelante un plan desarrollado por gobiernos de distintos colores políticos, demuestra que en materia energética el compromiso con la implementación de políticas de Estado es de largo plazo.
Respecto de la estrategia anunciada, se basa en cuatro pilares, que gestiona la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo). “El apoyo de acciones tempranas; la disposición de una facilidad financiera para proyectos, que, a la fecha, suma más de mil millones de dólares; la visualización de esta oportunidad de desarrollo tecnológico y de transformación productiva sostenible; y el apoyo a los espacios de diálogo y gobernanza a escala regional”, indica Claudio Maggi, gerente de asuntos estratégicos de Corfo.
Desde 2015, Chile había empezado a desarrollar una campaña de difusión tecnológica del hidrógeno verde, con unas pocas compañías que se empezaron a interesar. “Hoy tenemos a Toyota, con su auto a hidrógeno modelo Mirai, o a Walmart presentando sus grúas horquilla a hidrógeno”, dice a AméricaEconomía Rodrigo Vázquez, coordinador nacional del proyecto de hidrógeno renovable en Chile para la GIZ, la agencia de cooperación alemana.
“Nos interesa tener esa interacción pública y privada, porque finalmente eso va a ser la clave”, agrega el profesional.
Más aun si se piensa que el litio se utiliza para fabricación de las baterías, entre otras cosas. El auto, como el que vemos acá, funciona con batería y con una celda de combustible, que es un dispositivo que transforma el hidrógeno en electricidad.
“Los autos eléctricos actualmente trabajan solo con batería. El auto de hidrógeno trabaja con batería e hidrógeno. Y eso le da una capacidad de poder extender un poco su autonomía. Esa es la gran gracia del hidrógeno y, además, que puedes cargarlo rápidamente [que el litio]”, detalla Vásquez.
La ventaja es que casi todo lo que hoy día funciona a petróleo o puede también funcionar con hidrógeno, y por eso este combustible es tan apreciado.
“En el caso del automóvil, funciona con diésel, con gasolina. Esa es su energía. Tú la puedes pasar a energía eléctrica con el auto eléctrico. Tú la puedes pasar a hidrógeno. El hidrógeno es un gas. Así como los taxis se convirtieron a gas natural en algún momento, podrías utilizar el hidrógeno para también convertirlo. La tecnología del hidrógeno, de producción de hidrógeno, etc., es muy antigua. Se usa mucho en la industria. Todos los combustibles se purifican con hidrógeno. Los fertilizantes se hacen a partir de hidrógeno”, enumera Vásquez.
Con orgullo, el coordinador de GIZ agrega que Chile tiene más de 100 proyectos de hidrógeno en distintas etapas de desarrollo. Uno de ellos será un bus de pasajeros del transporte público para acercar este combustible a la ciudadanía.
"Todavía es un tema de tiempo y de dinero para que sea masivo. Es necesario que exista un periodo de transición y maduración de la tecnología, porque los precios todavía son altos", explica.
Uno de los casos con mayor proyección es el de la firma HIF Global en el extremo sur de Chile, en la zona de Magallanes y la ciudad de Punta Arenas.
La zona es un polo petroquímico, donde hace mas de 50 años conviven gas natural, petróleo y metanol. Es ahí donde la empresa nacional del petróleo (ENAP) tiene una serie de instalaciones –algunas en desuso– que se planean reconvertir para almacenar y transportar derivados del hidrógeno verde.
Esto, porque el hidrógeno mismo es difícil de almacenar y transportar. Debido a eso se usan los denominados combustibles de emisión cero o e-combustibles.
En esta cadena, el hidrógeno se obtiene del agua de mar, previa desalación, energizada con el viento o el sol. Esto se consigue con un proceso de electrólisis que permite separar la molécula de agua entre oxígeno e hidrógeno.
A continuación, se combina el hidrógeno con CO2 obteniendo eMetanol, un combustible que podría utilizarse como producto final en barcos, o convertirse en eGasolina para autos o combustible para aviones.
Dado que estos e-combustibles son químicamente equivalentes a los combustibles fósiles convencionales, son compatibles con los motores y la infraestructura actual del petróleo, lo que a nivel industrial supondría un ahorro en construcción de nuevas instalaciones, con el aliciente de que se cumplen las metas de emisión fijadas por gobiernos.
“Ya estamos produciendo gasolina sintética carbono neutral en nuestra planta demostrativa Haru Oni. Es un producto final, que puede usarse hoy en los motores e infraestructura actual sin necesidad de cambios. Además, ya iniciamos la evaluación ambiental de la primera planta de e-Combustibles a escala industrial, Cabo Negro, que se ubicará en Magallanes y que nos permite escalar la tecnología. Además, estamos desarrollando proyectos en Estados Unidos, Australia y Uruguay”, explica Víctor Turpaud Gerente Regional Latinoamérica para HIF Global.
La firma ingresó a principios de octubre de este año su planta Cabo Negro a evaluación ambiental. El proyecto producirá combustible sintético carbono neutral con una inversión de US$ 830 millones y proyecta producir más de 173.000 toneladas por año de e-Metanol, que se convertirá en 70.000 ton/año de e-Gasolina y 8.030 ton/año de e-GL para barcos y aviones.
La iniciativa podría ser el primer gran paso para hacer este combustible algo comercialmente viable en el corto plazo.
“Será la primera planta a escala comercial para la producción de combustibles carbono neutrales a costos competitivos. Los e-Combustibles permiten reemplazar combustibles fósiles y contribuir así a la descarbonización del planeta”, dijo el presidente de HIF Global, César Norton.
De acuerdo con el vocero de GIZ, pronto se conocerán más proyectos. Pero será pausadamente primero, antes de dar un salto cuantitativo, que vendría luego.
“Estimamos que el cambio se va a dar entre el 2025 y el 2030, porque es ahí cuando empiezan las curvas a hacernos más sentido, a ser económicamente viables. Por ahora se necesitan ayudas, se necesita un tipo de financiamiento distinto”, declara Vásquez.
Ese sigue siendo el tope, porque nivel mundial, producir hidrógeno libre de emisiones todavía cuesta alrededor de tres veces su equivalente a base de combustibles fósiles.
Por ahora, los mecanismos internacionales, como los impuestos al carbono, pueden contribuir a que el hidrógeno sea más competitivo en sus primeras etapas, y se espera que los precios caigan significativamente a medida que se formen economías de escala.
Recién entonces la demanda mundial de hidrógeno verde se disparará. Y Chile quiere estar ahí listo para exportar a razón de US$ 30.000 millones por año de este recurso, para 2050.
LA CRITICA EXTERNA
No todos gozan del optimismo del gobierno chileno, sin embargo.
Un reciente reportaje de Americas Quarterly ha dicho abiertamente que el país sudamericano se está quedando atrás, porque el tan esperado plan de acción sería dado a conocer recién al final del año, siendo que inicialmente se iba a dar a conocer en agosto
Pero esa no es la única razón. Para algunos, el gobierno no está haciendo lo suficiente para que todas las iniciativas sean viables comercialmente.
Tal como se le ha criticado en el tema del litio, el artículo propone que, si Chile no crea los marcos legales y los incentivos industriales correctos, será otra oportunidad que le pasaría de largo.
Marcos Kulka, ex CEO de Fundación Chile – institución de gobierno que ha formado parte de las mesas de trabajo que diseñan esta política de Hidrógeno verde – y hoy director ejecutivo del grupo comercial H2Chile dijo a AQ que “Para que esta industria despegue, cuando los costos aún no son competitivos, el Estado tiene que asumir un papel de liderazgo”.
Y es que, a nivel global, otros actores como Australia, Estados Unidos, Brasil y Colombia también tienen sus propias agendas y cronogramas. “Tienen muchos incentivos locales, como la disponibilidad de financiamiento o subsidios”, dijo a la revista Johan Dreyer, desarrollador de proyectos de hidrógeno y presidente de un grupo comercial de hidrógeno de Antofagasta.
Desde la otra vereda, la sociedad civil reclama por el uso indiscriminado del vocablo “verde” en esta naciente industria local. Reprochando de paso al presidente Boric, oriundo de Magallanes, el daño que se haría al ecosistema local de prosperar los planes que la empresa privada le demanda.
“Este hidrógeno industrial no tiene nada de verde ni de soberano. Al contrario, es la expresión actual del extractivismo colonial imperante en Latinoamérica desde que llegaron los europeos. Urge que visualicemos la magnitud de los impactos socioecológicos negativos que provocaría esta cadena de producción” declara Juan Pablo Orrego, ecólogo y director de la ONG Ecosistemas, una de las impulsoras del Panel Ciudadano, un grupo de 77 organizaciones ambientales chilenas que critican abiertamente la estrategia de hidrógeno verde del gobierno, pues omite “de manera manifiesta los potenciales impactos socioambientales en los territorios”.
En suma, el sector ambiental local teme que el extremo sur sea una nueva zona de sacrificio como lo es actualmente el norte, con la extracción de litio.
“Enormes desaladoras, cientos de hectáreas de instalaciones eólicas o solares, líneas de transmisión, caminos, puertos, ejércitos de trabajadores, contaminación por doquier. Sería un negocio privado de transnacionales que beneficiaría mayormente a naciones europeas en su transición energética y a sus lucrativas industrias…empezando por la armamentista”, concluye Orrego.