El mercado comparte tres tribulaciones: una sobreoferta, una demanda más débil y la expectativa de un incremento de las tasas de interés por parte de la Fed.
Las materias primas sufren, en estos días, otro importante descalabro. Cuando parecía que lo peor quedaba atrás entraron, de forma inesperada y brusca, en otra empinada senda bajista. Y ha sido algo generalizado. Está, por supuesto, el petróleo. Pero también otras materias primas como el gas natural, el cobre, el mineral de hierro, el aluminio, el zinc o el níquel, y los metales preciosos como el oro y la plata.
En esencia, el mercado de materias primas comparte, más allá de la particularidad de cada producto, tres tribulaciones: en primer lugar, una sobreoferta derivada de un exceso de capacidad generada en la etapa de auge anterior, cuando los precios estuvieron por las nubes; en segundo, una demanda más débil de insumos básicos consecuencia de la desaceleración de China; y en tercero, la expectativa de un alza de tasas por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).
Esta nueva oleada de ventas de materias primas se detonó en el mercado petrolero, y tuvo como desencadenante la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) del pasado viernes.
En estas páginas advertimos que cualquier solución de la OPEP dirigida a estabilizar los precios era “imposible”. Y tanto fue así que hasta desistieron siquiera de hacer nada. La reunión fue un caos total en la que se abstuvieron de anunciar, de manera formal, un techo a la producción de crudo por parte de los países miembros. Por tanto, los países de la OPEP irán cada uno por su lado, bombeando todo el petróleo del que sean capaces a los actuales precios.
Petroprecios. Arabia Saudita, que es quien ha defendido la estrategia de inundar al mundo de petróleo con el fin de abaratar el precio del barril y forzar el quiebre de las empresas de “fracking” de Estados Unidos, produce en torno a 10 millones de barriles diarios, cerca de su récord histórico; en tanto Irán, país al que están levantando las sanciones económicas por su plan nuclear, espera recuperar su antiguo estatus de gran productor e incrementar su nivel de extracción en 500 mil barriles en las próximas semanas, y en un millón para el próximo verano. En consecuencia, la OPEP ha venido consistentemente incumpliendo la cuota conjunta de 30 millones de barriles diarios y actualmente supera los 32 millones.
El exceso de producción de la OPEP junto con la resistencia de las petroleras estadunidenses a reducir su ritmo de bombeo y los elevados inventarios existentes ha provocado otro descalabro en los precios del crudo.
Desde el pasado jueves, antes de la reunión de la OPEP, al cierre de ayer la referencia estadunidense, el West Texas Intermediate (WTI) se desplomó 9.4% para cerrar en 37.23 dólares, lo que lo acerca a su mínimo de la Gran Recesión de diciembre de 2008 (33.87 dólares). El Brent se ha despeñado 8.2% y se sitúa en torno a 40 dólares, un mínimo de siete años, y la mezcla mexicana se ha desfondado casi 10% y lleva tres días consecutivos cotizando por debajo de 30 dólares. Su mínimo de la crisis de 2008 fue de 28.42 dólares, nivel que amenaza con romper. El peso mexicano no ha sido ajeno a la debacle del petróleo y en esos días se ha depreciado 2.0%, volviendo a rebasar los 17 pesos por dólar.
Debilidad. En medio de la debacle de los precios del petróleo, China publicó el martes su balanza comercial para el mes de noviembre. Y en lo que se refiere a materias primas, su lectura es doble, y ambas frustrantes para el sector energético y de materiales básicos: por un lado, el gigante asiático cada vez compra menos materias primas para su proceso de producción ante la desaceleración de la actividad manufacturera; pero además, las empresas fundidoras, siderúrgicas y refinerías chinas están produciendo más aluminio, acero y combustibles de lo que demandan las fábricas locales, por lo que se están viendo forzadas a embarcar ese exceso de producto para venderlo en el exterior, lo que se añade a la sobreabundancia mundial.
Así, en lo que se refiere a las importaciones, el volumen que ha comprado china de carbón se ha desplomado 29.4% entre enero y noviembre respecto al mismo período del año pasado comparado con una caída de 9.4% en 2014, en tanto las de níquel han descendido 27.7%. Por otro lado, las importaciones de acero se han contraído 12.2% frente a un crecimiento de 2.8% el año pasado, en tanto las de hierro apenas han crecido un 1.3% comparado con 13.3% en 2014 y las de cobre 10.7% frente a 18.4% en 2014.
Pero al mismo tiempo, y ante las menores necesidades domésticas, China se está viendo obligada a exportar el exceso de insumos que produce. Tal es el caso del aluminio, cuyo volumen exportado de enero a noviembre creció 14.4% respecto al mismo período del año pasado, del acero, con una expansión de 21.7% y del combustible diesel, que se ha disparado 50.0%.
Política monetaria. Un tercer factor que ha mermado el apetito por las materias primas, y que es común a todas ellas, es la expectativa de que la Fed inicie un ciclo de restricción monetaria. Al cotizar las materias primas en dólares, los inversionistas buscan refugio en ellas con el objeto de preservar el valor del dólar en una tendencia de depreciación de la divisa estadunidense, lo que generalmente impulsa su demanda y sus precios. Pero también es cierto lo contrario, y la apreciación del dólar en el 2015, y la expectativa de que continúe en el corto plazo conforme la Fed empieza a elevar las tasas, reduce el atractivo de las materias primas como instrumento de inversión.
De modo que el 2015, que en general ha sido un año aciago para las materias primas y las empresas del sector, está rematando de manera funesta. Sólo basta con ver la sangría en lo que llevamos de año: el níquel se ha despeñado 43%; el WTI, 32%; el zinc otro 31%; el gas natural, 31%; el cobre, 29%; el aluminio, 21%, y en los metales preciosos, el oro, 10% y la plata otro 10%.
En consecuencia, las compañías petroleras y mineras luchan por sobrevivir, y las que no quiebran anuncian importantes recortes en las plantillas y cierre de minas, reducen el gasto de inversión, venden activos, y rebajan los dividendos (o directamente, los eliminan). Así lo anunciaron esta semana dos colosos del sector: uno fue Anglo American, un gran conglomerado que durante casi un siglo mantuvo el monopolio de los diamantes y que en la etapa de auge se expandió alocadamente. Hoy, endeudada hasta el cuello, es la peor acción del Ftse-100 de Londres en lo que llevamos de 2015 (-73.4%) por delante de otra minera que corre la misma suerte,Glencore (-72%). La otra fue Freeport-McMoran, el mayor productor de cobre que cotiza en bolsa.
La masacre en el S&P’s 500 es también brutal. De las 20 peores acciones del índice que mejor refleja al mercado bursátil de Nueva York, 14 pertenecen al sector de petróleo y gas o de materiales, que engloba a los productores de materias primas. Ahí están empresas tan emblemáticas como Chesapeake Energy (-77%), Freeport-McMoran (-70%), MarathonOil (-49%) o la ex-miembro del Dow Jones, el fabricante de aluminio, Alcoa (-45%). En México, Pemex registró en el tercer trimestre del año las mayores pérdidas de su historia, en tanto Industrias Peñoles, en el año, ha caído 36% y Grupo México 18%.