El novillo pasó de menos de US$2 por kilo de carcasa a más de US$4 en el comienzo de 2011. De modo que el fuerte ajuste del dólar en ese período pasó relativamente desapercibido.
Uruguay. Durante los últimos años los productores agropecuarios han visto sus ingresos reducidos por la baja real de la cotización del dólar. Una baja que en determinado momento fue también en términos nominales y que llevó la cotización de la moneda estadounidense de más de $30 a menos de $20, entre 2003 y 2011 y 2012.
Durante ese período la suba de precios internacionales disimuló parcialmente el desafío que impuso el dólar barato. El novillo pasó de menos de US$2 por kilo de carcasa a más de US$4 en el comienzo de 2011. De modo que el fuerte ajuste del dólar en ese período pasó relativamente desapercibido.
A lo largo de los últimos 10 años las subas del dólar fueron ocasionales y no llevaron ni a una baja estructural de costos ni intervinieron consistentemente en la conformación de las expectativas, por ejemplo en el sector ganadero, históricamente dolarizado.
Tras un período de ajustes vino la estabilización. Altos precios en dólares resultaban bienvenidos y bajos precios se veían con preocupación, pero al dólar se lo daba como “planchado”, un mero dato de precios, en el entorno de los $20.
Ahora la moneda estadounidense ha cruzado los $22,50, alcanzando esta semana nuevos máximos en los últimos cinco meses. Por la incertidumbre regional y las políticas restrictivas de la Reserva Federal se puede pensar que esta vez la suba del dólar llega para quedarse y puede transitar a un ritmo igual o mayor que la inflación. Es por ejemplo esa la opinión de la analista del Banco Santander, Micaela Bensión, que ve un dólar a más de $ 24,40 a fin de año, lo que supondría una suba de 14% en el año. Si tal fuera el caso, cambian en forma importante las expectativas.
En el caso de la ganadería, la perspectiva cambia en forma significativa desde el escenario preocupante de final de año. Porque a la suba del dólar se agregan las lluvias que consolidan la producción y la administración de las ventas. Y al factor lluvias se agrega otro factor de gran importancia como es la recuperación de la economía europea y de EEUU, que permiten por ejemplo que el precio del cuero sea para el mes de enero el mayor de la historia.
De modo que los US$3,40 que consiguió consolidar el novillo en febrero significan una situación que permite a los frigoríficos faenar consiguiendo márgenes, al menos de acuerdo a lo que marca el índice de INAC del Novillo Tipo.
Para los productores les significa una cuenta que cierra a la invernada y que permite pagar US$2,20 por los terneros. La exportación de ganado en pie se necesita como posibilidad. Pero el año 2014 puede transitar con invernadores y feedloteros pagando más que los compradores de Medio Oriente y con la gran mayoría de los terneros y novillitos permaneciendo en las praderas uruguayas. Porque las lluvias han alterado el balance ganadero.
Al final del año, los industriales tenían el mayor poder de negociación. La ola de calor de fines de diciembre con una sucesión de meses con baja faena parecía exigir una salida importante de ganado en enero. Pero el verano se ha parecido a una primavera. Y de esa forma los ganaderos ven cómo, por obra y gracia de las gratuitas lluvias, disponen de forraje en cantidad, los novillos y las vacas siguen ganando kilos y los precios van en gradual ascenso. Hay poca presión para vender.
Los US$3,40 son un precio que la industria recién ahora acepta. Pero según los cálculos de INAC la industria ha obtenido buenos márgenes en los últimos meses. Mientras el ganado constituyó 80% de los costos de la industria en 2011 y 2012, este año representa solo 71%. El valor agregado industrial de la industria por animal faenado, tomado como la diferencia entre el valor estimado de los productos vendidos y el precio pago por el ganado, se ha sostenido durante tres meses consecutivos ampliamente por encima de los US$300.
Desde enero de 2011 el diferencial entre productos vendidos y costo del ganado no llegaba a US$300. Y los dólares actuales mejoraron su poder de compra ampliamente. El margen bruto industrial de US$ 349 por cabeza registrado en enero equivale a $7.800, mientras que el margen que la industria obtuvo el año pasado entre enero y julio no llegó a $5.000 y, si luego los pasó, fue al impulso de un ajuste muy marcado en el precio de la hacienda que de todos modos mantuvo el margen por debajo de los $6.000 por animal durante agosto setiembre y octubre.
De hecho, en pesos, el margen de la industria durante diciembre y enero marcó dos récords consecutivos al superar por primera vez los $7.500 por novillo.
La industria tiene motivos para recomponer expectativas que van mucho más allá del margen por animal, porque sabe que el volumen de oferta está destinado a crecer en el mediano plazo. Los productores están haciendo esa apuesta. La faena de vientres no para de bajar. Los criadores se sienten con capacidad para seguir expandiendo sus rodeos dada la generosidad pastoril reinante y el excelente estado de los ganados.
En los últimos 12 meses, cuando cierre febrero, la faena de vacas quedará por debajo de 850 mil animales, la más baja desde junio de 2004. El problema para la industria es de corto plazo. Porque la faena ha caído tanto que hasta se complica el cumplimiento de la cuota Hilton.
Los novillos faenados desde julio a la fecha son 108 mil menos que lo desde julio de 2012 a febrero de 2013. Es decir que al ajuste que inició la industria en agosto ha seguido una baja en la oferta por parte de los productores como consecuencia de las lluvias.
Los márgenes y las expectativas son buenos, pero la actividad demora en ganar ritmo.
Pasa el susto para los cultivos. También en la agricultura la conjunción de lluvias y dólar más fuerte genera una perspectiva interesante que se acompaña además por un repunte de los precios internacionales, que terminaron 2013 amenazando con una baja aguda. Luego vino la amenaza de las lluvias. Pero el clima se va normalizando, el precio de la soja ha vuelto a consolidarse por encima de los US$ 450 por tonelada, incluso superando en esta semana los US$460, y de esa forma las expectativas vuelven a tomar un color de rosa.
Porque son muchas las chacras que se encaminan a rendimientos superiores a los 3.000 kilos por hectárea. La sequía brasileña ha llevado a ajustes a la baja en las proyecciones de producción del país vecino, los chinos siguen comprando fuerte y de ese modo pueden conjugarse buenos rendimientos, un precio más que aceptable y una mejor conversión a pesos.
Incluso en el caso del maíz, en el que la caída de precios internacionales fue mayor que en la soja, la mezcla de buenos rendimientos y una gradual recuperación de precios permite esperar un saldo favorable de cosecha.
En soja, los US$460 por tonelada disponibles hoy, con un dólar a $22,50, representan $10.350, un nivel de ingreso superior a una soja de US$500 con un dólar a $20, que generaría $10.000.
Amortiguador en otros sectores. Por otra parte, para los productores lecheros puede ser que no cambien demasiado las cosas ya que son de los pocos que cobran en pesos. Pero para las industrias exportadoras el repunte del dólar significa un alivio importante, que permite consolidar precios que ya son muy altos para la leche al productor.
El riesgo persistente para la lechería permanece en aquellas industrias fuertemente dependientes en sus exportaciones del mercado venezolano. Para las empresas que ya pueden exportar leche en polvo a China, los precios firmes por encima de US$ 5.000 por tonelada solamente se potencian con una mejora en la conversión a pesos.
Mientras que para la producción lanera también resulta un amortiguador a una situación de flojedad en los precios internacionales. El producto es exportado en una alta proporción y es de los que recibe un beneficio más directo de un dólar más alto.
En el caso de los ovinos, pero también con impacto sobre la carne vacuna y ovina es la fortaleza del euro que, se aceró esta semana a 1,38 por dólar, el mayor nivel de los últimos dos meses.
En contraste con la situación planteada, la granja, al no ser un producto de exportación y haber sido más vulnerada por el exceso de lluvias, permanece como un sector cuyas dificultades contrastan con la estabilidad que acompaña al resto del agro uruguayo.
Dos variables que se suman. Una de las reglas básicas en el análisis de precios internacionales del agro refiere a la trayectoria inversa entre los precios de las materias primas y el dólar. Con un dólar bajo debe esperarse que los precios tiendan a subir. Y viceversa: con un dólar en ascenso, es esperable que los precios internacionales vayan en baja.
Un problema que ha tenido el agro uruguayo en otros momentos de su historia fue cuando lo que sucedía a nivel global no era acompañado en el plano local. La coincidencia de atraso cambiario con precios internacionales bajos fue letal en 2002, cuando no solo la ganadería atravesaba los dramas de la fiebre aftosa, sino que la agricultura debía enfrentarse a precios internacionales ruinosos con un dólar bajo.
Si esta suba del dólar se sostiene en el tiempo, el impulso que el agro le ha dado al conjunto de la economía persistirá al menos durante todo 2014. Es otro aspecto de la globalización: permitir que las tendencias generales se expresen a nivel local compensando dos variables y dando estabilidad al ingreso. Para el agro, haber cruzado la fase de dólar barato es una gran noticia.