Se mantiene la estimación promedio para los precios del cobre en US$7.000 por tonelada para el segundo semestre; pero reduce en 6% a US$6.900 el pronóstico del segundo periodo.
Sala de Inversión. Cuando parecía que las materias primas habían comenzado a aburrir en Wall Street en anticipación a un año de precios estables, en el mejor de los casos, o de fuertes caídas, en el peor, el movimiento de precios en el café, el níquel, el paladio y el platino, así como en ocasiones en el oro, han reclamado la atención de los inversores en las últimas semanas, ya sea por la escasez de suministros o por abruptos e inesperados repuntes de la demanda.
Sin embargo, otros productos básicos, aparentemente más estables como el cobre, con unos fundamentales equilibrados, pese a acumular pérdidas cercanas al 10% en tan sólo tres meses, podrían dar alguna que otra sorpresa en el segundo semestre de este año.
El análisis de Barclays, luego de reunirse con productores, comerciantes y operadores y con los inversores de cobre en el marco de la cumbre de Minería y Energía de la Semana CESCO en Chile, refuerza la visión de que los fundamentales no justifican los precios de negociación en la curva de costos. Éste no es un mercado que necesite señalar a los productores a reducir la producción ni las inversiones en la oferta; ya que los fundamentales están en equilibrio y las existencias son comparativamente bajas.
En base a este argumento, el banco británico mantiene la estimación promedio para los precios del cobre en US$7.000 por tonelada para el segundo semestre; pero reduce en 6% a US$6.900 el pronóstico del segundo periodo. Actualmente la oferta en el mercado es menos ajustada y las preocupaciones sobre la demanda china se han intensificado así como los riesgos sobre una acusada ralentización del crecimiento en los próximos años.
Para evitar un desorbitado superávit de excedentes de cobre será necesario la confirmación de la fuerte recuperación de la economía china que los economistas anticiparon en 2014. Sin embargo, esta perspectiva cada día parece más distante, sobre todo atendiendo a la contracción del sector manufacturero del gigante asiático por cuarto mes consecutivo en abril.
Resulta difícil obviar la importancia de la incidencia de los precios del cobre en numerosas industrias y en la economía en su conjunto. En los Estados Unidos, la demanda de productos de cobre, un 60% de los cuales se usa para hacer alambre, proviene principalmente de tres sectores. El primero de ellos es el de la construcción, tanto de viviendas a través del uso de cableado, fontanería y aparatos que contienen en metal; como la construcción industrial, con el ensamblaje de centrales eléctricas, plataformas de perforación y fábricas.
La segunda fuente de demanda del metal rojo proviene de los servicios públicos y de las empresas que operan las líneas de alta tensión transcontinentales que cruzan el país y que constituyen la red de distribución de energía al por mayor.
En tercer lugar se encuentran los fabricantes de productos electrónicos como son los teléfonos inteligentes y tablets que fabrican compañías como Apple y Samsung Electronics.
Otra industria que consume grandes cantidades de cobre es la industria automotriz, considerando que el auto promedio contiene casi un kilómetro de cableado de cobre.
Si el crecimiento de Europa, que cuenta con una importante industria automotriz y manufacturera, y de la economía estadounidense sigue avanzando este año, ni qué decir tiene que ambos continentes contribuirán a dinamizar la demanda de cobre.
Aunque se espera que la tasa de crecimiento de los suministros de cobre llegue a su máximo este año, los pronósticos señalan una disminución gradual a partir del próximo año, que podría ser el inicio de una escalada en los precios.
Si bien hay momentos en que los precios parecen estabilizarse, como señala Bank of America, gracias a las alzas cortoplacistas para cubrir apuestas en corto, un repunte definitivo podría no llegar hasta el tercer trimestre. Por ello, el banco estadounidense recortó a finales de marzo el precio promedio un 2,7% a US$6.826 por tonelada métrica.