Por sectores, en el caso de la soja tolerante a glifosato, los beneficios sumaron US$118.355,91 millones -el equivalente al 25% del PIB de 2015. De estos beneficios, el 65,9% fue al sector productivo, 27,4% al Estado y 6,7% a los proveedores de tecnologías.
Buenos Aires. La biotecnología agrícola le aportó a Argentina alrededor de US$127 mil millones en los últimos 20 años, según un informe privado dado a conocer este miércoles con el impacto socio-económico de los cultivos transgénicos en el país sudamericano.
El estudio fue presentado por el Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología (ArgenBio), una institución que tiene como misión divulgar información sobre la biotecnología.
"Desde su introducción en 1996, la biotecnología agrícola le reportó al país beneficios por US$126.969,27 millones. Por sector, los beneficios económicos generados por la adopción de los cultivos genéticamente modificados fueron en un 66 por ciento al sector productivo, 26% al Estado Nacional y 8% a proveedores de tecnologías (semillas y herbicidas)", precisó el reporte.
El informe recordó que "desde 1996, año de la introducción de la soja tolerante al herbicida glifosato, Argentina ha sido líder en la utilización de cultivos genéticamente modificados (GM), alcanzando las 24,5 millones de hectáreas en la última campaña agrícola (2015/2016). El proceso de incorporación de las tecnologías ofrecidas por la biotecnología agrícola ha sido rápido y continuo, con una dinámica de adopción sin precedentes a nivel mundial y local y que ha llevado a que las variedades GM representen hoy en Argentina casi la totalidad del área cultivada con soja, maíz y algodón".
El estudio mencionó los "impactos ambientales relacionados con los cultivos GM, haciendo énfasis en la sinergia que hay entre la adopción de estas tecnologías y la práctica de la siembra directa, considerando el impacto positivo que esta tiene sobre la conservación de los suelos, las emisiones de gases de efecto invernadero, el secuestro de carbono y la eficiencia energética de las labores agrícolas".
Además, resaltó la "importancia de mantener a la biotecnología agrícola como una política de Estado".
En este sentido, enfatizó que "el futuro será de creciente complejidad en cuanto a la demanda de soluciones tecnológicas para que la producción agropecuaria argentina continúe en el camino expansivo que ha tenido en las últimas décadas. El desafío es generar las condiciones institucionales para que dichas tecnologías se hagan disponibles".
Por sectores, en el caso de la soja tolerante a glifosato, "los beneficios sumaron US$118.355,91 millones -el equivalente al 25% del PIB de 2015. De estos beneficios, el 65,9% fue al sector productivo, el 27,4% al Estado Nacional (a través de las retenciones a la exportación) y el 6,7% a los proveedores de tecnologías (semillas y herbicidas en partes aproximadamente iguales)", consignó ArgenBio.
En el caso del maíz, las tecnologías de resistencia a insectos y tolerancia a herbicida aportaron beneficios por un total de US$5.110,50 millones, de los cuales 45,2% fueron para los productores, 17,7% para el Estado Nacional y 37,1% para los proveedores de tecnologías (principalmente semillas).
Los beneficios en el caso del algodón resistente a insectos y tolerante a herbicida fueron de US$3.102,86 millones y fueron mayoritariamente a los productores (95,09%) y 4,91% para los proveedores de las tecnologías (semillas y herbicidas).