En China, hay muchas razones para estas compras masivas: los chinos prefieren blindarse ahora que los precios mundiales del oro han caído de cara a una posible crisis económica en el futuro.
Por estos días es común ver a los joyeros chinos tomándose la cabeza con las manos en un gesto de desesperación. Una avalancha de consumidores desesperados se ha volcado sobre sus estantes y ha comprado con tanta voracidad que hoy muchos lucen vacíos.
De acuerdo a la Bolsa de Oro de Shanghai -uno de los referentes del metal precioso en el país asiático- el pasado 22 de abril se vendió la cifra récord de 43,3 toneladas métricas, sobrepasado por 12,9 toneladas el anterior registro histórico, tan solo cuatro días atrás.
La fiebre fue confirmada por la Asociación de Oro de China, que reportó que las ventas nacionales se triplicaron en todo el país entre el 15 y el 16 de abril.
“Hay muchísima gente haciendo fila", señaló un comprador en Nianjing, donde un hombre gastó 2,9 millones de yuanes (US$465.800) en diez barras de oro de un kilogramo de peso cada una”, destacó la revista Forbes.
El mismo comportamiento se trasladó a la isla de Hong Kong, donde las joyerías tuvieron un final de mes para el recuerdo. Chow Tai Fook, considerada como la principal a nivel mundial por su capitalización de mercado, señala que ese nivel de demanda no se había visto desde finales de los años 90.
Hay muchas razones para estas compras masivas: los chinos prefieren blindarse ahora que los precios mundiales del oro han caído de cara a una posible crisis económica en el futuro.
El escenario es deducible al mirar las cifras de crecimiento de la economía: la inflación pasó de 3,2% en febrero a 2,1% el mes siguiente, los precios siguieron la misma tendencia de finales de 2012 y avanzaron 2,4% en el primer trimestre, mientras que el precio al productor cayó 0,3% en el mismo periodo.
El país asiático está viviendo los efectos de la deflación, un fenómeno que fortalece el poder adquisitivo de los consumidores (ahora pueden comprar más con el mismo dinero) pero con serias consecuencias en una economía construida a partir de la mano de obra.
Prueba de ello es el propio crecimiento del PIB. Las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas señalan que el país se expandió 7,7% en el primer trimestre mientras los analistas esperaban un 8%. El temor por un menor crecimiento se remonta a inicios de año, cuando, ante las perspectivas de un crecimiento económico que seguiría ralentizándose, los inversionistas chinos voltearon sus ojos hacia el metal precioso.
Por esa razón el contrato físico en la Bolsa de Oro de Shanghai llegó en enero a su tope máximo al transar 19.504,8 kilogramos. Claro que todo esto no habría sido posible si el mercado internacional no estuviera viviendo una coyuntura extraordinaria, con la caída en el precio del oro a su punto más bajo en los últimos cinco años.
La fiebre de oro también se ha sentido en otros países del continente, siendo Japón uno de sus propulsores. Las consecuencia económicas que dejó el tsunami de marzo de 2010, con un yen apreciándose a tasas abultadas, al mismo ritmo de la inflación mientras la producción industrial disminuía alarmantemente, llevaron a sus inversionistas a buscar nuevos refugios.
Uno de los sectores más activos en esta estrategia fueron los fondos pensionales nipones, que tienen como meta aumentar sus inversiones respaldadas en el metal de los actuales US$458,6 millones a US$1.100 millones para 2015. Su gran meta en el mediano plazo es diversificar fondos por US$72 billones después de tener retornos muy pequeños con sus apuestas accionarias.
Las compras auríferas de India, el principal demanadante mundial, también han aumentado en los últimos meses. Allí, en donde el oro tiene serias implicaciones culturales, la caída en los precios internacionales se ha traducido completamente a la moneda local, llevando a los analistas a señalar que algunos inversionistas podrían vender sus acciones para invertirlas en lingotes.
Mohit Kamboj, presidente del principal gremio de importadores de Bombay, prevé un crecimiento de 20% anual en las órdenes para el segundo trimestre del año, cuando se completaría la compra de 183,6 toneladas del metal.
Las compras asiáticas tienen a los analistas e inversionistas europeos y norteamericanos frotándose las manos. Los pronósticos señalan un aumento de 15% en las compras chinas e indias, lo que elevaría la demanda a 250 toneladas.
“Será un apoyo clave para el comercio mundial de oro, y la principal razón para que los precios internacionales se estabilicen y recuperen la tendencia alcista”, les dijeron James Steel y Howard Wen, estrategas del banco HSBC, al portal especializado Barron’s.