El primer celular se une a otros productos que se arman en Ecuador, como cocinas, motos y computadoras. Esto da fe del buen momento que viven las compañías locales que apuestan por la fabricación.
La misma compañía que ensambla televisores marca Riviera y Tekno en Guayaquil ahora se lanza a la conquista del mercado de celulares. Y lo hace con el primer teléfono móvil ensamblado en Ecuador cuyo tamaño que cabe cómodamente en una mano puede competir de tú a tú con los productos de los gigantes de la tecnología mundial como Nokia, Blackberry o Samsung.
En diciembre se prevé que salgan a la venta los primeros celulares ecuatorianos bajo la marca Riviera. Son ocho modelos cuyos precios van desde los US$28 hasta los US$160. El más costoso es un dispositivo móvil tan delgado como un dedo meñique, tiene pantalla touch, tecnología GSM y cámara de tres megapíxeles. Además la interfaz es similar a la del Iphone.
La empresa que asumió este desafío se llama Audioelec y surgió hace apenas dos años de la mano de su gerente, Antonio Haz, un abogado con más de 20 años de experiencia como asesor de las grandes cadenas importadoras de electrodomésticos.
Durante ese período, Haz conoció a los industriales del sector del ensamblaje de otros países, entre ellos al dueño de la multinacional Riviera de origen estadounidense hace seis años. Fue entonces que comenzó una sociedad estratégica.
En 2007, Haz empezó a ensamblar los televisores, reproductores de Dvd y pantallas más pulgadas. A este arancel se debe sumar 5% del ad valórem.
Esta disposición es un nuevo espaldarazo del gobierno para la industria local que aprovecha el buen momento que tiene este mercado.
Para satisfacer la demanda, Audioelec, por ejemplo, ensambla unos 200 LCD y 300 televisores convencionales por día. Los importadores, a pesar de las salvaguardias, también han visto crecer sus ventas. Comandato estima que ha vendido el triple que el año pasado.
Por su lado, LG ha conseguido un crecimiento del 45% en ventas. El factor que dinamizó las ventas de televisores es la transmisión de los partidos del Mundial de Fútbol. Hasta julio pasado, la Corporación Aduanera Ecuatoriana registró la importación de 381.689 unidades de televisores.
Otros beneficiados. Las motos ensambladas localmente también han tenido buena acogida. La empresa Motsur, del Grupo Ortiz
de Cuenca, montó una fábrica en 2008. Mientras que en Guayaquil, la compañía Massline ensambla motos desde agosto de 2009.
Las partes se traen desde China, tal como en el caso de los televisores. Al mes, Massline produce 1.000 motocicletas, mientras que Motsur ensambló 11.000 durante todo el año pasado. Ambas apuntan principalmente al mercado nacional.
A la que ya le quedó pequeño el mercado ecuatoriano fue a la compañía cuencana Indurama que fabrica electrodomésticos. El año pasado, esta firma exportó 190.000 unidades, a pesar de las complicaciones que tuvo para introducir sus cocinas que se venden bien en Lima, Perú. Esta, precisamente, es la otra cara de la restricción a las importaciones. Nuestros vecinos, Colombia y Perú, que después de Estados Unidos son dos de nuestros más importantes socios comerciales tomaron con desagrado la medida del gobierno ecuatoriano y no dudaron en manifestar su desacuerdo. De hecho, el presidente de la Cámara de Comercio de Lima, Peter Anders, afirmó que la traba al ingreso de cocinas ecuatorianas era una retaliación peruana por la disposición proteccionista.
Aún así, el presidente Rafael Correa ha calificado la medida como un “éxito” porque superó la meta inicial que era reducir las importaciones en US$1.450 millones y alcanzó los US$1.500 millones.
Este año la medida se derogó paulatinamente hasta el mes de julio. Sin embargo, hay ciertos productos que siguen protegidos como los zapatos y la ropa importada a los que se le impuso un arancel mixto.
Cartimex en Perú. La marca ecuatoriana de computadoras, Xtratech, ha tenido tan buena acogida que su fabricante, Cartimex, decidió introducirla también en Perú.
Después de sondear durante un año ese mercado, esta compañía decidió abrir hace cuatro meses una oficina comercial en Lima. En el local de 800 m² donde trabajan diez personas por ahora sólo se vende accesorios para computadora como teclados o mouse.
Según Jorge Zambrano, presidente de la firma, “estamos en un momento de prueba-error porque el hecho de que un producto se venda bien acá, no significa que también se venderá allá”. En Perú, dice Zambrano, el consumidor se ha vuelto más exigente, pide más calidad, mejores diseños y presiona por los productos de la gama más costosa.