Un estudio de la Fundación Tierra muestra que en los últimos 30 años se priorizó la agroindustria en desmedro de la agricultura campesina que provee al mercado interno. En 1991, 11% de la superficie agrícola eran cultivos de papa. Actualmente no llegan al 5%.
La producción agrícola que garantiza el abastecimiento del mercado interno se ha reducido significativamente durante los últimos 30 años, priorizándose la inversión en la agroindustria, de acuerdo a los resultados presentados por una reciente investigación de la Fundación Tierra.
De acuerdo a los resultados del estudio denominado “Las dos caras de la moneda: Agricultura y seguridad alimentaria en Bolivia” se ha establecido que la agroindustria que se produce principalmente para la exportación, creció unas 20 veces más en los últimos años en relación a la pequeña agricultura de base campesina, la cual en opinión del responsable de la investigación, Enrique Castañón, está en una etapa de carlos arestancamiento.
Un ejemplo concreto de esta realidad hace referencia a la producción de la papa que en 1981 tenía una superficie cultivada que alcanzaba a las 177.165 hectáreas, pero en 2012 apenas alcanzó a las 164.161. La papa es uno de los tres principales productos cuyo precio se incrementó a fines de 2013, y modificó las proyecciones inflacionarias establecidas. El precio del quintal subió de 45 a 80 bolivianos (poco más de US$10).
"La agricultura campesina, que históricamente ha provisto de alimentos a la población se encuentra en una situación de estancamiento, mientras que la agroindustria, principalmente a través del cultivo de soya, avanza rápidamente. Si bien ambos tipos de agricultura conforman la estructura agrícola dual del país, la situación de una es la antítesis de la otra”, señala el documento.
A mediados de la década de 1980, nueve de cada diez hectáreas de la superficie cultivada en Bolivia estaba destinada a la producción de alimentos básicos y sólo una a cultivos industriales, pero hoy, de los 3,1 millones de hectáreas cultivadas, 1,5 millones (48 por ciento) corresponden a cultivos industriales, es decir, soya, caña de azúcar, algodón, girasol y otros, y la mayor cantidad, 1,6 millones (52%) a alimentos básicos producidos principalmente por productores campesinos e indígenas, es decir, cereales, hortalizas, frutas y tubérculos.
“Es posible que en el mediano plazo el estancamiento de la agricultura familiar campesina obligue a incrementar significativamente la importación de varios alimentos básicos. De hecho, en los últimos años ha aumentado la importación de productos como la papa, maíz, frutas y hortalizas”, explica el investigador.