Las autoridades dijeron que un incendio en una subestación eléctrica en la Amazonia hizo caer la red que alimenta todo el noreste de Brasil, en el peor apagón en la región desde el 2001. En algunos lugares la interrupción duró hasta cuatro horas.
Brasilia. Un gigantesco apagón dejó a unos 53 millones de brasileños en la oscuridad en la noche del jueves y la madrugada del viernes, en la última de una serie de interrupciones de suministro que plantean dudas sobre la capacidad de la infraestructura de acompañar el desarrollo económico de Brasil.
Las autoridades dijeron que un incendio en una subestación eléctrica en la Amazonia hizo caer la red que alimenta todo el noreste de Brasil, en el peor apagón en la región desde el 2001. En algunos lugares la interrupción duró hasta cuatro horas.
Residentes de la ciudad de Recife que quedaron sin aire acondicionado ni ventiladores dijeron que no consiguieron dormir por culpa del calor y los mosquitos.
"Hubo un colapso total en la red del nordeste", dijo el ministro de Energía en funciones, Marcio Zimmermann.
El gobierno aún no estableció las causas de una serie de apagones que socavaron la confianza en el sistema eléctrico brasileño, agregó Zimmermann. El funcionario convocó a reuniones de emergencia para discutir el problema, la segunda iniciativa de ese tipo en una semana.
Los apagones aumentaron la preocupación sobre la capacidad de Brasil de organizar dos eventos deportivos globales: la Copa Mundial del 2014 y las Olimpíadas del 2016.
El corte de suministro eléctrico, que afectó a 11 estados del noreste de Brasil, llega después de otros dos apagones en los últimos dos meses que afectaron a millones de clientes a lo largo del país.
"Estamos tomando todas las medidas correctivas y preventivas (...) para minimizar este tipo de ocurrencias, que son dramáticas para todos nosotros y principalmente para nuestros clientes", dijo el jefe del Operador del Sistema Nacional de Energía Eléctrica, Hermes Chipp, al canal de televisión Globo.
Brasil atravesó una crisis de apagones entre el 2001 y 2002, cuando una sequía limitó la producción de sus hidroeléctricas. El gobierno respondió imponiendo interrupciones programadas en ciertos horarios que golpearon severamente el crecimiento económico.
Aunque Brasil ha invertido fuertemente en generación desde entonces, todavía queda mucho por hacer. El país tiene previsto construir hasta 48 nuevas centrales hidroeléctricas para el 2020 para acompañar el aumento de una demanda que es consecuencia de su rápido crecimiento económico.
La política energética es una de las prioridades del gobierno para reactivar el crecimiento de la mayor economía de América Latina.
La presidenta Dilma Rousseff anunció el mes pasado fuertes recortes en los precios de la electricidad, en un intento por impulsar la producción industrial y reducir el llamado "costo Brasil", una mezcla de elevados impuestos, tasas de interés, costos laborales y cuellos de botella de infraestructura que vuelve menos competitiva a la economía.
Pero los críticos dicen que al reducir el precio de la electricidad para los consumidores podría volver menos atractivas las inversiones en el sector, necesarias para aumentar la capacidad de generación.
Las compañías eléctricas no han invertido lo suficiente en generación y transmisión desde que fueron privatizadas hace más de una década, agregaron.