El gobierno de Sao Paulo alerta hace meses sobre la falta de agua. En los próximos años, el sistema hídrico podría colapsar también en otras regiones de Brasil, y aún no se vislumbra una solución al problema.
El Sistema Cantareira, la principal fuente de agua de la región metropolitana de Sao Paulo, que abastece a cerca de nueve millones de personas atraviesa la peor sequía de su historia. Debido a la ausencia de lluvias, su volumen llega hoy a solo un 12% de su capacidad total.
Las fallas en el abastecimiento de agua fueron durante largo tiempo un gran problema en las favelas de las grandes ciudades de Brasil, pero un problema que está relacionado con la infraestructura y la administración de ese recurso, ya que la mayoría de esas áreas disponen de más agua dulce de la que necesitan.
Para lograr un equilibrio entre la época de lluvias y la de sequía, en Sao Paulo se construyó hace 40 años el Sistema Cantareira. Según Mauro Arce, secretario de Saneamiento y Recursos Hídricos de ese estado y portavoz de la Agencia Nacional de Aguas de Brasil (ANA), el panorama hídrico actual es preocupante: “Nuestros registros se remontan hasta la inauguración de la represa, y de ellos se deriva que esta es la peor situación en todos estos años”.
La falta de agua ya se hace sentir. Entretanto, se multiplican las quejas de los habitantes de la ciudad acerca de cortes periódicos de agua. Los responsables en el gobierno de Sao Paulo le echan la culpa a la sequía. De hecho, en varios meses solo se produjo un tercio de las precipitaciones que se esperan para la época. En comparación con años anteriores, entre enero y julio de 2014 llovió menos de un 40% de lo normal.
Es por eso que, tanto la administración de la ciudad de Sao Paulo como el gobierno estatal, aconsejan a la población desde hace meses que moderen su consumo de agua. Incluso organizaron un programa de recompensa de un 30% de descuento en las tarifas para quienes utilizaran un 20% menos del líquido vital. Pero el efecto de tales medidas es el de una gota en el océano, ya que en los hogares se consume menos del 10% del agua potable. La agricultura absorbe un 70% del agua del país. El uso de sistemas de riego modernos sería una alternativa para reducir el consumo agrícola.
Menos lluvia, menos posibilidades. Sin embargo, hasta eso sería, en realidad, innecesario, ya que las represas podrían haber alcanzado su nivel máximo a pesar de las escasas precipitaciones. El problema reside en las enormes cantidades de agua que se pierden antes de llegar al sistema de agua corriente de Brasil. En promedio, se pierde en todo el país más de un 35% a través de cañerías en mal estado o debido a fallas en las vías de transporte.
“Los problemas a nivel administrativo y la falta de inversiones contribuyen, además de los factores climáticos, al empeoramiento actual de la situación hídrica”, explicó Wilson Figueiredo Jardim, coordinador del Laboratorio de Química para el Medioambiente de la Universidad de Campinas, en Sao Paulo, en entrevista con Deutsche Welle.
Ya en 2010, la Agencia Nacional de Aguas de Brasil (ANA), alertó en un estudio acerca de un posible colapso del sistema de abastecimiento en Brasil. Según la investigación, si no se realizaban las inversiones necesarias, un 55% de las ciudades brasileras se enfrentaría a la escasez de agua. Dichas inversiones llegaban a los US$10.000 millones y asegurarían la provisión de agua hasta 2025, y hasta ahora no se han llevado a cabo.
Abastecimiento, seguro hasta noviembre. A nivel nacional, la escasez de agua no forma parte de la agenda política. En octubre, los brasileros eligen nuevo presidente, pero “nadie habla del problema”, dice Figueiredo Jardim. “Sin embargo, tenemos que enfrentar esta situación, ya que, de no hacerlo, las consecuencias económicas y sociales serían muy graves”.
De acuerdo con el portavoz de ANA, Mauro Arce, no habrá una falta dramática de agua en Sao Paulo. El gobierno de ese estado cuenta con un plan de emergencia para evitar un colapso total del abastecimiento, que consiste en extraer agua de las capas más profundas de la reserva. “Con el volumen adicional que extraemos podemos cubrir, hoy por hoy, la demanda”, asegura Arce, “hasta noviembre de 2014”. Si el nivel de la represa no se regenerase hasta entonces, se movilizarían más reservas de agua que, según Arce, podrían alcanzar hasta 2015. Lo que sucederá después, nadie lo sabe.