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Brasil y México compiten por atraer inversiones de las grandes petroleras
Lunes, Octubre 30, 2017 - 08:46

Gobiernos a lo largo del continente están propiciando agresivas reformas y cambios contractuales para atraer a firmas petroleras que en los últimos años se han dedicado a recortar costos y reducir sus presupuestos de inversión para adaptarse a un largo ciclo de bajos precios del crudo.

Brasil y México están compitiendo por un recurso escaso: las inversiones de las grandes petroleras del mundo que se han estado retirando de grandes proyectos costa afuera que una vez codiciaron.

Tras dos oleadas de nacionalizaciones de los recursos naturales que dejaron poco espacio en América Latina para gigantes como Exxon Mobil Corp, Royal Dutch Shell Plc y Total, el juego está cambiando. Gobiernos a lo largo del continente están propiciando agresivas reformas y cambios contractuales para atraer a firmas petroleras que en los últimos años se han dedicado a recortar costos y reducir sus presupuestos de inversión para adaptarse a un largo ciclo de bajos precios del crudo.

La competencia pone sobre la mesa las abundantes pero costosas reservas en aguas profundas de Brasil versus los más accesibles desarrollos en las costas de México, que vienen con una dosis más alta de riesgo político.

“Ambos son atractivos. Ambos tienen potencial”, dijo Wael Sawan, vicepresidente ejecutivo de aguas profundas de Shell. “Tenemos como compañía, creo que como industria, recursos escasos de capital para poder hacer las inversiones que requieren en particular los proyectos en aguas profundas”.

Sawan es uno de los ejecutivos petroleros reunidos esta semana en Río de Janeiro con la meta de ganar un espacio en los bloques que ofrece Brasil en su más reciente licitación.

Brasil se ha dedicado recientemente a crear un ambiente más propicio para la inversión, mientras que aventurarse a un proyecto en México luce emocionante aun en medio de preocupaciones políticas y de infraestructura, según Sawan.

Los bajos precios del crudo han llevado a las petroleras a escoger más cuidadosamente dónde invertir, pero a muchas de ellas les urge mejorar sus portafolios mediante la adhesión de reservas de crudo y gas. El ritmo al que son capaces de reponer las reservas desarrolladas es una medición clave para sus accionistas, y los bloques que ofrecen México y Brasil vienen con miles de millones de barriles disponibles.

Guerra petrolera. Varios gobiernos en América Latina han relajado términos fiscales y contractuales buscando acelerar la adjudicación de todo tipo de reservorios, desde aguas ultra profundas hasta campos maduros que requieren tecnología especializada de recuperación secundaria.

Para maximizar sus posibilidades, Brasil eliminó la necesidad de que la brasileña Petrobras, manejada por el Estado, actúe como operadora de proyectos en aguas profundas en yacimientos subsal, que contienen vastas reservas de crudo de alto valor. Esto le confiere margen de maniobra a las empresas privadas para manejar la exploración y producción de los campos.

Brasil también flexibilizó sus requerimientos de contenido local para las obras y suministro de equipos, lo que había demorado muchos proyectos; y publicó un calendario de tres años de las licitaciones por venir para facilitar la planificación. México ha respondido con un mecanismo sencillo de calificación para las licitaciones. Ha estado vendiendo más abiertamente los datos geológicos disponibles para permitir su reprocesamiento y ha puesto requisitos de contenido local diferenciados por tipo de desarrollo.

Para muchas transnacionales, el lado mexicano del Golfo de México brinda una geología familiar: las formaciones son similares a las que han estado perforando por años en el lado estadounidense. Pero, a diferencia de Brasil, la falta de infraestructura en aguas profundas es un asunto por superar.

Retos políticos. Más allá del potencial de los campos, los dos países enfrentan retos políticos. La relativamente reciente reforma energética mexicana y una elección presidencial por venir en el 2018 implican riesgos para muchas petroleras, algunas de ellas aún en disputa tras la nacionalización de sus activos en Venezuela.

El capital privado está apenas comenzando a operar en la industria petrolera mexicana justo cuando la relación entre los gobiernos de México y Estados Unidos atraviesa uno de sus peores momentos.

Las opiniones públicas del presidente Donald Trump sobre México han enfurecido a muchos ciudadanos, dando al candidato de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, un empujón en las encuestas. López Obrador ha dicho que, de llegar a la silla presidencial, podría celebrar un referendo para saber si los mexicanos apoyan la reforma. “No tengo dudas de que México podría ser más atractivo que Brasil”, dijo Francisco Monaldi, experto en Política Energética Latinoamericana del Instituto Baker en la Universidad de Rice. “Pero la posible combinación Trump-López Obrador asusta a los inversionistas”, argumentó.

Autores

Reuters