Las autoridades estadounidenses dieron un primer paso para frenar el alimento económico de una guerra que no para en África y exigirán a las compañías que informen sobre el uso que realizan de materiales como el tántalo, estaño, oro y tungsteno, que se extraen de minas en la República Democrática del Congo y los países cercanos.
Las montañas, bosques y volcanes de la República del Congo guardan en su interior una riqueza mineral que alimenta a los violentos, a la vez que nutre a la industria tecnológica. Estaño, tungsteno, cobre, tántalo, cobalto y oro se encuentran dentro del bello paisaje del occidente de este país africano que se convirtió en una gran mina que sobrevive dentro de la mayoría de aparatos electrónicos que el mundo usa a diario.
Para los habitantes de la región, esta riqueza mineral ha demostrado ser una maldición, pues varios grupos armados congoleños, ruandeses y ugandeses siguen presentes en la región, tras la guerra que asoló al país entre 1998 y 2003, y que provocó la muerte de unos 4,5 millones de personas.
Estos grupos obligan a las poblaciones locales a trabajos forzados en minas bajo su control, extorsionan a los mineros mediante impuestos ilegales o directamente se quedan con parte de los minerales que éstos encuentran.
Una buena porción del material extraído, muchas veces, pasa a las manos de los proveedores de grandes empresas de tecnología que requieren de los llamados “minerales de guerra” para armar celulares, computadores y consolas de videojuegos.
Las autoridades estadounidenses dieron un primer paso este viernes para frenar el alimento económico de una guerra que no para y exigirán a las compañías que informen sobre el uso que realizan de materiales como el tántalo, estaño, oro y tungsteno, que se extraen de minas en la República Democrática del Congo y los países cercanos, asolados por más de una década de conflictos armados. El regulador bursátil estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) aprobó la medida por tres votos a favor y dos en contra.
De esta forma, las empresas deberán informar en sus páginas web y a la comisión de valores si la fabricación de sus productos implica el uso de los llamados “minerales de guerra”. La primera vez será en mayo de 2014 y corresponderá al año anterior.
Este no es un tema nuevo. Durante años, activistas de todo el mundo han pedido mayores restricciones en el suministro de estos y otros minerales, por eso el grupo Enough Project, que hace una clasificación de los fabricantes que no utilizan en sus productos materiales procedentes de zonas en conflicto, ha alabado el esfuerzo de Apple, Hewlett-Packard (HP) e Intel para evitar la compra de estos minerales y metales que sean comercializados por grupos armados.
El informe elogia a Intel por su promesa de producir un chip de microprocesador libre de minerales de guerra para el año 2013. Por su parte, HP fue destacado por ser “el participante más activo del grupo de trabajo diplomático en el Congo”, recoge IBTimes. Además, Apple fue la primera empresa en exigir a sus proveedores el uso de metales provenientes sólo de fundiciones certificadas.
A pesar de este avance, es claro que la normativa aprobada había sido retrasada una y otra vez por algunas presiones y ahora la cámara de comercio de EE.UU. amenaza con presentar una demanda contra el regulador bursátil, porque considera que el costo de controlar la cadena de suministro es demasiado alto para las empresas.
Puede ser este un primer paso para que una regulación aporte un poco a controlar la cadena de suministros que requieren los avances tecnológicos, que en definitiva no son los culpables de lo que pasa en países como el Congo, pero si pueden ser una pequeña parte de la solución.