Todos los sectores que dependen de la actividad petrolera en Colombia -desde catering hasta ingenieros, pasando por trabajadores no calificados, geólogos, ejecutivos, dueños de hoteles y bares- están en problemas por el desplome en el precio del crudo en el último semestre.
Puerto Gaitán, Colombia. A medida que disminuye el rugir de los camiones cisterna por las calles de Puerto Gaitán, Mario Romero ajusta sus números para evitar un destino fatal: si el precio del crudo no se recupera ni las compañías petroleras reactivan sus inversiones en Colombia, su empresa quebrará pronto.
La flota activa de Transportes Paraíso Regional con la que movilizaba petróleo, suministros y personal para campos en el oriente del país andino, pasó de 320 vehículos hace seis meses a los 16 de hoy. La mayoría de sus empleados perdió el trabajo.
"Ya le comenté a mi personal (remanente) que vamos a resistir dos meses pagándoles sus salarios, si no, me tocará entrar a despedirlos también", dijo Romero en su oficina en Puerto Gaitán, el pueblo más cercano a varios campos petroleros operados por la canadiense Pacific Rubiales y otras ocho firmas.
"No aguantaría más realmente esta situación", sentenció el empresario de 49 años.
Y no es el único.
Todos los sectores que dependen de la actividad petrolera en Colombia -desde catering hasta ingenieros, pasando por trabajadores no calificados, geólogos, ejecutivos, dueños de hoteles y bares- están en problemas por el desplome del 50% en el precio del crudo en el último semestre.
Los nubarrones en el sector petrolero también están amenazando las cuentas fiscales y el dinamismo de la cuarta economía de América Latina.
Aunque Colombia no es una potencia petrolera, el crudo le genera el 21% de los ingresos corrientes con casi US$13.000 millones anuales entre regalías, impuestos y derechos económicos. Se acostumbró a depender del petróleo y ha demorado el desarrollo de otros sectores de la economía.
El impacto se siente más fuerte en sitios como Puerto Gaitán, en donde hasta el año pasado se hacían grandes conciertos con artistas como Marc Anthony, Daddy Yankee o Juan Luis Guerra. La bonanza inundaba las calles de hoteles, bares y restaurantes que ahora ya casi no tienen clientes.
La crisis petrolera llega justo en momentos en que Colombia se enfrentará a grandes retos si se firma la paz con la guerrilla de las FARC. La financiación del postconflicto -que incluye programas de asistencia a víctimas, reinserción, desminado y compra de tierras- podría costar unos US$40.000 millones.
Quiebras en puerta. Aunque una ofensiva de casi 15 años contra la guerrilla mejoró la seguridad y atrajo a muchas petroleras a Colombia, un reciente informe de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP) mostró que la mitad de esas empresas que operan en el país reducirían o cancelarían sus inversiones en exploración entre el 2015 y el 2016, y una quinta parte bajaría su producción.
La situación de los precios, que rondan los US$58, fue la estocada que le hacía falta a las petroleras para recortar sus planes, que ya se quejaban de la pesada burocracia que demoraba la entrega de permisos y de los conflictos con comunidades locales.
Reuters conoció que este año la Superintendencia de Sociedades recibió solicitudes de una docena de compañías de servicios petroleros para ingresar a la ley de reorganización empresarial, el equivalente a una ley de quiebras, entre las que están GPC Drilling, Venseca Corp., Sismografía y Petróleos de Colombia, y Compañía Distribuidora de Combustibles.
Y las que siguen haciendo negocios están siendo más prudentes. La estatal Ecopetrol, la mayor empresa del país, recortó casi un 26% su plan de inversiones para este año. La segunda productora, Pacific Rubiales, lo redujo en casi un 27%.
Pero los números no paran ahí.
El sindicato de trabajadores de Ecopetrol anunció que irá a huelga indefinida en protesta por el despido de unos 10.000 empleados en los primeros meses del año. El gremio estima que hay un riesgo de que esa cifra llegue hasta 25.000, una quinta parte de la fuerza laboral directa del sector.
Sólo en los dos primeros meses del año, las empresas que prestan servicios a Pacific Rubiales en campo Rubiales despidieron a 2.500 trabajadores, según la UTEN, otro sindicato que agrupa a empleados de unas 180 empresas del sector.
Un tusnámi económico. Tras años de auge que los llevó a ganar salarios más altos que el promedio, los trabajadores petroleros, desde ejecutivos hasta los de más bajo rango, se están ajustando el cinturón pagando anticipadamente préstamos, vendiendo propiedades y cancelando vacaciones.
Incluso en grupos de mensajería instantánea trabajadores ejecutivos y de rangos medios de Pacific Rubiales ofrecen entre sus compañeros sus BMW y otros autos de alta gama para la venta.
Las estimaciones oficiales muestran que cada dólar de caída en el precio del crudo le representa unos US$121 millones menos al fisco, lo que equivaldría a US$3.600 millones sólo este año y casi el doble en el 2016, cuando se sentirá el mayor impacto de la baja de las utilidades.
Y según cálculos del centro de pensamiento económico ANIF, el cambio en los planes de las petroleras llevaría a una caída de un 20 por ciento en la inversión extranjera directa este año a unos US$12.000 millones.
"A Colombia le está pasando una especie de tsunami", dijo Sergio Clavijo, presidente de ANIF.
El Gobierno ha dicho estar preparado y considera que el PIB del país crecería por encima de 4% los próximos años porque la crisis puede ser contrarrestada con inversión en infraestructura vial -aún incipiente- y en construcción de viviendas.
Pero los expertos no son tan optimistas y proyectan que el la economía se desaceleraría hasta un 3,3% este año, lejos del 4,7% alcanzando en el 2014.
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Y se espera que la cosa empeore el 2016 incluso con una expansión inferior al 3%, obligando al Gobierno a tramitar al menos una reforma tributaria durante este año para levantar recursos frescos y otra más estructural el próximo para ajustar sus finanzas en el largo plazo.
A toda escala. Mientras tanto, los colombianos ven cómo trabajos de exploración se reducen y caen los empleos y el consumo en todo el país.
"Teníamos un par de invitaciones a licitar y nos mandaron una carta diciendo que nos abstuviéramos de enviar la propuesta porque ya no iban a hacer los proyectos", dijo Rodolfo Ardila, dueño de la compañía de sísmica Energy Geophysical Services, que hace estudios para las petroleras y quien redujo en un 75% su personal en dos meses.
Cálculos del Ministerio de Minas y Energía estiman que las regalías provenientes del sector petrolero podrían caer durante el 2015 entre un 30 y 40 por ciento, frente a los cerca de US$6.800 millones que obtuvieron el año pasado las regiones.
Expertos coinciden que es el momento de diversificar y de implementar reformas que alienten a los inversores a desarrollar proyectos en sectores como el minero y el agrícola.
En Puerto Gaitán -que vio triplicar su número de habitantes en la última década- sólo se ven negocios cerrados y calles vacías.
Incluso en el bar Rubiales, uno de los pocos locales que subsisten y que lleva el nombre del yacimiento en el que trabajaban la mayoría de sus clientes, se siente el ánimo de fin de fiesta: los pocos parroquianos que quedaron pasaron de beber ron y whisky a comprar cerveza, dijo el dueño del local, Juan David Mogollón.
"Nosotros pensábamos que esto iba hasta el 2030, todo el mundo relajado trabajando en el petróleo", admitió Roger Cardona, coordinador de comunidades de la Alcaldía de Puerto Gaitán.
"No estábamos preparados para esto".