Las sillas en Don Julio, uno de los más populares restaurantes de Buenos Aires, están vacías hace casi dos meses como la de muchos otros por la cuarentena contra el coronavirus y, para seguir abierta, ahora ha reiventado su negocio en una carnicería de alta calidad.
Buenos Aires. La postal de la parrilla Don Julio es habitualmente la de decenas de clientes, tanto nativos como comensales de todas partes del mundo, haciendo fila a medida que avanza la noche para conseguir una codiciada mesa en el restorán de Buenos Aires especializado en asado.
Pero al igual que otros populares locales de comida, las sillas en Don Julio están vacías hace casi dos meses por una cuarentena nacional contra el coronavirus y, para seguir abierta, ahora está funcionando como una carnicería de alta calidad.
Pablo Rivero, el dueño de Don Julio, dijo que el objetivo es mantener vivos la atmósfera y espíritu de la parrilla.
"Eso es lo último que tenemos que perder y no lo vamos a perder", explicó Rivero, que señaló que el cambio fue la manera que encontraron de atravesar la cuarentena que mantiene cerradas los locales gastronómicos, pero permite la actividad de almacenes, carnicerías y supermercados.
"La idea de la carnicería es brindarle a la gente el Don Julio posible", dijo Rivero, que explicó que no estaban realizando entregas de comida cocida debido a que es difícil mantener la calidad, pero que se está diseñando un plan para expender comida para su consumo en la vía pública.
Con el proyecto de 'street food' podríamos "ocupar a todos en alguna actividad que pueda representar un ingreso de dinero hasta que empiece la actividad nuevamente", señaló Rivero, que emplea a 100 personas que actualmente están trabajando en la carnicería o en la remodelación del restorán.
La Cabrera es otra popular parrilla de Buenos Aires y, al igual que Don Julio, sus veredas están vacías desde que se implementó el aislamiento social obligatorio en Argentina el 20 de marzo, que fue extendido en la capital del país hasta el 24 de mayo.
"Estamos en un momento complicado, donde no hay turismo y (el público) nacional no sale por la cuarentena", dijo a Reuters Gastón Riveira, dueño de La Cabrera, que explicó que ha transformado el restorán en "una fabrica de comida donde estamos fabricando comida para entregar a las casas".
Las entregas, en base a un menú limitado, vienen con instrucciones para asegurar que los alimentos sean consumidos en el nivel de calidad más cercano al de un restorán.
"Tratamos de que sea lo más parecido posible. Por eso muchos de los cortes que elegimos (...) les dejamos el hueso para que también el hueso ayude a la 'jugosidad', a que sea un aporte de sabor y que también nos ayude a mantener la temperatura", dijo Riveira.
La pandemia de coronavirus ha recortado la demanda global de carne bovina argentina por el cierre de muchos restoranes en Europa y en Asia, dijo Mario Ravettino, presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas ABC.
"Generalmente mandamos productos premium a la Unión Europea y a Estados Unidos, y hoy todo lo que es la cadena de hotelería y restaurantes están cerrados, motivo por el cual estamos paralizados", dijo Mario Ravettino, presidente del Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas ABC, que agrupa a los frigoríficos que exportan el producto argentino.
Francisco Palazzo, un abogado de 28 años que vive con su novia en Buenos Aires, dijo que para los argentinos es importante no alejarse de la normalidad. Según el abogado, antes del inicio de la cuarentena era común que comiera asado tres veces por semana.
La semana pasada compró carne, un chorizo y una morcilla a una parrilla cercana a su edificio, que ahora vende comida para llevar. "Era tarde y nos dio ganas de comer asado y seguir con esa costumbre nuestra. Y de alguna manera también le aportás a ese negocio, que tiene muy buena carne, un grano de arena", dijo Palazzo.