Nokia busca reinventarse con smartphones segmentados. Y México, con sus millones de usuarios primerizos, es una de sus grandes apuestas de expansión en la región.
Hace apenas tres años las encuestas de The Competitive Intelligence Unit (CIU), una firma de consultoría e investigación de mercado, daban cuenta de que la mayoría de los mexicanos decía “no necesitar” un teléfono inteligente. Sin embargo, sus proyecciones indican que hacia 2015 el 68% de la población tendrá uno. Algo que no ha pasado desapercibido para los ejecutivos de la finlandesa Nokia, que necesita urgentemente recuperar la magia que la llevó a ser el líder mundial en telefonía celular hace dos décadas.
En un principio el gigante finlandés se quedó rezagado en materia de telefonía inteligente, pero hoy va en busca del trono perdido frente a RIM (fabricante de BlackBerry) en la región. Según Stephen Elop, CEO de la empresa, la apuesta radica en una doble estrategia. La primera fue dividir el segmento en dos, uno dirigido al sector con alto poder adquisitivo (serie Nokia Lumia) y otro al estrato medio (serie Nokia Asha). La segunda consistió en aliarse con Microsoft para operar con la nueva versión del sistema operativo Windows Phone. Al decir de los portales especializados, éste resulta totalmente diferente a Android y al IOS del IPhone.
“Nokia está atacando por sectores: hace tres años sólo había teléfonos inteligentes, hoy tienes los originales, los que se quieren parecer, los de rango alto y los de rango medio”, explica Ernesto Piedras, director de CIU, quien además considera un error de percepción que Nokia esté en la lona. Según los datos de CIU, al tercer trimestre de 2011 había 12 millones de teléfonos inteligentes en México. El vendedor más importante hasta ese momento era RIM, con 4,9 millones, y el segundo Nokia, con 2,2 millones, posicionado por arriba de Apple (1,5 millón) y Motorola (un millón y a la baja). El dato clave es que al mismo periodo de 2010 Nokia había vendido apenas 1,4 millón de unidades.
Crecer 57% en un mercado de masas como el mexicano no es poca cosa y Elop lo reconoce. “Estamos viviendo un momento muy interesante, porque las cifras indican que en México hay más gente adquiriendo teléfonos inteligentes o queriendo hacerlo que en ninguna otra parte del mundo”, dice en entrevista exclusiva con AméricaEconomía.
Para este ex ejecutivo de Microsoft, de origen canadiense, el mercado latinoamericano es muy “vibrante”, pues existe un número creciente de personas que tienen un teléfono inteligente por primera vez e incluso personas que están teniendo su primera experiencia con un dispositivo móvil. Todo producto de las ya conocidas disparidades en la distribución del ingreso que enfrenta la región.
América Latina es también una fuente de innovación de productos y aplicaciones a menor costo. “Me reuní con un grupo de 350 desarrolladores que están produciendo aplicaciones para los productos de Nokia”, dice Elop. “Uno de ellos tiene una colección de aplicaciones y juegos que tiene 35 millones de descargas a nivel mundial en el último año”.
Los de abajo. La invención del iPhone no sólo consolidó la beatificación de Steve Jobs, sino que también movió a toda la industria. Algunos apenas alcanzaron a imitar al iPhone en cuanto a diseño y contenidos, otros fueron más allá y se aliaron con Google e incluyeron el sistema operativo Android en sus dispositivos móviles. En una entrevista reciente al New York Times, Joe Belfiore, responsable del diseño de la división móvil de Microsoft, admitió que el cambio de Windows Phone 7 fue una respuesta al triunfo inicial del iPhone.
Sin embargo, la mayoría de las empresas no lograron sortear el mayor obstáculo: el precio. En América Latina el promedio del PIB per cápita de los ocho países con mayor ingreso está ligeramente debajo de los US$12.000, mientras que el costo de los smartphones más avanzados del mercado ronda los US$800, esto sin contar las rentas mensuales de los planes de voz y datos.
“En la actualidad mucha gente se está mudando a los teléfonos inteligentes, pero hay muchos también que apenas está comprando su primer celular”, dice Elop. “Así el crecimiento en ambos tipos de dispositivos continúa, con mayor alza en cuanto a los inteligentes”.
Elop tiene claro que existe un desajuste entre los usuarios primerizos y su poder adquisitivo. Pensando en ellos Nokia desarrolló la línea Asha, un esfuerzo por bajar los precios y entregar por menos dinero las funciones de un teléfono inteligente.
“Estos dispositivos no tienen una antena GPS”, explica Elop. “No hay rastreo satelital y lo que hicimos fue desarrollar una tecnología que escucha a las diferentes torres de transmisión alrededor. De esta manera, le llevamos a la gente la información a un precio más bajo. La gente aspiraba a tener eso y nosotros se lo dimos”.
Hay señales de que la apuesta estaría funcionando. Las cifras de CIU no sólo hablan de un fuerte crecimiento en ventas. Otro indicador clave para un fabricante es el período de reemplazo de un celular por otro, que se redujo de 24 meses a 18. Todo apunta que se hará cada año y medio. Sin embargo, hay un fenómeno que se da en el mercado latinoamericano: la propensión a una segunda vida de los smartphones.
“El teléfono inteligente tiene una segunda vida, pasa a los hijos adolescentes o universitarios, que si bien no tienen el poder adquisitivo para un plan de datos, se convierten en lo que llamamos wifiyeros: los que drenan las redes en las escuelas, en los parques, en los cafés, en los espacios públicos”, explica Ernesto Piedras, de CIU. “Es un fenómeno en América Latina, a diferencia de EE.UU., donde el celular es un objeto de consumo entonces donde se ve como un efecto patrimonial”.
Esta interacción se logra gracias a un software como Skype, que permite realizar llamadas de voz y video a través de internet sin costo alguno, así como Whatsapp, que permite enviar mensajes gratuitos siempre y cuando se tengo un plan de datos o se esté conectado vía wifi. Teniendo esto en cuenta, Elop señala que la voz se está transformando en datos debido a los nuevos estándares de radio, y da como ejemplo sistemas como el Long Term Evolution (LTE).
“Creo que los operadores deben adaptarse y asegurarse de que los usuarios tengan la mejor experiencia de navegación para usar Skype o Whatsapp, de tal manera que generen un ingreso no sólo por las llamadas de voz, sino también por los datos que se envían a través de la red”, dice Elop, quien vaticina una creciente convergencia de intereses entre los operadores telefónicos y los fabricantes de smartphones, ya que éstos generan tráfico de datos.
No será la primera reconversión de Nokia, un antiguo conglomerado industrial que se salvó del precipicio gracias a la decisión del presidente Jorma Ollila de centrarse exclusivamente en telecomunicaciones. La pregunta actual no es sólo si la estrategia “smart” de Nokia logrará devolver a la empresa a su sitial, sino quién sucederá al propio Ollila. El nombre más probable es Risto Siilasmaa, fundador del fabricante de software F-Secure.
En cuanto a incursionar en nuevos segmentos como los tablets, Elop lo descarta de plano. “No por el momento”, dice.