El sector eléctrico no es ajeno a los desarrollos tecnológicos: la escena de una persona llamando desesperada a un call center por los cortes de energía injustificados y las dudas en las tarifas hacen fila para ubicarse en una sección de los anaqueles de la historia.
Sin embargo, los avances sugieren la participación activa de los usuarios en términos de la gestión del servicio y hasta la generación.
“Entre los precios y el consumo eficiente lo que suele estar en las primeras planas son los precios y por eso hemos construido una institucionalidad sólida, una agenda muy ambiciosa y hemos tratado de introducir mejoras en la forma como se configuran los precios de la energía eléctrica, pero en el consumo eficiente hay una gran tarea aun por construir. Ha habido unos esfuerzos incipientes de algunas entidades, pero hay mucho por hacer”, explicó el viceministro de Energía, Carlos Fernando Eraso.
Según el funcionario, en el país no hay conciencia de los beneficios que trae para los consumidores el ahorro de energía y ese desconocimiento hace que los esfuerzos para hacer planes en esa dirección sean muy limitados.
Sin embargo, Codensa recientemente lanzó un plan que apunta hacia las nuevas necesidades eléctricas. El inicio de ellos fue la implementación de 20 mil medidores inteligentes en Bogotá. Se trata de unos dispositivos con capacidad de transmitir datos que incluyen las condiciones en las que se presta el servicio, si existen fallas y si es necesaria una reparación. Esa información es a su vez enviada al sistema de telecontrol, desde el que se identifica el punto exacto del daño y alerta a los operadores.
Este mismo desarrollo fue aplicado por Enel, uno de los inversionistas en Codensa en Italia. Hace cerca de quince años esta tecnología fue utilizada y hoy es uno de los sistemas más importantes del país. Gracias a los medidores ha logrado un ahorro de cerca de 10% y reducir en más de 70% las fallas del sistema eléctrico.
El director global de la división de infraestructura y redes de Enel, Livio Gallo, manifestó que una “ciudad inteligente”, como es denominado todo el sistema, puede mejorar los servicios a los clientes, bajar los costos de operaciones y las tarifas que pagan los consumidores.
“En Bogotá pondremos la base de toda la arquitectura de la ciudad inteligente. Gracias a los medidores es posible saber el consumo cada 15 minutos, mejorar la calidad del servicio, bajar la interrupción promedio”, manifestó Gallo durante una rueda de prensa que se llevó a cabo en Milán, Italia.
De acuerdo con José Arturo Quirós, presidente de la Cámara Colombiana de la Energía, este tipo de redes inteligentes optimizan el uso del recurso, permiten desconexiones automáticas en horas de consumo máximo cuando la energía es más costosa, optimizan la utilización de la capacidad instalada, evitan nuevas inversiones para suministro de energía por períodos de tiempo cortos y optimizan la carga de los circuitos.
Entre las proyecciones de la empresa italiana está invertir en el plan piloto $15 mil millones, que incluyen la renovación del sistema de redes de energía y para 2016 determinar si, dadas las condiciones del mercado capitalino, donde cuentan con poco más de dos millones de usuarios, cala la propuesta. En el mundo, hasta ahora, la firma ha instalado más de 32 millones de medidores y generado ahorros por más de 450 millones de euros anuales.
El gerente general de Codensa, David Felipe Acosta, sobre la implementación de esta tecnología, considera que es importante “sumar capas de inteligencia al sistema para proporcionar información que produce capacidad de gestión eficiente de la energía tanto para el gobierno como para empresas y usuarios”.
La idea en el largo plazo es que las personas posiblemente puedan pasar de ser consumidores de energía a generadores de su propio recurso, se volverán “prosumidores”. Esto implicará posibles intercambios comerciales del excedente de energía que y también tendrán la posibilidad de almacenarla en una suerte de baterías gigantes. “Esta plataforma proporcionará herramientas para que ese futuro sea lo más cercano posible y esa realidad se presente”, concluyó Acosta.
Si bien en países como Colombia hay una tendencia la renovación de electrodomésticos –más del 50 % de las neveras que hay en Colombia no tienen más de cinco años, según la Unidad de Planeación Minero-Energética–, todavía queda mucho camino por recorrer por parte de los usuarios.
“Los usuarios juegan un papel importantísimo. En Acolgen estamos desarrollando una bitácora para el buen consumo. Entre las recomendaciones está la desconexión de los equipos cuando no se usan, tener en cuenta que hay unos horarios en los que la energía es más cara que en otros y el cambio de electrodomésticos, porque hay algunos que consumen mucha energía”, agregó la presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía, Ángela Montoya.
Uno de los factores a los que Germán Corredor, director del Observatorio de Energía de la Universidad Nacional, atribuye los lentos avances de Colombia en materia de uso de energías alternativas y a los problemas de comportamiento en el consumo por parte de los usuarios, es a una regulación atravesada por “intereses de mercado”.
Corredor reconoce que el país, con la reglamentación de la ley 1715, dio los primeros pasos hacia ese objetivo, pero afirma que “no hay incentivos importantes, solo ahora con la ley 1715 se empieza a mover el tema, porque están penetrando tecnologías de costos muy competitivos y las nuevas tecnologías se quedan por fuera porque son costosas”.
En este sentido, Quirós reconoce que faltaron reglas claras para apresurar la llegada de iniciativas como la de Codensa a Colombia, pero con la Ley de Energía Renovable el Ministerio de Minas y Energía “debe definir los requisitos para conexión de consumidores que generan su energía con renovables y los cargos de conexión a los sistemas de distribución y las tarifas para la energía entregada a la red por otros consumidores”.
Colombia empieza a dar pasos rumbo a una tendencia global en la que las empresas y los usuarios son generadores y consumidores de energía. En la que las empresas y las personas cambian la forma de ver este servicio. Puede que en esta carrera, como en el proceso de Thomas Alva Edison para la invención de la bombilla, no haya fracasos, sino solamente 999 formas de hacer una bombilla.