Cuba busca aumentar la producción de café, un grano de alto consumo en la isla y que genera una millonaria factura para compras en el mercado internacional.
La Habana. Para la isla, la producción cafetalera deviene estratégica si se tiene en cuenta que alrededor de 89% de los poco más de 11 millones de cubanos lo consume de una u otra forma, y la media de consumo nacional es superior a 42% en comparación con el promedio mundial.
Durante la cosecha 2013-2014, la producción del grano llegó hasta 6.105 toneladas lo que significó el 98% del plan, aún lejos de las 24.000 toneladas necesarias para cubrir la demanda interna anual.
El director Nacional de Café y Cacao en el Ministerio de la Agricultura, Elexis Legrá, dijo que la cifra de producción de café está aún "distante de los volúmenes requeridos para satisfacer la demanda de consumo nacional".
En la actualidad, los cafetaleros cubanos tratan de mejorar los resultados para reducir de manera gradual las 8.000 toneladas de café que la isla importa cada año para completar el consumo nacional.
Ese objetivo significa aumentar las áreas cultivables actuales en más del 90 por ciento y se prevé para el año 2020 alcanzar un acopio de 23.160 toneladas de café, para cubrir el consumo interno e incrementar las exportaciones.
De ejecutarse cabalmente lo previsto en el desarrollo cafetalero, el país espera duplicar para 2016 la baja producción de café y alcanzar las 12.000 toneladas.
En la actualidad, el café Robusta le cuesta a Cuba alrededor de US$2.300 dólares, ubicado en puertos nacionales, mientras que en el caso de la variedad Arábiga, la otra mundialmente comercializada y de mucha más calidad, el costo actual sobrepasa los US$4.560 por tonelada.
Desde su llegada a la Isla, en el siglo XVIII, traídos por los colonos franceses que huían de la Revolución en Haití, los cafetales cubanos han proliferado en las serranías, casi siempre a partir de 500 y hasta 800 metros sobre el nivel del mar.
Sin embargo, con vista a elevar la producción cafetalera también se trabaja hoy en recuperar las plantaciones existentes en zonas llanas de la isla con variedades más productivas y resistentes a las condiciones climáticas.
En la isla la especie más cultivada es la Arábiga, con cerca de 12 variedades, las cuales se comercializan en el mercado interno y el exterior bajo las marcas Turquino, Cristal Mountain, Serrano, Cubita y Caracolillo, entre otras.
Según Legrá, de manera paralela a las acciones agrícolas se trabaja en la isla para transformar la industria del café con el propósito de aumentar los niveles de calidad, que hoy tiene resultados deficientes pues en la última cosecha se incumplió con el proceso de despulpe de las cerezas.
En ese sentido precisó que se despulparon 2.577 toneladas de café de la variedad Arábico y 477 toneladas del tipo robusta, el 6 por ciento menos que lo planificado, lo que provocó que "sólo pudo catalogarse como primera calidad el 45 por ciento del café recolectado y procesado".
Semanas antes, un especialista del Instituto Nacional de Investigaciones Fundamentales de Agricultura Tropical (Inifat), Daniel Balmaceda, reveló que en las provincias de Cienfuegos y Villa Clara se lleva a cabo la siembra de la variedad Robusta, a la cual se le injertan yemas de Arábico.
Balmaceda agregó que se labora en la creación de semilleros para darle respuesta al incremento de áreas y de productores en el territorio nacional, muchos de los cuales están acogidos al Decreto Ley 259 que permitió la entrega en usufructo a privados de tierras ociosas.
En la isla, unos 35.000 agricultores venden todo el café al Estado y a cambio reciben créditos con bajos intereses y algunos suministros subvencionados.
También el Estado ha arrendado en los últimos años cafetales abandonados a cientos de personas interesadas en producir el grano y casi ha triplicado el precio que paga por el fruto.
Hace dos años, el presidente cubano Raúl Castro dijo ante la Asamblea Nacional (parlamento unicameral) que la isla no podía seguir erogando sumas millonarias destinadas anualmente para importar el grano y cubrir el consumo local, como sucedió entre 2010 y 2011 cuando tuvo que comprar 18.000 toneladas de café para satisfacer el consumo interno.
En la década de los años 60, Cuba producía y comercializaba más de 62.000 toneladas de café y habilitaba cada año para las cosechas cerca de 194.000 hectáreas pero el derrumbe del socialismo en los países de Europa del Este significó un abrupto retroceso para el sector agrícola cubano.
Con la desaparición de la Unión Soviética y sus socios europeos, los cafetaleros cubanos dejaron de recibir casi en su totalidad las semillas certificadas, los insumos y el paquete tecnológico que acompañaban los cultivos.