La educación superior no avanza en transparencia, no obstante, cada vez hay más actores dispuestos a generar las condiciones para que la información fluya e impacte en las decisiones de empleadores y estudiantes.
Un país que crece sostenidamente por casi 20 años necesita contar con un capital humano calificado que permita mantener esa tendencia a largo plazo. De ahí la importancia de tener una visión objetiva de la calidad de sus universidades.
El problema es que el sistema de educación superior del Perú se resiste a la cultura de la acreditación de la calidad y la transparencia, que son los únicos mecanismos para lograr las mejoras necesarias para acceder a una economía del conocimiento, y, también, para orientar con información a empleadores y estudiantes.
AmericaEconomía Intelligence despliega una investigación encaminada justamente a aportar en la generación de esa información. Al igual que en la edición anterior, el ránking mide a 55 universidades, tanto de Lima como del interior del país.
Esta lista general va complementada por ocho subránkings que, a partir de preguntas específicas en las encuestas a headhunters y gerentes de recursos humanos de las principales empresas más importantes del Perú, miden el prestigio de las distintas universidades en las carreras de Administración, Arquitectura, Ciencias de la Comunicación, Derecho, Economía, Ingeniería de Sistemas, Ingeniería Industrial y Psicología.
Sin embargo, y a diferencia de las ediciones paralelas de ránkings de universidades chilenas y mexicanas producidas por AméricaEconomía, el sistema universitario peruano se resiste a producir y ofrecer más y mejores datos sobre su gestión.
Según Gustavo Yamada, decano de la Facultad de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico, es una de las pocas casas de estudios que entrega información a nuestros investigadores, junto con las universidades Cayetano Heredia, PUCP, San Ignacio del Loyola, ESAN, de Piura, Nacional Mayor de San Marcos, Nacional de Cajamarca y Santo Toribio de Mogrovejo.
Las razones para evitar la transparencia son “cierto temor a no quedar bien posicionados, falta de motivación para el mejoramiento continuo y carencia de sistemas de producción de información relevante que brindar para la confección del ránking, lo que podría ser una mala señal, pues develaría que las universidades no cuentan con información clave, no sólo para el ránking, sino también para manejar y planificar bien su servicio educativo”, dice Yamada.
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