Camposol, la mayor agroexportadora peruana, se reinventa y saca de su “canasta” las conservas. La apuesta es la exportación de productos frescos, entre los que prometen brillar la palta y el arándano.
En la recepción de las oficinas corporativas de Camposol, en Lima, hay una estantería con múltiples conservas. Se trata de pimientos, ajíes, alcachofas, espárragos y otros vegetales envasados por la que es una de las mayores agroindustrias de Perú, y que hoy son los últimos vestigios del que fuera uno de sus principales negocios: la conserva. La empresa agroexportadora, adquirida por la familia peruana Dyer en 2007, ha dicho adiós a este tipo de productos envasados para concentrarse en la venta de productos frescos. “La conserva era un negocio que requería que nos concentráramos en algo que no era nuestro fuerte, que es el alimento fresco”, dice Manuel Salazar, gerente general corporativo de la agroindustrial. La compañía aspira a ser uno de los principales productores de comida saludable.
Salazar explica que el Camposol de hoy es una compañía diferente a la de 2011. Y las principales razones apuntan a su portafolio, gestión comercial y a él mismo, pues con él se abre una nueva etapa en la gerencia general de la empresa, conducida durante ocho años por Samuel Dyer Coriat, actual presidente de la empresa.
Cuando los Dyer compraron Camposol años atrás, el espárrago reinaba en la canasta de la compañía agroexportadora y el producto en conserva representaba el 80% de las ventas. En 2011, la conserva aún suponía la mitad de su facturación, pero la empresa iniciaba la diversificación de su portafolio abriéndose al cultivo de la palta y la uva. Desde entonces los campos de la agroindustrial, que posee un banco de tierras de nada menos que 27.500 ha en Perú, se han ido acercando cada vez más a las nuevas demandas de los hogares europeos y estadounidenses, y han dado la bienvenida al arándano, que apunta a convertirse en su nueva estrella. Sus activos en el negocio de conservas, asimismo, han sido transferidos a Sociedad Agrícola Virú.
El ejecutivo asegura que actualmente el negocio de Camposol está más direccionado a lo que pide su cliente final, que hoy demanda los productos en los que se ha concentrado, fundamentalmente frescos (aunque mantiene los congelados). “En los últimos años hubo un cambio en la forma como hacemos las cosas en Camposol, que ha llevado a buscar ciertos cultivos que eran solicitados por nuestros clientes, y el arándano es uno de ellos”, dice el CEO de la agroindustrial, organizada en tres divisiones: Camposol Fruits and Vegetables, Camposol Seafood y Camposol Trading.
Precisamente este berry y la palta, considerados superfoods por sus propiedades saludables, han presentado un crecimiento sostenido en la demanda mundial en los últimos años, y todo apunta a que la tendencia de crecimiento se mantendrá, según Alejandro Pezúa, catedrático de Agronegocios de ESAN. “Perú además conserva la ventaja de la ventana productiva de exportación de ambos cultivos, donde compite con pocos países en los tiempos de cosecha y exportación durante el año”, dice. Y Camposol sin duda quiere sacar provecho de esta circunstancia favorable para los campos peruanos.
Las condiciones climáticas de Trujillo, donde la compañía tiene parte de sus cultivos, le permite a Camposol, tal y como explica el mismo Manuel Salazar, salir al mercado en cualquier momento del año, sobre todo cuando no lo hacen sus competidores: en palta, EE.UU. y México, y en arándano, de nuevo EE.UU., Chile y Argentina. Así, pues, la empresa produce en lo que Salazar denomina “ventana contracíclica”, un punto a favor que no puede aprovecharse en las conservas, que, por otro lado, tienen un menor valor frente a los productos frescos, e implican mayores costos de producción.
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El CEO de Camposol recalca que la transformación de sus cultivos no se ha dado de la noche a la mañana. El desarrollo de un nuevo cultivo –explica Hernani Larrea, catedrático de Administración y Agronegocios de la UPC– no pasa sólo por comprar plantones, sembrar y cosechar, sino que es un proceso que demanda meses e incluye estudio de suelos, aclimatación, calidad de agua y exige una gran inversión en tecnología.
Para Camposol, la apuesta por el arándano o blueberry ha tomado unos nueve años. “Es un proceso lento, se plantan diferentes variedades, hay que esperar a que crezca, ver si el resultado es el que pide el cliente en cuanto a variedad, sabor y color, y si es el que conviene desde el lado del negocio, y luego se lleva a la producción industrial”, explica Salazar.
Mientras desarrollaba su apuesta en el mundo de los berries, la empresa ha crecido en los últimos años apalancada en el que ha sido su caballo de batalla: el espárrago; y en la palta, el fruto con mayores hectáreas de su portafolio: 2.655.
Hoy ambos productos, junto con el arándano (que en 2014 empezó a dar sus primeros frutos y dólares), se han convertido en sus principales fuentes de ingresos. US$ 144,6 millones de los US$ 289,3 millones facturados el año pasado por Camposol correspondieron al espárrago, a la palta y al arándano.
Además justamente este último ayudó a Camposol a cerrar 2015 con un Ebitda récord, a pesar de que el fenómeno de El Niño complicó algunos de sus cultivos. “La producción de arándano fue cuatro veces la de 2014. En paltas, si bien el volumen no fue tan bueno, los precios nos ayudaron. Y en mango también tuvimos un buen año”, detalla Manuel Salazar.
En cuestión de blueberries y de palta, el ejecutivo asegura que ambos han llegado para quedarse y tienen perspectivas promisorias. “Este año vamos a dar otro salto importante en arándanos, y triplicaremos lo que hicimos en 2015. Es una producción importante para una sola empresa, aunque quizás no para un país”, dice Salazar. Sucede que si bien la exportación de arándano peruano ha crecido sustancialmente (212% de 2014 a 2015, según cifras de Comex), Perú produce al año alrededor de 13.000 toneladas, mientras que Chile produce más de 100.000.
En el caso de la palta, la agroindustrial espera que en 2016 lleguen a su etapa de madurez todos sus campos (hoy la mitad lo está), y Manuel Salazar asegura que seguirá siendo un producto importante en su portafolio los próximos años.
Nuevos paladares
El “antiguo” Camposol, con el espárrago y las conservas como estandartes, tenía a Europa como principal destino de sus exportaciones. El actual, no obstante, destina el 49% de sus envíos al Viejo Continente, pero ya exporta el 36% de sus productos a Estados Unidos. Para ello, su empresa de trading ha jugado un papel fundamental, y representa otro de los cambios sustanciales experimentados por la empresa en los últimos años.
“Hoy tenemos oficinas en Europa y Estados Unidos que se dedican a colocar nuestros productos directamente a los consumidores, que son los supermercados”, dice Salazar. Camposol Trading, además, según Alejandro Pezúa, le permite estar más cerca del mercado y conocer de manera más ágil y veraz las tendencias, preferencias y cambios que este presenta. La compañía canaliza más o menos el 40% de los vegetales y frutas que vende Camposol, y le ha permitido incorporar a su lista de clientes a conocidas cadenas, como Walmart o Cosco.
Los grandes retailers del mercado asiático, por otro lado, podrían figurar entre sus clientes los próximos años, pues la compañía prevé que Asia (destino del 8,7% de las agroexportaciones locales, según Comex) empiece a tomar un papel más importante dentro de su mix de destinatarios. Hoy la palta peruana ya puede acceder al gigantesco mercado chino, y la compañía espera que en el mediano plazo el país le abra sus puertas al arándano.
El gerente general corporativo de Camposol también ve oportunidades interesantes en el continente asiático para la exportación de cítricos. “En estos momentos tenemos algo de mandarina, que es un producto que si bien no tiene grandes volúmenes, nos interesa”, dice.
Por ahora la agroexportadora tiene alrededor de 140 ha de cítricos (frente a las 2.655 ha de palta o las 1.262 ha de espárragos), y Salazar insiste en que es pronto para saber si tomarán el protagonismo en su portafolio que ha adquirido el arándano.
Los productos orgánicos, que ganan peso paulatinamente en la demanda internacional de productos frescos, podrían hacerse un espacio en sus campos, y la compañía espera llegar en algún momento al mercado con productos bajo denominación orgánica.
Crear valor
Al preguntarle por las metas que se ha planteado como gerente general, Manuel Salazar insiste en que llegar a los US$ 500 millones de facturación no es su objetivo. Sí lo son, no obstante, generar valor y seguir creciendo en producción. Quizás en su banco de tierras. “Estamos viendo oportunidades de crecimiento en tierras de cultivo, pero la idea no es crecer por crecer. Si vamos a invertir en 100 o 500 hectáreas más, lo estudiamos mucho”, explica.
Si bien Camposol se deslistó de la Bolsa de Oslo en 2013, para conseguir financiamiento Salazar no descarta recurrir de nuevo al mercado de capitales en los próximos años, y Nueva York podría ser la plaza indicada.
Economista de formación, Manuel Salazar fue “cazado” de la gerencia general del Grupo Louis Dreyfus por Camposol en noviembre de 2015, para –explica– darle un poco más de claridad y transparencia a su operación y traer un poco de sangre nueva que refresque la forma en que la compañía hace las cosas. En sus cinco meses de gestión tiene claro que la venta de productos frescos y langostinos son las líneas de negocio que le interesan, y que para conducir la empresa tiene que estar cerca del campo. Cuando se incorporó a las filas de la empresa, el ejecutivo pasó un mes y medio conociendo cada una de las operaciones de la empresa. “Estos negocios se aprenden con el tiempo, y para ello tienes que estar en el campo, verlo, sentirlo y olerlo”, dice.
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