Vencidos por la epidemia de la roya, que evita la maduración del fruto, miles de caficultores no logran ganancias para pagar créditos, invertir en el terreno y alimentar a sus familias.45
San Salvador. Entre 50.000 y 60.000 familias de cuatro integrantes cada una (un estimado de 200.000 personas) carecen de alimentos por la crisis que atraviesa el café salvadoreño, según los cálculos de la Asociación Cafetalera de El Salvador.
Al no tener empleo, los adultos no pueden obtener ingresos para alimentar a sus familias.
“Hay hambre en el campo. Eso es un problema que nosotros tenemos que tocarlo en los próximos días con el nuevo gobierno. Qué se está haciendo o qué se va a hacer para contrarrestar la hambruna que se está dando en el campo”, lamentó Sergio Ticas, presidente de la Asociación Cafetalera.
Entre los afectados se encuentran al menos 5.000 infantes, entre niños y niñas, residentes en los municipios de Concepción de Ataco y Apaneca, en Ahuachapán.
Sus padres se han quedado sin empleo pues dependían de la actividad generada por el café para obtener ingresos, según la alcaldía de Apaneca y la Fundación Salvadoreña para la Salud y el Desarrollo Humano (Fusal).
El ataque de la roya, que bota las hojas de los arbustos y evita que el fruto se madure, disminuyó la producción en las fincas. Por este motivo, los caficultores no han logrado el ingreso necesario para pagar sus créditos, invertir en el terreno y, eventualmente, generar empleos para los habitantes.
Los bajos precios de venta del grano en el extranjero terminaron de complicar la situación.
En años anteriores, la corta era una fiesta, pero el panorama cambió a partir de 2012.
Las estimaciones de la Asociación Salvadoreña de Beneficiadores y Exportadores de Café (ABECAFE) revelan que la cifra de empleos directos e indirectos perdidos por la situación supera en la actualidad los 150.000. La población más afectada es la rural.
“Definitivamente tiene un impacto grave en la parte económica, pero muy grave en la parte nutricional, porque la gente tiene menos recursos para sus alimentos”, afirmó Celina Palomo, directora ejecutiva de FUSAL.
La organización privada sin fines de lucro ejecuta en ambos municipios su programa Libras de Amor, que se enfoca en disminuir la desnutrición infantil como una estrategia para reducir la pobreza.