Alto ejecutivo del emprendimiento dice que no compiten con taxis, radiotaxis ni buses.
Una de las acepciones de la palabra alemana “über” es “arriba de todos” o “más allá de todos”. Y es lo que proclama la empresa Uber, cuyo sistema de transporte informal a contactar por celular ha revolucionado el transporte urbano global.
Y busca presentarse como una alternativa superadora de todo lo existente. En América Latina ya está en 21 ciudades de nueve países y creciendo al... 30% mensual. A fines de noviembre comenzó a operar en Montevideo, Uruguay y sólo en su primer día tuvo 14.000 inscritos y 5.000 personas se ofrecieron como socios-conductores.
Para Andrew McDonald, regional general manager para Central US, Canadá y América Latina, el problema de Uber es hoy cómo administrar ese crecimiento explosivo, empezando por encontrar choferes para satisfacer la demanda. En un giro que sorprende, McDonald dice que su competencia “no son los taxis sino los fabricantes de autos”.
¿Por qué? El uso de Uber disminuye el uso del auto personal y, a la larga –asegura– ser parte de la comunidad Uber –alega– es más barato que mantener un auto, entre patente, gasolina, seguro, mantenimiento y arreglos, sin contar con el precio inicial del auto. Ahora el problema es que se descargue la batería del smartphone.