La Panamericana es la carretera más famosa del mundo: atraviesa toda América, conectando Alaska con Tierra del Fuego. Pero falta un pequeño tramo entre Panamá y Colombia.
En el extremo este de Panamá hace calor. Por la Panamericana se llega a un lugar misterioso que se llama ‘Tapón del Darién'. Es un hueco de unos 100 kilómetros en la carretera entre Panamá y su vecina Colombia. Es una zona de jungla donde viven unos 46.000 habitantes y que ocupa un área de cerca de 12.000 kilómetros cuadrados. Recorrer el “Tapón” no es sencillo ni cómodo y en varios puestos de control la policía revisa la documentación de los viajeros.
El policía devuelve los pasaportes, todo está bien. “Este puesto de policía es el más importante de la zona de Metetí, la ciudad principal de por aquí”, explica Javier Calvo, el conductor. Calvo es un exmilitar jubilado. “Poca gente blanca viaja al Darién”, dice. “Las autoridades panameñas no ven bien a los forasteros por aquí”.
Calvo habla de Manuel Noriega, el famoso dirigente militar de Panamá: "Cuando Noriega estaba en el poder, controlaba casi todo el tráfico de drogas y armas. Al desaparecer Noriega, sus allegados siguieron con el negocio por su cuenta, lo que aumentó los problemas. Desde entonces todos los gobiernos hacen papel de bomberos tratando de disminuir esos excesos”, explica.
Que la destitución de Noriega llevó inestabilidad al Darién también lo confirma José Miguel Guerra. Es periodista de televisión y radio en Panamá. “Para Panamá es un tapón contra la infiltración de las FARC y los grupos irregulares. Con Noriega tenían sus arreglos, ahora ya no los hay. Lo que trata el gobierno es que se respete la soberanía. Pero ha costado vidas panameñas y mucho dinero tratar de proteger la frontera”, apunta.
Panamericana, arteria de vida. A medida que se avanza por la carretera, los asentamientos se vuelven más pequeños. La Panamericana es una arteria de vida para la gente del Darién. Sin ella la provincia no tendría conexión con el resto del país. En sus orillas se encuentra todo: gasolineras, tiendas de abarrotes, talleres, mercados. Sólo aquí paran los autobuses que vienen de la capital y siguen hasta Yaviza, que está en la orilla del Chucunaque, el río más largo de Panamá. Con sus 2.000 habitantes, Yaviza es uno de los pueblos más grandes.
Al llegar a Yaviza, sorprende la instantaneidad con que termina esta carretera que parecía interminable. Hay una barrera transversal de casetas que bloquean el paso. Detrás, el Chucunaque. Después de unos 13.000 kilómetros la mítica Panamericana termina en la jungla. Un hombre alto se acerca. Se llama Kique Lorén y nació en Darién hace 72 años. “Soy representante de las comunidades de Canclón y Yaviza, mi función es mejorar las condiciones de vida de la gente de aquí”.
"Sin carretera no hay futuro", dice Kique, parecido a un cacique de tiempos pasados que está luchando por el bienestar de su pueblo. “Hace poco pusieron asfalto en la carretera hasta Yaviza. Luchamos diez años por 26 kilómetros desde Canclón. Cuando alguien se enfermaba, un médico tardaba días en llegar por el río desde Metetí”, revela.
Es una situación difícil la del Darién: un gobierno que tiene miedo de los guerrilleros colombianos, colonos como Kique Lorén que tienen que buscarse la vida, ecologistas que ven en peligro la biodiversidad del parque nacional e indígenas que no quieren cambiar nada. A Colombia le gustaría que se cerrara ese hueco que facilitaría el comercio entre los dos países. Estados Unidos, que sigue siendo el Gran Hermano de Panamá, hace todo lo posible para evitarlo por temor a la infiltración de droga. Eso es el conflicto que hace que ese hueco ridículamente pequeño en la carretera más larga del mundo siga existiendo.