La mayoría de las firmas no tienen planes de alterar sus proyectos multimillonarios de largo plazo para alejarse del carbón, lo que sugiere que la demanda de este combustible fósil seguirá cayendo pese a los esfuerzos de Trump.
Cuando el presidente Donald Trump firmó un decreto la semana pasada para barrer las regulaciones sobre cambio climático de la era Obama, dijo que acabaría con la "guerra contra el carbón" en Estados Unidos y llevaría a una nueva era de producción de energía en la que los trabajadores regresarían a las minas.
Pero los grandes consumidores de carbón en Estados Unidos, las empresas de generación eléctrica, siguen sin estar convencidos.
Reuters encuestó a 32 empresas de electricidad con actividad en los 26 estados que demandaron a la administración del ex presidente Barack Obama para bloquear su plan de energía eléctrica limpia (Clean Power Plan), precisamente el objetivo principal de la orden ejecutiva de Trump.
La mayoría de las firmas no tienen planes de alterar sus proyectos multimillonarios de largo plazo para alejarse del carbón, lo que sugiere que la demanda de este combustible fósil seguirá cayendo pese a los esfuerzos de Trump.
Las eléctricas adujeron diversos motivos, principalmente económicos: el gas natural -principal competidor del carbón- es barato y abundante; los costos de la energía eólica y solar están cayendo, las leyes estatales a favor del medioambiente siguen vigentes; y la vuelta atrás planteada por Trump podría no sobrevivir a los desafíos legales.
En tanto, grandes inversores alineados con la lucha mundial contra el cambio climático, como el Fondo Soberano de Noruega, han estado presionando a las eléctricas para que recorten el uso de carbón. "No voy a construir nuevas centrales de carbón en el entorno actual", dijo Ben Fowke, presidente ejecutivo de Xcel Energy, que opera en ocho estados y utiliza carbón para alrededor del 36% de su producción eléctrica. "Y si no voy a construir nuevas, a la larga no habrá ninguna", agregó.
De las 32 compañías contactadas por Reuters, 20 dijeron que la orden de Trump no tendría impacto en sus planes de inversión, cinco dijeron que estaban revisando las implicaciones de la misma y seis no respondieron. Sólo una dijo que prolongaría la vida de algunas de sus centrales térmicas de carbón más viejas.
Basin Electric Power Cooperative, del estado de Dakota del Norte fue la única eléctrica en identificar un impacto positivo inmediato para el futuro del carbón en el decreto de Trump.
"Estamos en una situación en la que el decreto quita mucha presión a las decisiones que teníamos que tomar a corto plazo, como la de decidir si modernizamos y retiramos las centrales de carbón más viejas", dijo Dale Niezwaag, portavoz de Basin Electric. "Aunque Trump podría gobernar sólo un mandato, así que el alivio es breve".
El decreto de Trump activa una revisión dirigida a matar el plan de energía eléctrica limpia. La ley de la era Obama, que requería que para el 2030 los estados redujesen en un 30% las emisiones de dióxido de carbono de las centrales eléctricas con respecto a los niveles de 2005, es la principal estrategia del país para combatir el cambio climático global.
Sin incrementos en la demanda doméstica, la industria del carbón estadounidense dependería de los mercados de exportación para su crecimiento.
Los envíos de carbón estadounidense para la producción de acero han resurgido recientemente en China tras una interrupción de dos años, en parte para compensar una prohibición que pesa sobre los envíos de Corea del Norte y retrasos temporales de productores australianos afectados por un ciclón.
El carbón fue la principal fuente de combustible para las eléctricas estadounidenses durante el último siglo, pero desde 2008 su uso ha caído más de un tercio después de que los avances tecnológicos desbloquearan nuevas reservas de gas natural.