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El 70% de la gasolina que consume el mercado venezolano es de la categoría más costosa
Lunes, Julio 12, 2010 - 10:25

En vez de venderse más gasolina de 91 octanos, que es más barata, la gente prefiere la de 95. Pdvsa pierde millones de bolívares diarios por esas ventas en el mercado interno de Venezuela, pero la decisión de subir el combustible aún no se concreta.

Caracas. La gasolina en Venezuela enciende pasiones sociales. El ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez puede contarlo, y reconocer que los cálculos de "El Gran Viraje" no le salieron dentro de lo previsto. Confió, excesivamente, en la popularidad que lo llevó por segunda vez a Miraflores.

El presidente Hugo Chávez, al parecer, aprendió la lección y prefiere no arriesgarse. Pese a que ha fustigado los bajos precios internos de la gasolina, y ha girado instrucciones al ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, para revisarlos, la decisión de subir el combustible no termina de concretarse.

A decir del mandatario: "Ya es una grosería vender la gasolina como la estamos vendiendo. ¡Mejor sería regalarla!" (enero 2007). Mientras que Alí Rodríguez Araque, cuando despachaba desde el ministro de Finanzas, comentó que "la gasolina casi se regala en el país".

Pero así las cosas, este año los precios de los combustibles arribaron a su doceavo año congelados. La distorsión generada y el deterioro en todos los eslabones de ese mercado, ha crecido, alimentada por la inflación.

Los empresarios de las estaciones de servicio inclusive señalan que un nuevo elemento está generando complicaciones. Se ha invertido la venta. En lugar de salir en mayor proporción la más económica (91 octanos), el 70% que se expide es de la más costosa (95 octanos).

Desenredar la madeja, para analistas, luce imposible, más aún cuando el líquido que mueve los motores de la mermada economía afectaría directamente a los más desposeídos de la sociedad; elemento clave y determinante para que el gobierno mantenga cautela.

Factor precio. Los más afectados por las decisiones gubernamentales han sido los expendedores de combustible. El presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Empresarios de Hidrocarburos (Fenegas), Giuseppe Gherardi, señala que la pequeñísima diferencia de precios entre la gasolina de 95 y 91 octanos, no incentiva a los consumidores a demandar la más barata.

El dirigente empresarial sostiene que Venezuela es la excepción de la regla. En todos los países se vende en mayor proporción el combustible más económico. "Mientras más caro un combustible es menos demandado, lo que obliga a los consumidores a migrar a alternativas menos costosas, comenta.

Cuando se definió la eliminación de la gasolina de 87 octanos en septiembre de 2002 se estimó que eso ocurriría. Se dejaría la de 95 octanos para aquellos con mayor poder adquisitivo, o en su defecto para la exportación. Sin embargo, no fue así.

Reitera Gherardi que en todos los países el esquema funciona, pues los diferenciales de precios incentivan la migración de un combustible a otro.

El precio de la gasolina en Venezuela es el más barato del mundo. El litro de 91 octanos cuesta al consumidor final 70 centavos de bolívares, mientras que la de 95 octanos asciende apenas a 97 centavos de bolívares.

Estos precios dolarizados equivaldrían a 16 centavos de dólar y a 22 centavos respectivamente. Mientras que el galón de combustible (3,78 litros) en Estados Unidos oscila entre US$ 2,73, lo que arroja un precio de 72 centavos de dólar por litro.

Otro elemento que complica este patrón de consumo es que los tanques de las estaciones de servicio están diseñados para almacenar mucho más combustible de 91 octanos que de 95.

La situación, según el empresario, problematiza los despachos, pues deben coordinar mayores entregas de gasolina de 95 octanos, a través de un canal de distribución escaso, obsoleto y con compromisos previos. "Esta es una de las razones por las que muchas veces el consumidor final no encuentra gasolina de 95 en las bombas", comenta Gherardi.

Los empresarios de las estaciones insisten en la necesidad de aumentar el precio de la gasolina de 95 octanos. Estiman que un ajuste de 30% inicial permitiría estudiar si los consumidores son capaces de modificar su esquema de demanda. Reconocen, sin embargo que ese porcentaje podría ser mayor ya que no representa en realidad un cambio sustantivo.

Gherardi comenta que la solicitud fue hecha al Ministerio de Energía y Petróleo. No han obtenido respuesta, pese a que les fue permitido hace más de un año tocar el espinoso tema de los precios de los combustibles.

Muchos son los mitos que circulan en torno a la mayor potencia que adquieren los vehículos con gasolinas de mayor octanaje.

La recomendación del presidente de Fenegas es que los vehículos deben consumir la gasolina para la cual están diseñados.

Otros desmontan el mito que "mientras más alto es el octanaje de la gasolina, mayor es su pureza", o "si se emplea una gasolina de mayor octanaje a la que requiere el motor, se optimiza el rendimiento del vehículo."

Imposible desmontar. El gobierno está enredado en su propia trampa. La corrección de esta distorsión originaría una debacle en el pueblo venezolano. El estado dejó llegar el problema a niveles inmanejables. "En Venezuela Pdvsa vende un barril (157 litros) en US$6, pero si lo exporta recibe US$100, cómo enderezar esto, es imposible. Y a nivel de consumidor final usted paga menos de 100% de lo que paga un consumidor norteamericano", comenta el ex vicepresidente de Deltaven, Ramón Castro Pimentel.

El punto más grave, que destaca el ex funcionario, es que al final del camino el subsidio que le cuesta a Pdvsa cerca de 7,2 millones de bolívares (US$1,6 millones) fuertes diarios (si se tiene que el consumo local asciende a 400.000 barriles por día) no beneficia al pueblo. "Los beneficiados directos son las clases con posibilidad de tener vehículo, y de todos modos es imposible levantar la estructura de ese mercado pues se generaría un incremento en cascada de todo", dice Castro Pimentel.

Según sus cálculos, el subsidio que Pdvsa mantiene por día en la actualidad equivale a 15 días de recaudación de Impuesto al Valor Agregado (IVA).

Para el analista hay dos soluciones al problema: o el estado subsidia a los concesionarios de las estaciones de servicio, o el consumidor final paga el costo que se requiere para tornar rentable el negocio. Pero como lo segundo es imposible, el estado debería estudiar la primera posibilidad. Para Castro Pimentel resulta inaceptable que se aumente el combustible cuando el gobierno subsidia la gasolina en otros países.

GNV cuesta arriba. El uso del Gas Natural Vehicular (GNV) ha sido visto como opciones para que Pdvsa pueda liberar barriles para la exportación, y así definir un nuevo patrón interno de consumo. Sin embargo, su implementación ha sido lenta y de difícil masificación, inclusive en la época de la administración de Luis Giusti en Pdvsa, cuando se intentó implementar con cronograma en mano por primera vez.

Analistas sostienen que mientras los diferenciales de precios entre las gasolinas, y el GNV y las gasolinas, se mantengan, difícilmente los consumidores se inclinarán al uso del gas vehicular.

Castro Pimentel es más radical aún, asegura que el uso del GNV "jamás será masivo, ni en Venezuela ni en ninguna parte del mundo", al tiempo que decretar su consumo es imposible, pues el nicho de quienes se interesan por ese combustible es extremadamente bajo. No ve, inclusive, la posibilidad de que con ampliar los diferenciales de los importes se incentive a los venezolanos, pues "en el país por mucho que se incremente el combustible, no será determinante para modificar el patrón de consumo energético.

Pese a que los empresarios de las bombas de servicio aseguran que el programa GNV avanza, básicamente en el acondicionamiento de los automóviles, reconocen que el plan para las estaciones se estancó.

Estiman que los costos son elevados y que conseguir los surtidores en el mercado internacional no es nada fácil.

El gobierno está consciente de que el precio es risible, y que es un plomo en el ala que en algún momento deberá enfrentar.

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