Desde que se le cerraron las puertas al mercado colombiano en 2008, las exportaciones han caído drásticamente. Para salir de su actual crisis, al sector le urge cambiar sus estrategias comerciales.
Quito. Años atrás, cuando el colombiano Luis Fernando Suárez entrenó a la Selección Ecuatoriana de Fútbol, les entregó un libro para motivar su buen desempeño: La culpa es de la vaca. Se trata de la historia de una familia que vivía en la pobreza y se sostenía con una vaca, la cual les proporcionaba el alimento. Un día les mataron la vaca y la familia pasó dificultades pero gracias a esa crisis buscó otros medios para sobrevivir, aprendieron a mantenerse sin la vaca y mejoraron su calidad de vida. El objetivo del entrenador era que los jugadores, al leer la historia, se motiven a “matar” la inseguridad y eleven su autoestima para ganarles a los equipos más grandes.
El sector arrocero ha perdido a su vaca. Desde que se le cerraron las puertas al mercado colombiano en 2008 la venta ha caído drásticamente desde hace dos años. Luego de exportar US$ 56 millones en 2007, se vendieron apenas US$ 2 millones en 2008 y US$ 3,4 millones en 2009, según datos de la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (CORPEI).
Durante los últimos seis años el arroz ecuatoriano llegó hasta países como Alemania, Italia, Estados Unidos, España, México, Chile y hasta su principal competencia, Perú, pero en pocas cantidades. El mayor destino siempre fue Colombia, que entre 2004 2009 compró US$ 137 millones de la gramínea, que representa el 0,05% de las exportaciones no petroleras. A pesar de que en 2010, hasta el mes de abril se vendieron apenas US$ 2 millones a Colombia y US$ 10 millones a Italia, en la actualidad el principal importador es Venezuela y la venta se produjo por un acuerdo entre gobiernos.
Nuevos mercados. En un intento de recuperar las ventas con Colombia, en abril pasado se retomaron las relaciones comerciales de arroz con el país vecino, sin embargo, el acuerdo no ha tenido mayores resultados pues ellos cuentan con una reserva de arroz y ya no necesitan importarlo de Ecuador.
“Colombia era el país que siempre nos compraba, ese ha sido un problema fundamental para que no se haya desarrollado mucho la comercialización”, señala Rosa Lema, presidenta de la Corporación de Industriales Arroceros del Ecuador (Corpcom).
Con un largo suspiro, la dirigente reconoce que el sector está en crisis, que es necesario invertir en tecnología de cultivos, expandirse a nuevos mercados y mejorar los análisis de cosecha. Este es principal porque a partir de la previsión de los resultados se toman las decisiones de lo que se va a hacer con la producción.
Y lamentablemente, el último estudio no funcionó. “Este año se esperaba un excedente de 300 mil toneladas de arroz. Imaginábamos que íbamos a tener una salida fluida de arroz de cosecha hasta fines de junio y julio y eso no ha sido así, entonces eso significa que el análisis de cosecha no estuvo bien hecho”, dice Lema, quien explica que este estudio lo realiza el Gobierno pero “parece que no está totalmente capacitado o no tienen toda la tecnología adecuada”.
Ese resultado del excedente que habría en la producción de arroz para este año preocupó al sector, por lo que el Gobierno de Ecuador encontró la solución en hacer una alianza estratégica con el Gobierno de Venezuela para la venta de 150 mil toneladas de arroz, pero la presidenta está preocupada porque cuenta que apenas se han podido captar 100 toneladas y a pesar de que espera que la cantidad prometida se complete con la última cosecha de este año, no ha habido el excedente previsto.
Reorganización. Otro que se pregunta dónde está el arroz es Kirk Martínez, quien se dedica al cultivo en Samborondón y es el presidente de la Asociación Agropecuaria Faldas del Cerro que reúne a 31 productores como él, de ese cantón y de Daule. Ellos en cambio esperaban que la producción sea de 900 mil toneladas.
“Nosotros los agricultores asumimos que de todas maneras tienen que tenerlos en planta privada que se dedique a captar el arroz. Lo han de tener guardado para después tal vez vendérselos al mismo gobierno a US$ 28 y estas plantas lo que hicieron fue comprarnos el arroz a US$ 22 ó US$ 23”. Martínez denuncia que, a pesar de que el precio acordado con el Gobierno es de US$ 28 las 200 libras de cáscara, hay compradores que les pagan desde US$ 13 hasta US$ 24.
Por esto, Martínez sugiere que se necesita una reorganización del sector, regulación en precios, centros de acopio del Estado y mayor control para evitar esas estafas. Dice que hace más de dos meses, él se reunió con el ministro de Agricultura y Ganadería, Ramón Espinel, quien lo delegó para formar una comisión con los productores, de tal manera que puedan hacerle llegar sus requerimientos, pero esto no ha tenido resultado, pues luego de ese encuentro se queja de que no han tenido acceso a él.
“Le hicimos llegar una carta el 12 de abril”, recuerda Martínez y hasta la fecha no reciben ni respuesta ni un horario de cita. En el documento le exponen cuáles son los problemas más urgentes de su gremio, uno de ellos es el ingreso ilegal de arroz peruano que causa una baja en las ventas del producto nacional.
Escasa inversión tecnológica. Otro de los problemas es la poca inversión en tecnologías de cultivo. Kirk Martínez dice que se están preocupando por tener tierras más mecanizadas, sin embargo cree que en Ecuador no está bien orientado el uso de semillas certificadas y plantea que el Gobierno debería crear una planta especializada para el uso de semillas de los agricultores.
La inversión en tecnologías de cultivo puede llegar a costar unos US$ 1.000 por hectárea. “Es alto el precio. Nosotros producimos entre 50 y 60 hectáreas, entonces imagínese el precio. No todos los agricultores tienen los recursos para invertir”, dice. Por eso, propone que el Estado debería hacer estudios de suelo para ver qué fertilizantes se necesitan porque muchas veces los agricultores por desconocimiento colocan productos en la tierra que no deben utilizar y ellos están abiertos a que los capaciten para mejorar la producción.
El rendimiento actual del arroz ecuatoriano en cáscara es de 40 sacas por hectárea aproximadamente. “No pasamos de ahí. El año pasado también estuvimos entre 40 y 50, deberíamos llegar a 80. Con la producción más grande, baja el precio”, explica Rosa Lema, pues el precio elevado del arroz ecuatoriano lo hace poco competitivo en la región con el peruano, por ejemplo.
“Muchas solicitudes de arroz hemos tenido pero cuando empezamos a negociar y damos el precio nos dicen que no porque otros países lo venden más barato”, señala. Apunta que otros mercados interesados en el producto ecuatoriano son Haití, Chile, África y también Irán. Lastimosamente, cuenta que con este último no funcionó por el precio. El precio de cada tonelada de arroz ecuatoriano oscila entre los US$ 600 y US$ 700 mientras que en el caso de Perú es de hasta el 30% menos.
“Ya no me da tristeza que no hayan hecho negocio más grande porque no hubiéramos quedado bien”, dice la presidenta de Corpcom y por eso, cree que el Gobierno no debe esperar a negociar para colocar los excedentes de arroz por urgencia, sino que debería tener mayor planificación. “Cuando el Ministro de Agricultura supo lo del excedente grande, entonces lo que buscó rápidamente fue un auxilio, un SOS, como dicen y el SOS fue Venezuela. Si hubiera sabido que no iba a ver un excedente tan grande, yo creo que no se hubiera tal vez tomado la decisión de venderle a Venezuela”, opina Lema.
A pesar de los acuerdos y desacuerdos, hay ganas de colaborar entre los empresarios y el Gobierno. Corpcom hizo una alianza con los piladores para apoyar al Gobierno siendo centros de acopio del arroz para exportación, sin embargo, es claro que los involucrados en el sector arrocero, tanto piladores, como productores, empresarios y el ministerio, necesitan cambiar la receta, rediseñar sus estrategias de comercialización, sus programas de exportación e invertir en estudios del suelo para mejorar la producción y la acogida del arroz ecuatoriano. A tomar la iniciativa para salir de la crisis y aprender a sobrevivir sin la vaca.