Para el director ejecutivo del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados, debido a su inesperada rapidez, el desarrollo del petróleo de esquisto, y sobre todo el del gas, es "una especie de revolución" cuyas consecuencias son aún inciertas.
Viena. El auge del petróleo y el gas de esquisto suponen un desafío no sólo para la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), sino también para las energías alternativas, y su muy rápido desarrollo plantea serios interrogantes que aún no tienen respuesta.
Así lo explicó este martes en Viena Pavel Kabat, director ejecutivo del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), coorganizador del tercer Foro de la Energía de Viena (FEV) que hasta mañana reúne a 1.700 participantes para fomentar el desarrollo de energías sostenibles.
Para Kabat, debido a su inesperada rapidez, el desarrollo del petróleo de esquisto, y sobre todo el del gas, es "una especie de revolución" cuyas consecuencias son aún inciertas.
"Claramente, hay una preocupación", reconoció.
El instituto que dirige prepara, junto con sus principales socios, entre ellos la OPEP, un estudio sobre el asunto.
Concluirlo "llevará entre 1,5 y 2 años, porque es una cuestión muy fundamental, que puede cambiar por completo el juego, pero puede que no en el sentido más positivo", señaló.
Una posible consecuencia es que EE.UU., en unos 25 años, llegue a ser completamente independiente de las importaciones de la OPEP, y del petróleo en general, explicó.
Según los últimos cálculos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), hasta 2018 EE.UU. y Canadá aumentarán juntos su producción petrolera en 3,9 millones de barriles al día, casi dos tercios del incremento de suministro del resto de los competidores de la OPEP.
Esa tendencia facilitará la llegada a Europa de carbón estadounidense, y tanto el petróleo como el carbón se abaratarían.
Entonces, "¿qué pasará con la economía, cómo influirá en la orientación de China?", planteó el experto, para responder él mismo: "Aún no lo sabemos".
Kabat estimó posible que el nuevo sistema de sacar de la tierra petróleo y gas pueda "cambiar por completo la economía de la energía".
"Por supuesto, en cuanto a las (fuentes de energía) renovables y su posición en términos de costes-beneficios y eficiencia, cuanto más alto el precio del petróleo, mejor es la posición de las renovables", indicó.
Así que "cuanto más caro el crudo y más caro el carbón, más competitivas son las energías sostenibles".
Para el director del IIASA, el precio actual del petróleo, en torno a los US$100 por barril, es "bajo" para las renovables.
"Lo que vemos ya ahora es que las renovables tienen muchos problemas para ser competitivas, en muchos sentidos", explicó.
"Pienso que un (aumento del precio del petróleo en un) 20% haría más competitivo el sistema" de las energías verdes, añadió.
El estudio abordará estas cuestiones, evaluará el potencial de la nueva fuente energética, con "enormes recursos de gas de esquisto en muchas áreas del mundo", y también investigará el impacto medioambiental de la tecnología utilizada: la facturación hidráulica ("fracking"), que requiere grandes volúmenes de agua.
Pero, sobre todo, el IIASA quiere comprender cómo la citada revolución puede impactar en las metas postuladas en el FEV con el fin de combatir la pobreza mediante fuentes sostenibles de energía.
El FEV fue inaugurado este martes por el director general de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), Kandeh K. Yumkella, con un llamamiento a otra "revolución energética": el desarrollo de las fuentes renovables para que todos tengan acceso a la energía.
Un informe de la iniciativa de la ONU "Energía sostenible para todos" presentado hoy recordaba que alrededor de 1.200 millones de personas carecen de acceso a la electricidad, mientras que 2.800 millones dependen de la madera para cocinar y calentar sus hogares.