El nuevo estadio, cuyas obras comenzaron en agosto de 2010, costó 808,4 millones de reales (unos US$404 millones) y es el inicio de un proyecto que remozará el barrio del mismo nombre y otros adyacentes.
La jefa de Estado brasileña, Dilma Rousseff, encabezó este sábado la reapertura del estadio Maracaná en la ciudad de Río de Janeiro, que es objeto de fuertes inversiones en infraestructuras de cara al Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
El emblemático estadio es la joya de la corona de esos vastos proyectos de inversión, muchos diseñados en beneficio de las favelas que trepan por las colinas que rodean la ciudad y que en su mayoría aún carece de los servicios básicos más elementales.
Fue un acto sin discursos, al que la presidenta llegó junto a su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, y el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, y que fue considerado sólo como una "prueba festiva", pues la inauguración oficial será el próximo 2 de junio, con un amistoso entre las selecciones de Brasil e Inglaterra.
El nuevo estadio, cuyas obras comenzaron en agosto de 2010, costó 808,4 millones de reales (unos US$404 millones) y es el inicio de un proyecto que remozará el barrio del mismo nombre y otros adyacentes, que estuvieron abandonados durante décadas.
Según los planes oficiales, ahora faltan obras en el entorno del Maracaná que atenderán toda la zona y cuyo costo ha sido calculado en otros 564 millones de reales (US$282 millones).
El secretario municipal de Obras Públicas, Alexandre Pinto, dijo este sábado que parte de esas obras estarán dirigidas a concluir todos los accesos al Maracaná, lo cual implica intervenciones en una estación de metro vecina al estadio.
Asimismo, abarcan las aceras en un perímetro de varias manzanas a la redonda, trabajos de jardinería y drenajes, una pasarela peatonal que unirá el estadio a un parque cercano y obras para desviar el río Joana, que corre a unos 700 metros del Maracaná.
"El estadio es importante, pero es parte de un gran proyecto de revitalización de todo el barrio Maracaná" y de otros aledaños, dijo Pinto, quien garantizó que todos esos proyectos estarán listos para mediados del año próximo, cuando se disputará el Mundial de fútbol.
Si bien es la más visible de todas las obras y la que más luce de cara al Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, el Maracaná es apenas una pieza del programa de inversiones que se ha volcado sobre Río de Janeiro, en buena medida gracias a esos grandes eventos deportivos que recibirá la ciudad.
El gobernador Cabral ratificó que el próximo paso será la construcción y mejora de infraestructuras en las comunidades de Lins, Rocinha y Jacarezinho, incluidas en un plan de inversiones por 2.600 millones de reales (unos US$1.300 millones) que será oficializado en los próximos días.
De ese total, cerca de 600 millones de reales (US$300 millones) serán destinados a Jacarezinho, la cuna del ex futbolista y actual diputado Romario Souza Faria, quien no estuvo presente en el partido inaugural del Maracaná, que disputaron antiguos astros del fútbol brasileño como Ronaldo y Bebeto.
Los planes inmediatos en ese barrio de unos 40.000 habitantes, en su mayoría de bajísimos recursos, apuntan a la construcción de 2.240 viviendas para personas que viven en laderas de montañas en las que existen riesgos de deslizamientos y deben ser reubicadas, explicó Cabral.
Todo esto se suma a una multiplicidad de obras que ya están en marcha para los Juegos Olímpicos de 2016 y a fuertes inversiones previstas en el área de hidrocarburos, que en Río de Janeiro ha cobrado un interés especial tras el hallazgo de una inmensa riqueza petrolera en aguas profundas del litoral de ese estado.