La demanda de energía eléctrica está a las puertas del pico de verano, que se extenderá durante ocho semanas a partir del lunes 19 de este mes y obligará al conjunto del sistema generador y distribuidor a extremar esfuerzos para morigerar los cortes de luz.
Buenos Aires. La Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa) elaboró, en ese marco, su programación estacional definitiva para el período noviembre 2016 – abril 2017 y estimó que la demanda máxima prevista se extenderá desde la semana anterior a Navidad hasta la que concluye el 13 de febrero.
“Durante los máximos requerimientos de potencia se deberá recurrir a buena parte de la reserva operativa para abastecer la máxima potencia esperada”, admitió Cammesa en la documentación anticipatoria a la que Télam tuvo acceso.
Si bien las necesidades de provisión de energía durante el período estival dependerán del nivel que alcancen las temperaturas y de las eventuales olas de calor, el organismo trabaja con hipótesis que muestran la continuidad del persistente desequilibrio entre oferta y demanda.
Del lado de los requerimientos, Cammesa -sociedad anónima integrada por todos los grupos actuantes del mercado eléctrico mayorista, junto al Estado nacional- relevó expectativas de crecimiento de 2,1%, al proyectar las demandas netas desestacionalizadas para el semestre noviembre-abril.
La buena noticia, afirman los funcionarios, es que la potencia máxima prevista para este verano ascenderá a 26.300 Mw, es decir, si se cumplen las proyecciones se alcanzaría un nuevo récord.
Concretamente, se superará el máximo de potencia de 25.380 Mw registrado el viernes 12 de febrero pasado a las 14.35 horas, cuando el termómetro anotaba una temperatura de 31 grados.
La oferta eléctrica esperada de parte de los generadores resultará así 7,8% superior a la del promedio de los últimos cuatro veranos y se ubicará casi 20% por encima de la anotada en el estío de un lustro atrás.
Las medidas preventivas adoptadas por las empresas del sector serán un paliativo ante la fuerte demanda, pero recién se podrán percibir mejoras consistentes a partir de 2018, según admiten los funcionarios.
El equilibrio será entonces el resultado de la combinación del ahorro en el consumo, inducido en parte por el aumento de las tarifas, y de la puesta en marcha de equipos de energía térmica y renovable, a partir de los proyectos licitados en los últimos meses.
Por lo pronto, Cammesa diseñó tres escenarios que resumen los máximos requerimientos de potencia esperados y otros tantos casos de disponibilidad de generación prevista (alta, media y baja).
En el promedio de las hipótesis formuladas, para el verano 2016-17 la reserva necesaria será de 1.657 Mw, aunque en el mejor de los casos se necesitará menos de la mitad (766 Mw) para cubrir el pico.
Los otros dos escenarios son menos optimistas: ante una disponibilidad de generación media, la potencia adicional necesaria se elevará a 1.596 Mw, mientras una disponibilidad baja obligará a contar con una potencia extra de 2.346 Mw, a fin de poder atender la demanda con reservas.
Como ya ocurrió en los últimos veranos, el desfasaje entre la demanda máxima y la potencia disponible (incluida la reserva operativa), que se inicia a partir de estos días y concluye -según las proyecciones- a mediados de febrero, se cubre con importaciones de electricidad.
Esos refuerzos provienen habitualmente desde Brasil y en febrero pasado se concretó la primera operación con Chile desde 2009, por 110 Mw, desde la subestación Los Andes hasta la central Salta, en el norte argentino.