Mark Tercek cree que el secreto del éxito en iniciativas ambientales, como los Fondos de Agua, que comienzan a ser replicados en otros continentes, está en líderes que hacen su trabajo no sólo con la cabeza sino también con el corazón.
Mark Tercek se educó y formó para competir en las grandes ligas del mundo financiero. Luego de una larga carrera de 24 años en el sector llegó a ser un alto ejecutivo de la banca de inversión Goldman Sachs. Su vida en 2010 dio un giro. Aceptó convertirse en el Presidente de The Nature Conservancy (TNC), una de las organizaciones ambientales más grandes del mundo.
Esta semana estuvo en Colombia participando en la 3a Bienal de Fondos de Agua. Entre 2011 y 2016 la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua, que reúne a más de 200 organizaciones públicas y privadas, ha apalancado más de USD $120 millones para ejecutar acciones directas de conservación en casi 200 mil hectáreas de cuencas hidrográficas. Esto a través de 19 Fondos de Agua en países como Brasil, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, México y Perú. Es una idea con la que TNC y sus socios intentan demostrar que es posible crear una arquitectura financiera para cuidar las fuentes de agua.
-¿Por qué han sido exitosos estos Fondos de Agua?
-Esta es una gran idea. Acabo de llegar de China y ahora hay tres Fondos allí, siguiendo el ejemplo de Latinoamérica. En Nairobi también están imitando lo que se hizo aquí. No es fácil tener un proyecto piloto que sea exitoso. Ahora necesitamos estrategias para replicar y escalar esto. Con los Fondos estamos protegiendo el agua, pero también los bosques. Y al hacerlo ocurren cosas maravillosas. Son hábitats de biodiversidad. Secuestran carbono. Son buenos para las comunidades locales. A menudo las organizaciones ambientalistas culpan a las compañías, las compañías y los ambientalistas culpan al gobierno. Es muy fácil culpar a otros. Los Fondos de Agua son diferentes porque trabajamos con gobierno, con empresarios, que pueden tener diferencias, pero se dejan de lado para preguntarse cómo progresamos con estos Fondos. Una última cosa: financieramente son muy eficientes.
-¿No debería ser una obligación de los gobiernos la protección de algo tan básico como las cuencas de agua y no de iniciativas privadas?
-Con el tiempo estos Fondos se van haciendo más sofisticados en finanzas, en la ciencia detrás de ellos, más sofisticados en la elección de las intervenciones. Creo que pronto va a ocurrir a una escala mayor. Aquí en Colombia, en Santa Marta, están sufriendo el estrés hídrico. Podemos tomar lo que sabemos de los Fondos y enfrentar el problema de Santa Marta. Pero es algo que no se podrá hacer sin el Gobierno. Se pueden hacer cosas pequeñas sin el gobierno, pero no se puede algo grande sin el gobierno.
-Colombia pasó de ser un país de baja renta a uno de renta media. Un resultado es que muchas organizaciones sociales y ambientales dejaron de invertir en el país. ¿Qué planes tiene TNC?
-Trabajamos en 60 países. Tenemos más de 65 años de experiencia, un montón de ciencia y conocimiento. Queremos ayudar. Podemos ser un buen socio. Traer ideas. Reunir personas que de otra manera no se reunirían. Creo que continuaremos haciendo esto. Hemos estado aquí desde hace 30 años.
-¿Cómo ve el futuro de este tipo de Fondos? ¿Estarán los ciudadanos dispuestos a pagar por conservar?
-Las opciones para los habitantes de las ciudades no son muchas. Pueden, por un lado, proteger las fuentes de agua y mantenerlas limpias. O pueden no hacer eso. En ese caso se degrada la cuenca y tendrán que comprar equipos para limpiarla y eso costará más. Si protegen las fuentes de agua ahorran dinero y tendrán todos los otros beneficios.
-Usted acaba de decir que muchas iniciativas ambientales fracasan. ¿Cuál puede ser el secreto para sacarlas adelante?
-Cuando comencé a trabajar en este sector me di cuenta que a veces lo hacíamos bien y a veces mal. Y al pensar en esto uno se da cuenta que el éxito depende de buenos líderes. Líderes que no sólo hacen su trabajo sino que van más allá. Son personas que lideran no sólo con la cabeza sino con el corazón. Si somos capaces de detectar los líderes, el resultado será mejor.
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-¿Cuál ha sido el aprendizaje personal luego de dejar atrás el mundo de las finanzas para trabajar por el medio ambiente?
-Aprendí algo que descubrí con mi esposa. Nosotros debemos estar muy atentos a las personas que son grandes donantes. Es así como funciona la filantropía en EE.UU. La gente gana dinero a lo largo de su vida y en la vejez suele donar mucho dinero. Vamos a eventos con estas personas. Luego de uno de esos eventos, de regreso a nuestra casa, dijimos ‘notaste que tal y tal persona parecían los más felices, energéticos’. Y pensamos que se debe a que descubrieron una causa que les importa, el ambiente, y le dan todo lo que tienen. Su cabeza y corazón.
-Hoy existe un gran debate sobre el capitalismo y su profundo impacto en la crisis ambiental. ¿Qué es lo que se debería ajustar?
-Si supiéramos las respuestas para resolver la crisis ambiental viviríamos en un mejor lugar. Debemos ser más humildes. Es cierto que a veces el capitalismo y las prácticas que envuelve resultaron en daño ambiental. Pero creo que hemos tenido muchos problemas regulatorios. Por ejemplo, en Estados Unidos no hay impuesto al carbón. Y los que emiten gases de efecto invernadero no pagan por el impacto. Eso no es un problema del capitalismo sino regulatorio. Podemos poner un impuesto y así los usuarios de combustibles fósiles pagarían todo el precio. No es culpa del capitalismo. Es culpa de políticas del gobierno. Otra cosa que anotaría es que hay evidencia de que los países, en la medida en que crecen sus economías, se preocupan más por el ambiente y pueden invertir en su protección. Capitalismo y progreso ambiental puede ocurrir. Necesitamos regulaciones y buenos líderes empresariales.
-Hay mucha preocupación en el sector ambiental si llega Donald Trump a la Presidencia de EE.UU ¿Qué podría pasar realmente?
-Estados Unidos en muchos aspectos tiene buenas prácticas ambientales. Hay una excepción. En cambio climático fuimos por muchos años el mayor emisor. Nos pasó China. Tenemos malas prácticas ahí. Afortunadamente hubo un gran progreso. El presidente Obama, en su segunda presidencia, ha hecho mucho de forma unilateral. Por primera vez en la historia de Estados Unidos hemos hecho algo significativo por el cambio climático. Pero como no se hizo a través del Congreso puede ser deshecho. Por eso importa el próximo presidente. Del lado demócrata, Hilary Clinton y el senador Sanders han sido muy agresivos sobre este tema, sobre hacer lo correcto por el clima. En el lado republicano, no son tan buenas noticias. Muchos expertos dicen que Donald Trump es impredecible sobre lo que podría hacer. Ahí hay un riesgo. Pero en Estados Unidos un presidente no puede hacer tanto. Hay límites que impone el Congreso.
-¿Qué lo hace ser optimista frente al problema del cambio climático y que lo pone pesimista?
-Muchas cosas me hacen ser optimista. El Acuerdo de París, por ejemplo. Estuve ahí. Fue la semana más emocionante de mi carrera. Líderes de todos los países lograron un acuerdo. Eso nunca había ocurrido. Pero también tenías activistas, alcaldes, empresarios, líderes, todos determinados a hacer algo. Eso me da optimismo. En cuanto al pesimismo: tenemos mucho petróleo. Simplemente está ahí. Y el costo va para abajo.