Las eléctricas españolas parten como favoritas, pero no están solas: compiten contra grupos locales y con otros gigantes de mercados más maduros, como Europa o Estados Unidos.
Universia Knowledge Wharton. Latinoamérica demanda energía y las multinacionales de todo el mundo toman posiciones en la región para hacer frente a este desafío. En esta carrera, las eléctricas españolas parten como favoritas, dada su larga trayectoria histórica en la zona, aunque no están solas en esta carrera y compiten no sólo contra grupos locales, sino también contra otros gigantes de mercados más maduros, como Europa o Estados Unidos, que ven en América Latina un escenario de crecimiento, aunque con claroscuros, como la débil seguridad jurídica de algunos países a corto y medio plazo.
Los datos son incuestionables. Durante la última década y media, el consumo eléctrico de los países latinoamericanos en conjunto ha crecido 54%, según datos de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade). Y, según el Consejo Mundial de la Energía, la demanda actual podría duplicarse antes de 2050, lo que exigirá una inversión acumulada en los próximos 40 años de 1,33 billones de dólares (1,18 billones de euros). En otras palabras, la región necesita captar cada año alrededor de US$33.250 millones (30.253 millones de euros) para adaptar y crear nuevas infraestructuras energéticas para hacer frente a la demanda creciente de electricidad.
Según explica Massimo Cermelli, profesor del departamento de Economía de Deusto Business School, “el crecimiento experimentado por los países latinoamericanos y su potencial de cara a los próximos años, aun encontrándonos en un momento coyuntural desfavorable para algunos de ellos, es sin duda una gran oportunidad de negocio para las eléctricas extranjeras. Y añade que las “crecientes dinámicas de la población, de la renta per capita o la creación de nuevas clases medias significa inevitablemente mayores consumos energéticos, sobre todo, en áreas del mundo donde el nivel de las infraestructuras (especialmente energéticas) es inadecuado frente a dichas proyecciones demográficas y económicas”.
La carrera por situarse los primeros en este mercado en crecimiento ya ha empezado. Por ejemplo, Iberdrola anunció en septiembre que se ha adjudicado un contrato, con una inversión de cerca de US$400 millones, en México, concretamente, en Nuevo León. Se trata de una planta de ciclo combinado (genera electricidad a partir de gas natural) con una capacidad de 850 megavatios de potencia. De esta forma, Iberdrola se consolida como el primer productor privado del país, donde cuenta con varias instalaciones (incluyendo parques eólicos) que abastecen de electricidad a más de 20 millones de mexicanos.
Destino de las inversiones. Ángel Saz, director de EsadeGeo (departamento de geopolítica de la escuela de negocios Esade), explica que para las eléctricas españolas es una buena estrategia centrar su estrategia de crecimiento en Latinoamérica, en lugar de Europa, ya que los movimientos en el mercado energético del Viejo Continente están más relacionados con programas de diversificación (fuentes alternativas de energía), pero no tanto con el aumento de capacidad y de nueva generación, por lo que las oportunidades están en otros continentes con economías emergentes. Sin embargo, este experto alerta de algunos problemas que las compañías se pueden encontrar por el camino: “El entorno regulatorio es uno de ellos, ya que es más arriesgado comparado con el marco al que estamos acostumbrados en Europa”.
Cermelli considera que centrarse en el Viejo Continente no es una mala estrategia, pero diversificar es mejor opción: “Las inversiones en países latinoamericanos seguros representan una estrategia de diferenciación, teniendo en cuenta que son dos áreas del mundo donde los ciclos económicos no siguen a lo largo de la historia la misma tendencia”. De toda forma, dice, países como España o Italia presentan tecnologías renovables punteras que pueden utilizar en Europa, pero también en la reconversión del sector energético de muchos países de Latinoamérica. “El tema está en elegir bien los mercados en que entrar porque la estabilidad política es muy importante, como se ha podido averiguar en los años anteriores en otras ocasiones”.
Los expertos no se olvidan de algunos procesos de nacionalización, precisamente en este sector, que no ayudan a disipar las dudas sobre las futuras inversiones. Aunque el ejemplo más recurrente es la expropiación de la petrolera argentina YPF a la española Repsol por el gobierno de Kirchner en 2012, existen otros centrados exclusivamente en el ámbito eléctrico y no en el de los hidrocarburos. Ese mismo año, Bolivia expropió a Red Eléctrica de España (REE) su filial en este país y, en 2010, ya había hecho lo mismo con las filiales de la francesa GDF Suez y la británica Rurelec.
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Seguridad jurídica. “Los países donde hay menos riesgo y más oportunidad de inversión son, sobre todo en este momento, Chile, Perú y México. Colombia, Argentina y Brasil presentan también mercados muy atractivos para las eléctricas extranjeras pero el nivel de riesgo (sobre todo en el caso de Brasil) es más alto en este momento”, apunta el profesor de Deusto Business School. El de Esade coincide en este punto, e incluso señala que la falta de seguridad jurídica de esta zona podría desviar parte de la inversión hacia otros continentes, con iguales o mejores perspectivas de crecimiento en el sector eléctrico, como Asia. “Tanto China como India son destinos interesantes para las eléctricas españolas; aunque el entorno regulatorio todavía no es lo suficientemente maduro, es mejor que en muchos países latinoamericanos y, sobre todo, que Brasil”, señala. En este caso, no se refiere al riesgo de expropiación, sino al férreo control legislativo que el gobierno ejerce sobre el sector eléctrico.
Tal vez por eso, no es de extrañar que las grandes inversiones internacionales se hayan producido en otros países. Además de la de Iberdrola en México, también está, por ejemplo, la compra de la mayor eléctrica chilena, Compañía General de Electricidad (CGE), por parte de Gas Natural Fenosa, por unos 2.600 millones de euros. Ángel Saz explica que la preferencia de las compañías españolas por estos destinos, en lugar de Asia, se debe a que “las empresas de la Península compiten muy bien en Latinoamérica, donde ya cuentan con una gran experiencia y su curva de aprendizaje es mejor que la de competidores de otros países”. Pero eso no quiere decir que sean los únicos protagonistas en el sector eléctrico latinoamericano, donde también pujan con fuerza grupos locales y multinacionales de otros países. Un ejemplo es el proceso de privatización de la eléctrica colombiana Isagen (tercer mayor productor del país y cuya operación está todavía en el aire), al que se han presentado la chilena Colbún, la francesa GDF Suez e incluso el fondo de inversión canadiense Brookfield Asset Management. También mostró interés por participar China Haudian Corporation, pero finalmente no llegó a presentar el aval necesario para pujar.
El interés de las grandes eléctricas internacionales por invertir en Latinoamérica es más que evidente, pero todavía quedan muchos aspectos que resolver para que la inversión despunte definitivamente. Por un lado, el experto de Esade señala la incertidumbre económica de la región, con Brasil a la cabeza: “El auge de Latinoamérica en la última década ha estado directamente relacionado con el boom del mercado de materias primas; pero el ciclo ha terminado y esto podría tener un impacto en el consumo energético”.
Por otra parte, el profesor de Deusto Business School señala que los retos para los próximos años pasan por adecuar el nivel de las infraestructuras de estos países y empujar la generación de fuentes renovables. “Eso significa mayor seguridad de los aprovisionamientos energéticos, incrementar la eficiencia energética y, sobre todo, promover la participación de inversores privados en este sector”. Por todos estos motivos, él asegura que se necesita la ayuda de los gobiernos locales, que, “cuanto más estables, más podrán garantizar un futuro energético sostenible de sus países. En este momento, la energía hidroeléctrica es la fuente dominante (más del 50%) entre las energías renovables en Latinoamérica y las eléctricas extranjeras tienen el know-how necesario para apoyar a estos países en la explotación de otras energías renovables, como la geotérmica, la eólica y la solar”.