Un estudio realizado por el Banco Mundial revela que el sector turístico –que representa un 6% de la economía panameña- puede tener un papel clave para reducir la pobreza, a la vez de convertirse en una fuente de gran potencial para contribuir al crecimiento económico.
Desde hace algunos años que Panamá se ha posicionado como un destino turístico importante en Centroamérica, especialmente para los mercados estadounidense y europeo.
Según cifras de la Organización Mundial de Turismo (OMT), en los primeros nueve meses de 2012 el país recibió más de 1,5 millones de visitantes, casi un 7% más que en el mismo periodo del año anterior. Las autoridades panameñas esperan que en este año se supere la cifra de dos millones de turistas, según informó el Banco Mundial (BM).
El país atrae turismo no solamente por sus maravillosas costas y amplia biodiversidad, sino también por su rica herencia cultural. ¿Pero, cuál es el impacto que tiene esta actividad económica en la reducción de la pobreza del país?
Un estudio realizado por el Banco Mundial revela que el sector turístico –que representa un 6% de la economía panameña- puede tener un papel clave para reducir la pobreza en el país, a la vez de convertirse en una fuente de gran potencial para contribuir al crecimiento económico del país.
“Los beneficios que el desarrollo del turismo puede tener para los pobres no depende tanto del tipo de turismo sino cómo se estructura la economía del sector”, afirman los autores del informe, Irina Klytchnikova, economista sénior del departamento de Desarrollo Sostenible de Latinoamérica y el Caribe, y Paul Dorosh, director de división del departamento de Estrategia y Grupo de Gobernanza del Instituto de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, en inglés) .
Según el estudio, Panamá ha sido tradicionalmente un país con economía “dual”, con grandes desigualdades: un sector urbano de rápido crecimiento basado en la actividad del Canal y la zona de libre comercio, y un sector de áreas urbanas y rurales pobres, donde la agricultura es la principal fuente económica y donde la pobreza afecta principalmente a las poblaciones indígenas.
“Solo un 8% de los habitantes de Panamá vive en zonas indígenas, pero el 90% de los habitantes de esas áreas vive en extrema pobreza”, destacan los autores. La mayor cantidad de indígenas pertenecen al pueblo Ngäbe-Buglé, que vive principalmente del agro en las provincias de Bocas del Toro y Chiriquí, y cuya cultura y medios de vida se ven amenazados. Estas dos provincias son dos de los principales destinos para el turismo foráneo.
“El crecimiento del sector turístico puede ser una nueva fuente para obtener ingresos diferentes a la agricultura en algunas zonas rurales e indígenas, para una reducción significativa de la pobreza en esas zonas”, agrega el estudio.
Esta reducción se puede producir por diferentes vías: creación de empleos, sueldos más altos y acceso a nuevas infraestructuras y servicios comunitarios desarrollados como parte de la estrategia turística.
Pero los autores del estudio advierten que el crecimiento de la actividad turística puede tener también consecuencias sociales y ecológicas adversas si no se diseña una estrategia que incluya la participación de las comunidades en zonas pobres, rurales y urbanas, en especial en las indígenas. Es “especialmente grave en Panamá debido a la alta desigualdad ya existente y la sensibilidad ambiental del flujo creciente como destino turístico de la zona próxima al Corredor Biológico Mesoamericano”.
Por ello, entre sus recomendaciones, el estudio destaca que se mida de forma más precisa el flujo de turismo que va a la provincia, especialmente a las comarcas indígenas, y el impacto que éste tiene en la actividad hotelera y en los salarios. Además, estimular la producción y disponibilidad de productos artesanales indígenas de calidad y ampliar el acceso de agricultores pobres a la cadena de suministros en el sector.