Cuando a Guillermo Tame y a un grupo de amigos se les ocurrió plantar en una azotea llena de trastos viejos una viña, colocar una procesadora para hacer vino y un cuarto de barricas, nadie los llamó locos.
México. Pese al escaso apoyo gubernamental y a la ausencia de una denominación de origen propia, el consumo de vino mexicano crece cada día gracias al interés creciente por la enología y a originales propuestas, como una vinícola en una azotea de Ciudad de México.
Cuando a Guillermo Tame y a un grupo de amigos se les ocurrió plantar en una azotea llena de trastos viejos una viña, colocar una procesadora para hacer vino y un cuarto de barricas, nadie los llamó locos.
"Todos quisieron participar en el proyecto y aportar algo", contó Tame en una entrevista con Efe, en la que explicó que todo surgió del deseo de mostrar en la capital mexicana "lo que está pasando" en el país.
Tras una visita al Valle de Guadalupe, una de las regiones vitivinícolas más importantes del país localizada en el noroccidental estado de Baja California, empezaron a darse cuenta de "la alta calidad" del vino mexicano y de que en la capital la cultura del vino "estaba muy pobre".
La idea surgió en enero de 2013 y en marzo ya estaban plantando las vides, 300 plantas de diez variedades de tintos y dos de blancos que crecen sobre una terraza de la avenida Masaryk, donde se ubican algunos de los comercios más lujosos de la capital mexicana.
Según Tame, a las plantas "les ha caído muy bien el clima y el ambiente", "han crecido muy bien" y "ya tienen racimos de uva". En agosto o septiembre se harán las primeras pruebas de calidad.
Sin embargo, todavía es temprano para ver cuál es la uva que mejor se va a adaptar a este ambiente, dijo a Efe Alina Pérez-Girón, encargada de la Vinícola Urbana.
"Sí queremos hacer vino con esto, pero no sabemos cuál es la que se va a adaptar todavía (...) Vamos a ir viendo con el tiempo y con los años, pero sería una cosecha muy chiquita y especial", explicó.
En la terraza hay también una procesadora de vinos que ya ha sido usada con uvas traídas de otras zonas cuyos caldos están reposando en el cuarto de barricas.
Lejos de buscar el negocio, la Vinícola Urbana, cuyas vides están en constante supervisión por un enólogo y un ingeniero agrónomo, pretende ser un lugar didáctico en el que "pueden ver desde cómo se planta una vid en la tierra, cómo crece, todo el proceso del vino, y con ello ayudar a crecer la cultura del vino", abundó.
En opinión del enólogo Víctor Segura, cada vez está creciendo más en México el número de personas "con cierta formación académica que quieren aprender y disfrutar otros placeres", y que "quieren entender lo que es el vino".
Segura es uno de los socios de la bodega Las Nubes, ubicada en Baja California, con una "pequeña" producción de 90.000 botellas anuales y que surgió en 2008 como parte de este auge de buscar "vinos de cierto nivel".
Ahora lo que le toca a México es apostar por la investigación, por tratar de encontrar una uva propia que un día les dé una o varias denominaciones de origen, añadió Segura.
"Es cosa de tiempo, de seguir esforzándonos en mantener calidades y de buscar una identidad, de identificar en qué uvas podemos ser más fuertes", dijo el enólogo, quien aseguró que casi toda la investigación que se hace es privada.
Mientras que en otros países la industria recibe apoyos, "en México son entre nulos y pequeños". "Una tasa impositiva del 46 %", entre otras osas, desincentivan mucho la producción, apuntó.
A pesar de todo, el crecimiento de las bodegas y de las tiendas especializadas en vino es un hecho.
La Universidad Autónoma de Baja California es el principal centro que otorga un título de especialista en enología y, según la directora del mismo, Laura Alicia Beyliff, la mayoría de alumnos, con un cupo de 40 anuales, "están haciendo una inversión en un viñedo".