Esta cantidad es lo que piensa obtener el máximo organismo por los ciclos de Rusia 2018 y Qatar 2018, los más polémicos de la historia.
Detrás de Mandela Square, en Johanesburgo, está Michelangelo Hotel, un complejo de lujo donde se hospedaron los más altos ejecutivos de la FIFA durante el Mundial de Sudáfrica 2010. Una mañana, casi a la mitad del torneo, Michel Platini, jefe del futbol europeo, entró al lobby cargando sus bastones de golf, se dirigió al restaurante, tomó un jugo de naranja y un cuernito y fue directo a la mesa donde estaba Nicolás Leoz, en ese entonces presidente de la Conmebol, para saludarle y después irse a su habitación.
Leoz compartía la mesa con otros directivos sudamericanos y, además de Platini, por su lugar pasaron Emilio Azcárraga Jean, presidente de Grupo de Televisa e Issa Hayatou, ahora encargado de la comisión de finanzas de la FIFA, y charlaron algunos minutos. Nicolás permaneció un buen rato en el restaurante y llegó a la mesa el que es hoy uno de los más grandes debates en la historia del futbol. “Mira -le dijo a otro directivo-, lo de los Mundiales del 2018 y el 2022 ya está definido, será en Qatar, Rusia o Estados Unidos”.
Detrás de aquella frase hay una historia de sobornos, lavado de dinero y tráfico de influencias porque hay muchos intereses para la FIFA, los patrocinadores y las empresas de televisión. Según referencias de Nielsen, el Mundial tiene al menos 12.057 millones de televidentes (cada partido 188.4 millones); sí, lo que representa 1,6 veces el total de la población del mundo. Por ello los socios comerciales y los derechos de televisión son una de las oportunidades de negocios más importantes para el impacto de las empresas.
El negocio de la FIFA ha crecido 2,3 veces en los últimos ocho años, según detallan los informes financieros del organismo consultados por El Economista, que además prevén que entre el ciclo de Rusia 2018 y Qatar 2022 los ingresos serán más de US$10.000 millones.
No hay ningún país (según la lista de televisoras que publicó FIFA previo al Mundial de Brasil) que no tenga al menos una cadena que lleve la señal del evento, desde los más pobres como Níger así como el canal del Vaticano, donde está el Papa más futbolero de la historia.
Los documentos oficiales de la FIFA detallan que de todos sus ingresos lo más importante es la venta de los derechos de televisión. En el ciclo 2011 y 2014 el organismo internacional se llevó US$2.428 millones por este concepto; eso significó 42,4% de todo lo que se obtuvo en el cuatrienio.
La FIFA lleva dinero a sus arcas por tres vías: los ingresos operativos (licencias de marcas, tasas de partidos, programa de calidad), los financieros (cambio de moneda extranjera, activos financieros y por los intereses) y el último son los eventos (donde se incluye derechos de TV, pero también los de comercialización). Y justamente el último rubro da 89,8% de lo que llega al organismo.
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Por eso, cuando ayer los patrocinadores levantaron la voz, el organismo tiembla si llega una desbandada y la expectativa de US$10.000 millones hasta el 2022 corre riesgo (aunque tienen asegurados por contrato al menos US$3.200).
“Hemos informado a la FIFA que someteremos nuestra colaboración a revisión”, declaró Visa, tras conocerse que miembros del comité ejecutivo y del futbol latinoamericano fueron detenidos por temas de corrupción, lavado de dinero en torneos, además de los sobornos para otorgar la sede a Rusia y Qatar de las próximas copas del mundo. Visa, Hyundai-KIA Motors, Adidas, Coca-Cola y Gazprom son los patrocinadores permanentes.
FIFA facturará en los próximos ocho años más que el PIB de 68 países. Los tratos al interior del organismo se acuerdan en los restaurantes, hoteles y se reafirman en los actos oficiales.