Engie Latinoamérica –operación que no incluye a los negocios del grupo en Brasil– tiene presencia en cuatro países de la región. Mientras que en Perú, Chile y México tiene plantas de generación, en Argentina tiene el negocio de distribución.
Cada cierto tiempo las organizaciones deciden renovarse y, en algunos casos, hasta cambiar de nombre. Incluso cuando se trata de multinacionales que cuentan con una marca consolidada y están presentes en varias regiones del planeta. En 2015, una de las transformaciones más importantes dentro de la industria energética global fue realizada por GDF Suez.
El conglomerado francés cambió su nombre por Engie en todas sus operaciones, entre ellas las de Latinoamérica, que trabajaban con diferentes marcas. Pero no se trata sólo de unificar los negocios del grupo bajo una misma denominación.
Según explica Philip De Cnudde, CEO y presidente de Engie Latinoamérica, el cambio está asociado a una nueva estrategia de la compañía, donde desarrollar energías renovables es la prioridad. “Es casi un nuevo comienzo. En el corto plazo la idea es transformar nuestra cartera de negocios. Vamos a desarrollar proyectos con bajo contenido de carbón y más proyectos renovables. Nuestra compañía quiere ser la líder mundial de la transformación hacia una energía más limpia y descentralizada”, afirma el ejecutivo belga.
Región verde. Hoy Engie Latinoamérica –operación que no incluye a los negocios del grupo en Brasil– tiene presencia en cuatro países de la región. Mientras que en Perú –donde operaba bajo la marca EnerSur–, Chile y México tiene plantas de generación, en Argentina tiene el negocio de distribución.
En lo que refiere a energías renovables, la firma posee hoy dos centrales fotovoltaicas, dos centrales hidroeléctricas y un parque eólico en Chile. Además, cuenta con dos centrales hidroeléctricas en Perú. Y como parte de su renovada estrategia, la empresa planea invertir US$180 millones en nuevos proyectos de energías renovables hasta 2018 en esta región (de un total de US$5.000 millones que destinará a proyectos de generación, redes de distribución de gas, transmisión y mantenimiento de sus plantas en ese mismo periodo). La inversión programada para los siguientes tres años incluye tres centrales fotovoltaicas ubicadas en Chile, México y Perú (la central Los Loros, en Chile, ya se encuentra en construcción).
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Como explican los especialistas, apostar por energías renovables es una tendencia global. “La inversión en este campo ha seguido creciendo en 2015, tanto a nivel mundial como en América Latina. Según datos de Bloomberg, la inversión global en renovables alcanzó casi US$330.000 millones el año pasado, de los cuales América Latina recibió unos US$17.500 millones”, asegura Marie Vandendriessche, investigadora del ESADEgeo Center for Global Economy and Geopolitics.
Para Vandendriessche, existen varios factores que podrían potenciar aún más el desarrollo de proyectos renovables en la región. “Entre ellos se encuentran las previsiones de un crecimiento fuerte de la demanda de energía en el continente y la tendencia global hacia el uso de energías menos contaminantes”, dice. Apostar por esta clase de proyectos, según Carlos Silva, profesor de Energía de la Facultad de Ingeniería y Ciencias la Universidad Adolfo Ibañez, permite también una relación más armónica con las comunidades globales y locales donde las empresas operan.
El desarrollo de proyectos por país, según el CEO de Engie Latinoamérica, será bastante similar. “En el norte de Chile y sur de Perú, haremos foco en energía solar, hidroeléctrica y eólica. En México será solar e hidroeléctrica”, dice.
Según Carlos Silva, las principales economías de la región ofrecen buenas oportunidades para las generadoras en el largo plazo. “México, debido a su gran extensión territorial, tiene potencial importante en casi todas las tecnologías conocidas. Destaca la hidráulica y la solar, y le sigue la eólica algo más atrás. Por su lado, el potencial de Colombia está especialmente en la energía hidráulica”, dice. Argentina, por su parte, ofrece oportunidades en energía eólica y reservas significativas en energía hidráulica, según el docente.
Para Lawrence Pratt, director académico de Ecobanking Project de Incae Business School, la región también debe mirar hacia la energía geotérmica. “Hasta el momento ha sido poco desarrollada por los países latinoamericanos. Según la Organización Latinoamericana de Energía, sólo se aprovecha el 8% del potencial de 35,5 GW”, dice.
Por lo pronto, Philip De Cnudde comenta que, en paralelo a sus inversiones en energías limpias, la empresa también apostará por proyectos de generación a base de gas. “Será un complemento de nuestra matriz energética. Queremos desarrollar plantas más pequeñas para clientes industriales”, indica.
La otra palanca. El otro gran foco de la estrategia de Engie en la región son los servicios energéticos. Hoy los ofrece principalmente en Chile, pero planea llevarlos con más fuerza a Perú y México. Entre estos servicios están la gestión energética de edificios, industrias y centros comerciales, sistemas de control, etc.
Para clientes mineros e industriales, en el caso peruano la firma incluso está evaluando brindar servicios más especializados y no estandarizados. “Son más difíciles de estructurar, pero con la experiencia que tenemos alrededor del mundo podemos hacerlo”, dice Philip De Cnudde.
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En su apuesta por los servicios energéticos, por otro lado, la compañía también busca crecer en el mercado chileno, y ha iniciado una startup que financia e instala sistemas solares fotovoltaicos, que posibilitan a viviendas y comercios generar su propia electricidad. Este mismo sistema les permite a esos usuarios vender su excedente energético a distribuidores.
El negocio a futuro. En el caso de Perú y Chile, el ejecutivo afirma que hoy ambos mercados tienen una sobreoferta energética, por lo que el negocio de generación no avanzaría de forma tan acelerada. “No vemos una expansión en la generación ni a corto ni a mediano plazo, por el excedente que hay en ambos países, pero sí en el futuro. Perú, por ejemplo, tiene buenos fundamentos económicos y financieros. Una vez que la demanda absorba la sobreoferta, el país avanzará bastante en este sector y crecerá en generación a gas, hidráulica y en otras energías renovables. Queremos acompañar ese crecimiento”, dice.
En el caso argentino, las perspectivas que tiene la firma son buenas. “Es muy interesante mirar a Argentina un poco más de cerca. Hay una oportunidad con una próxima licitación de energías renovables, y estamos evaluando participar en ella. Aunque con un poco de cuidado, vemos que la situación es positiva. Hay falta de energía en Argentina. Por ello también estamos investigando un proyecto para exportar gas [a ese país] desde Chile”, indica De Cnudde. El potencial argentino es destacado por los expertos. “En Argentina, la participación de la energía renovable es del 2%, lo que abre oportunidades inmensas en un país con mucho potencial en energía hidroeléctrica, eólica y biomasa, que puede ser explotado de gran manera”, dice Lawrence Pratt, profesor del Incae Business School.
Sobre la posibilidad de llegar a otros mercados relevantes en la región, como el colombiano, el ejecutivo afirma que no está en sus planes, por ahora. “La prioridad ahora es la transformación de la empresa. Colombia es un país interesante, pero tiene sobrecapacidad. Desarrollar de forma urgente fuentes energéticas en ese país por ahora no es necesario”, asegura. Arribar a otros países de Centroamérica, por lo pronto, tampoco está en los planes de la firma.
Si bien hoy la situación de la economía global no es la mejor, De Cnudde ve el vaso medio lleno, y menciona las importantes metas en energías renovables asumidas por los países durante la Cop-21 de París.
La ola verde en la industria ha venido para quedarse.