La constructora pretende conseguir la mayor parte de la cuarta generación de concesiones viales, el mayor proyecto de infraestructura del país.
Volvieron para quedarse. Hace tres años la empresa de ingeniería española Sacyr regresó a Colombia con la cara en alto, luego de enfrentar con socios solidarios de Commsa un pleito con el Instituto Nacional de Concesiones (Inco), que terminó con la declaratoria de caducidad del contrato para la construcción de una vía que permitiría conectar a Bogotá con la Costa Caribe en tan sólo 10 horas y que aún no se ha concluido.
Esta compañía, que desde hace unos meses volvió a ser noticia en el mundo por ser la cabeza del grupo que construye un tercer juego de esclusas en el proyecto de ampliación del Canal de Panamá y que por falta de financiación puso en vilo la suerte de este proyecto —que sólo se ve cada 100 años—, logró un acuerdo que les permitió retomar la obra que deberá entregarse en diciembre del próximo año. Ahora está lista en Colombia para participar en el programa vial más ambicioso en la historia del país: la cuarta generación de concesiones viales (4G).
De la mano de Pedro Alonso Ruiz, personaje que entre 1998 y 2000 —cuando era el responsable del la división construcción de Sacyr en el mundo— tuvo que hacer entre 20 y 30 viajes entre Madrid y Bogotá para buscar una solución a la problemática de Commsa, hoy está de nuevo en Colombia, pero esta vez como presidente de la compañía y en un momento que él considera como el punto de quiebre para la infraestructura colombiana.
Alonso opina que hoy Colombia está viviendo otro mundo, uno muy distinto al que tuvieron que enfrentar en el 98 con el proyecto Tobia Grande-Puerto Salgar, conocido como Commsa. Un fantasma al que quiere mantener en el pasado para no abrir heridas, sino mirar el futuro, en el que se ven inmersos, ya que su consorcio está precalificado en 11 de los 19 proyectos que en pocos días presentarán sus ofertas económicas en el Programa de Concesiones 4G, de los que esperan ganar varios.
Además sostiene que ya están rehabilitados y que por eso volvieron al país, para demostrar que son muy buenos en lo que hacen y que lo que ocurrió en el 98 no debió pasar, pero que las circunstancias cambiaron luego de firmado el contrato, ya que en el país no había grado de inversión y en el momento de ejecutar las obras, éstas no eran financiables.
Tienen dos contratos de obra pública. Uno corresponde al corredor Buenaventura-Loboguerrero, donde se está construyendo lo que será el viaducto más grande del país, con 450 metros de luz, y la obra Los Curos-Málaga, en Santander. Este personaje dice que el país está haciendo las cosas bien, pero considera que los procesos administrativos deberían ser un poco más ágiles.
“Me animo a decirlo y sin ofender a nadie, y se lo he dicho a Luis Fernando Andrade, que Chile sin invertir un peso logró transformar la infraestructura del país, con la construcción de 1.800 kilómetros de vías en 10 años, y Colombia podría lograrlo, ya que está recorriendo el camino indicado, pero requiere más decisiones conjuntas”, recalcó.
En Italia decidieron construir una autopista de US$3.500 millones y declararon la vía como de interés nacional, figura con la cual el Gobierno pudo nombrar a un tipo de administrador para la obra, con poderes extras sobre la vía, lo que le permitió tener mando sobre las autoridades de las zonas aledañas al corredor, lo que les permitió avanzar y construir sin tropiezos.
Sin decir que esto es lo que tiene que hacer Colombia, Sacyr le esta apostando a este proceso vial que está por salir a licitación, con lo cual el país revolucionará su economía y en ese proceso quieren estar aportando sus experiencias, que si bien en el pasado fueron malas, hoy quieren reinvindicarse, manifestó.
“En los últimos 10 años no he visto el mismo número de peticiones para participar en un proceso como el de 4G. Creo que el Gobierno ha sido receptivo de la repartición de riesgos y esto le ha permitido que este sea más atractivo”, aseguró Alonso.
Explicó que hay mucho interés en Colombia, en todos los sectores, y que prueba de ello es que él, quien también es accionista de Repsol y su vicepresidente, le están imprimiendo el apoyo necesario para que inviertan en Colombia.
El directivo, que en circunstancias anteriores puso contra la pared al Gobierno, hoy es un aliado en los procesos para permitir que Colombia se convierta en una nación que pueda poner en sus carreteras sus riquezas minero-energéticas y de esta forma contribuir a mejorar la interconectividad que los hará ser los más productivos y competitivo de la región. “Colombia va disparada y estamos apoyándola al 100%”. Insistió en que es mejor esforzarse un poco más en el arranque de los procesos para que marchen bien, que tener que enderezarlos por el camino.