Citroen ha tomado con su modelo C4 Aircross una decisión que puede parecer radical: ha dejado circunscrita la única oferta en el mercado español a la versión 1.6 HDI de 115 CV.
La marca francesa del Grupo PSA no ofreció, ya de salida, muchas opciones al consumidor español con este modelo, pues en su catálogo, junto al motor que ocupa esta prueba, convivió el 1.8 HDI de 150 CV, de origen Mitsubishi, ahora retirado.
En otros mercados, fuera de Europa, donde el diesel no tiene tanto predicamento se incluye una motorización de gasolina, también con 150 unidades de potencia.
La solución tomada con el C4 Aircross puede parecer arriesgada, pero lo cierto es que en esa sola unidad motriz, aunque con las dos opciones de tracción 2WD (delantera) y 4WD (integral), el crossover compacto de Citroen queda en una posición favorable respecto a modelos de la competencia y con menos concurrencia, al tiempo que se apoya en una unidad motriz propia de la marca, suficientemente contrastada, siempre en positivo.
La unidad para prueba ha sido la de tracción 2WD, en contraste con el test anterior de EFE, centrado en el motor ahora retirado y la opción de tracción integral.
Así pues, toca ahora vérselas con una versión mucho más de asfalto y urbana que la anterior, si bien quedan las facultades para el tránsito por sencillos trayectos de campo, gracias a las cotas específicas crossover del modelo, entre ellas una altura libre del suelo de 168 milímetros.
El motor conjuga prestaciones muy interesantes que empiezan con la facilidad de recuperación desde bajos regímenes de giro, condición que le facilita recuperaciones más que aceptables, máxime teniendo en cuenta que hay que tratar de mover una masa que se acera a la tonelada y media de peso en vacío. Por contra, en las aceleraciones desde salida parada se expresa con más pesadez, menos chispa. No está tampoco entre sus atributos el silencio de marcha, aunque tampoco éste se haga insoportable.
Punto fuerte, el consumo, sencillamente inmejorable como lo ha corroborado en una prueba muy equilibrada entre recorridos por escenarios urbanos y de carretera. Al final ha entregado una tarjeta con un poco menos de seis litros de media a los cien kilómetros, un buen número ante condicionantes aerodinámicos no precisamente favorables. Desde luego, en este ámbito tiene puntos de ventaja sobre la versión retirada y apunta a imán de clientes.
En esta buena nota al consumo aporta lo suyo el sistema de parada y arranque automáticos, muy preciso en todo momento e instantáneo en la puesta en marcha. No hay que olvidar que Citroen es marca pionera de esta tecnología de ahorro de combustible.
Ha gustado la caja manual de seis relaciones, esquematizada en las velocidades iniciales, algo cortas de desarrollo, pero bien estiradas en las largas, lo que permite una variedad de posibilidades que hacen confluir las prestaciones y consumo en las alabanzas ya expuestas. Actúa en connivencia con una palanca de cambios de engranajes suaves y siempre precisos.
El Citroen C4 Aircross es un crossover desde el punto de vista de las formas externas. Evidentemente no oculta el ADN de la berlina que deriva, pero el estiramiento de magnitudes, sobre todo en el plano de la altura, lo hacen inconfundible a la vista.
No pueden faltar los elementos decorativos propios como las tomás aerodinámicas en ambos flancos y con luces LED en desarrollo vertical, los pasos de rueda más anchos, para acoger neumáticos de 18 pulgadas, y la cortedad de los voladizos, para ahondar en la robustez panorámica del coche.
Buena parte de su arquitectura parte del concepto Hypnos, como el dibujo que traza la superficie acristalada lateral. El cristal es elemento dominante en este modelo, sobre todo por su techo, que ilumina convenientemente el ambiente interior y que aporta la originalidad de unas guías de luces LED integradas en la parte superior. Pese a esta orientación a la luminosidad, la ventanilla trasera no presume, precisamente, de una buena visibilidad a la hora de circular marcha atrás.
La sobrealtura del coche facilita un acceso limpio, sin contorsiones, incluso para personas de edad avanzada y agilidad más reducida. Igualmente se agradece la posición sobreelevada del puesto de conducción desde el que se divisa la totalidad del capó, con lo que establece mejores referencias de distancia con lo que circula por delante.
Comodidad y sujeción notables son las características de los asientos, cuyas filas están separadas por una buena distancia para mantener la postura de las piernas en cánones de comodidad un buen número de kilómetros. El tejido de la tapicería es otro referente de calidad.
La calidad de los materiales se percibe de primeras, lo mismo que la inteligente distribución de la mayoría de los instrumentos de control y manipulación, y se dice mayoría, no totalidad, porque algunos quedan ocultos a la vista detrás del volante.
El maletero refuerza el posicionamiento como vehículo familiar y de ocio con una amplitud de carga en los parámetros de lo que se estila en el segmento.
A la hora de rodar lo hace en unión sólida con el firme. La nobleza de comportamiento está presente en todas sus actuaciones dinámicas, pero el contrapunto de un confort de marcha queda en un segundo plano, ya que el tacto de las suspensiones se aprecia algo basto y se traduce en un ruido de rodadura por encima de lo normal. Es también propenso a copiar cualquier obstáculo de la carretera y el efecto rebote se deja sentir. En cambio traza con suficiencia y transmite estabilidad al pasaje a la hora de adentrarse en trayectos de curvas.
En precio nominal, ni por exceso, ni por defecto: se acopla al promedio de la competencia. En equipamiento, el C4 Aircross puede presumir de una tecnología punta ya destacable en la gama de berlinas, con esos detalles minuciosos y llamativos a los que tan aficionado es esta marca.