El Grupo Fiat ha impuesto en algunas de sus marcas el recurso a las series especiales para ganar terreno en los mercados, una acción, en muchos casos, como en el de este Lancia Delta, sujeta a las colaboraciones con firmas de peso en el mundo de la moda y del glamour.
El Lancia Delta S sigue este camino con el patrocinio de MomoDesign, firma especializada en el diseño de cascos, relojes, gafas, zapatos y otros artículos de marroquinería.
El modelo de esta prueba de EFE arrastra, pues, la característica de la inclusión de elementos diseñados con especial mimo para hacerse atrayentes al comprador, que la marca sitúa mayoritariamente como varón y urbanita, aunque el mundo femenino siempre sea más sensible a este juego de mezcolanzas con la famosa "finezza" italiana.
El compacto de Lancia es un coche que, por sus formas, admite y asimila magníficamente estos añadidos, lo mismo que la globalidad de la marca, por ese papel que le toca jugar en el grupo automovilístico italiano, como parámetro de la elegancia, frente al carácter deportivo de Alfa Romeo.
Así, pues, juntos el hambre y las ganas de comer, y como de lo que se trata es de imponer y convencer por la vía del sentido visual, el más propenso a la conquista, por encima de cualquier otra consideración, el Lancia Delta S se empieza a mostrar con tres colores exclusivos: blanco, negro y gris.
Para la prueba, el fabricante ha asignado a EFE una unidad con el primer color, de una blancura muy nítida, y en contraste, casi sin términos medios, con instrumentación de a bordo en un negro brillante que termina quedando muy propio y como una especie de "art-decó", perfectamente a juego con lo que se quiere transmitir.
Dentro del mundo del glamour nada funciona sin la firma, y la señal del colaborador, se deja ver en unos paneles negros con letras grises en los tableros laterales del tercer pilar.
Para que no falte detalle, las llantas seducen con un tono negro lacado, en una concesión de sugerencias deportivas que luego aparecen en el coche con más rotundidad, cuando se circula, al "saborear" el motor diesel 1.9 de 190 CV.
Por dentro del Lancia Delta S siguen las concesiones al estilo que pretende marcar una firma de artículos de moda con el diseño como bandera. De este modo, quedan grabados en la retina la tapicería en piel negra, ribeteada en azul, o el forro en el mismo material y tonalidad de volante y pomo de palanca, con su reglamentario ribete azulado.
La invasión del negro se extiende por los paneles que rodean al salpicadero con el tono lacado brillante tan dominante en los recovecos de esta serie especial.
Se impone el amarillo y negro en los relojes de la instrumentación, que resaltan una mejor visión y vuelven a acertar en la mezcla de coloridos.
Porque algo que debe destacarse de este coche es que, aunque por lo expuesto, más de uno pueda pensar en un ambiente excesivamente recargado, las conjunciones de tonos y materiales, se han hecho con la suficiente proporción y gusto para que no sea así. Hay un ambiente refinado, pero, en absoluto, exagerado y barroco.
A la hora de circular, ya se ha adelantado una primera impresión acerca del motor que equipa el Delta S, con la referencia "saborear", ya que este propulsor diesel, desde la primera vuelta a la llave de contacto, empieza a transmitir una gran sensación de refinamiento.
Aún en frío, muestra un silencio acorde con el entorno que rodea al pasaje, y probándose en marcha, supera con excelente nota cualquiera de las exigencias del acelerador. Toma rápido la velocidad punta, acelera con brío y no hace concesiones en las recuperaciones cuando siente el primer apretón del pedal, se encuentre donde se encuentre la aguja del cuentavueltas. No en vano tiene su máxima entrega de par en los 400 Nm, un registro que se tiene que traducir como fortaleza en sus reacciones.
La excelencia de sus prestaciones viene avalada por los dos turbocompresores que equipa (Twin Turbo); uno, de inercia reducida que garantiza la rapidez de la respuesta desde muy bajo régimen; otro, de mayor tamaño, encargado del suministro de los registros de potencia elevados.
Y en ese juego de conjunciones tiene que aparecer el del consumo, con los mismos buenos argumentos que los anteriores. Un gasto medio en prueba de 7 litros a los cien kilómetros deja en óptimo lugar este apartado, sobre todo, por lo que se contiene en el ámbito de la carretera, siendo un más propenso a la glotonería en ciudad.
Este motor constituye el más alto escalón del gama del Lancia Delta, pero dentro de la serie especial S se puede optar por otra versión diesel de 1,6 litros con 120 CV de potencia.
La vida a bordo, en cuanto a criterios más prácticos, queda perfectamente solventada con el marchamo del confort, perfectamente demostrado en la comodidad de los asientos, tanto de la fila delantera como trasera, así como en la separación entre ambas, medida para que personas de buena estatura y tamaño viajen en perfecto relajo.
Esa característica del Delta viene dada por una longitud y una distancia entre ejes que se sale, por poco, de los cánones del segmento compacto, aunque su filosofía se integre plenamente en el mismo. Los diseñadores del interior han puesto por encima el acento pasaje sobre el de carga, ya que el maletero no es excesivamente voluminoso y cuenta con el inconveniente de tener un alto marco para introducir objetos.
Lancia no es solo una marca referente en la elegancia, sino que en su historia ha tenido momentos de gran brillantez en la competición de rallys, especialidad deportiva de la que ha recibido un gran equilibrio dinámico, que se muestra sin renuencias en lo bien y asentado que rueda, la seguridad que transmite y el aplomo con el que traza en curvas, siempre bien equilibrado en la inercia entre sus ejes rodantes.
Esta marca no tiene un gran predicamento en España, ni en el resto de Europa, salvo, quizás, Italia, aunque antaño tuvo momentos más felices. A Lancia le falta posicionamiento; no es generalista y está todavía a falta de algún que otro hervor para asumir con credibilidad el rango de premium.
Está, en cierto modo, desclasada, y a un cliente ajeno al estilo italiano, tan peculiar y personal, le cuesta ubicarla y opta por rechazarla pronto a la hora de querer comprar. Puede que sea injusto, pues este Delta ha transmitido sensaciones muy agradables, aparte de una estética muy refinada al margen de las concesiones a su condición de serie especial.
Y por precio, no hay problema, la versión analizada se coloca en los 29.650 euros, a todas luces, una tarifa excesiva, aún con sus complementos al más puro estilo transalpino. No hay problema, porque el fabricante aplica una batería de descuentos y promociones, que ponen su precio de venta final en España en 21.500 euros, ya sí, atractivo, y con imán para atraer a clientes no abducidos por esa ortodoxia de producto exclusivo que apunta siempre a los mismos.