El SUV de renombre de Toyota, el RAV4, ha sido tradicionalmente un vehículo de tracción a las cuatro ruedas, como su propio nombre lo indica, aunque la marca ha configurado una versión de dos ruedas motrices que no lleva aparejada la caída del nombre del número 4.
Con dos ruedas motrices, Toyota abre el espectro de su clientela en este segmento, aunque, todo hay que decirlo, en una posición competitiva que no es la de las primeras generaciones del modelo, ya que ahora tiene frente a si a una numerosa competencia que ofrece esta opción motriz.
Hace tiempo que Toyota dejó de ser una marca de precio asequible, a pesar de ser una generalista que ofrece, salvo los modelos Lexus y los todoterreno de alto nivel, vehículos en franca competencia con los mayoristas del mercado, que en este segmento de mercado van todos pasados de precio.
La tradicional robustez de Toyota; la calidad de fabricación, en la que ya no destaca porque todos han mejorado notablemente, y el valor de marca adquirido en todo el mundo, no son suficientes argumentos para neutralizar un precio de compra que se antoja elevado, al menos en la tarifa oficial, alejada, por cierto, de la realidad de compra en el concesionario.
Al prescindir del sistema de tracción integral, el RAV4 es más ligero, con casi cien kilos menos que su equivalente en AWD, lo que hace posible que en esta versión 4x2 se utilice un motor con menos caballos para obtener casi el mismo rendimiento dinámico que las versiones diesel de 150 caballos.
La cuarta generación del RAV4 -se mantiene sin la carrocería de tres puertas- ha crecido notablemente, con 20 centímetros más de largo que su antecesor, y ello ha sido aprovechado para dar 10 centímetros más a la distancia entre vías.
Esta última cota tiene claras consecuencias en la dinámica del bastidor, con una mejor respuesta en la rodadura turística sobre asfalto, y en la habitabilidad, especialmente en la zona trasera del coche, con más espacio para los tres pasajeros y un volumen de carga que se sitúa en los 547 litros hasta la línea de bandeja, además de los 100 litros supletorios bajo el suelo del maletero.
En donde ha perdido el nuevo SUV de Toyota es en la altura sobre el suelo, con 25 milímetros menos, que influyen en la altura total del coche, acercándose más a un turismo familiar, aunque la apariencia no sea esa, debido a una línea de cintura elevada y a exceso de chapa en algunas zonas, como la trasera, con un portón que se muestra como un muro.
La línea de cintura y la generosidad en superficie pintada, sumada a los enérgicos rasgos del nuevo diseño, configuran un coche visualmente potente, que crea una impresión de robustez que no corresponde exactamente con lo que se percibe al volante, al menos en esta variante 4x2.
En el desarrollo del nuevo RAV4 se han aplicado criterios de "gestión del aire" para mejorar la aerodinámica y, en consecuencia, mejorar la estabilidad y el consumo de combustible.
Las esquinas aerodinámicas delanteras y traseras, así como los embellecedores de las ruedas y los retrovisores optimizados desde el punto de vista aerodinámico, minimizan la turbulencia y estabilizan el flujo del aire por los lados de la carrocería, explica el fabricante.
Sobre la base de la avanzada tecnología de la Fórmula 1, las aletas "Sakana", situadas en la base de los retrovisores exteriores, y los faros traseros combinados aceleran el flujo de aire por la carrocería, con lo que se mejora la estabilidad.
El habitáculo se estrecha hacia la parte posterior, y los ángulos de la luna trasera, el techo y el alerón integrado se han optimizado para estabilizar el flujo de aire por encima de la carrocería, y reducir así al mínimo la turbulencia y la resistencia aerodinámica en la parte posterior.
También se han adoptado diversas medidas de gestión del paso del aire por el chasis para mejorar el aislamiento del habitáculo y la estabilidad.
El conjunto es armonioso, salvo la perspectiva ofrecida por la trasera, y sintoniza con los cánones estéticos europeos, salvo el interior, que presenta un estilo más discutible, que peca de excesiva horizontalidad, lo cual es una tendencia que se está imponiendo en los fabricantes japoneses.
Resulta duro a la vista esta horizontalidad de las líneas, que, además, son elevadas. No es especialmente confortable esta arquitectura para el conductor, por la elevación de las líneas, la escasa visibilidad que se tiene de la instrumentación de conducción.
El dispositivo de navegación se muestra en una pantalla central, en la zona superior, que queda desprotegida de la incidencia de los rayos solares, por lo que en determinadas condiciones es imposible ver con claridad el mapa, o las indicaciones del resto de sistemas que se muestran en esta pantalla de visualización de datos.
La funcionalidad del entorno de conducción queda comprometida desde el momento en el que conductor necesita de un periodo de adaptación al uso de estos dispositivos, algunos de ellos poco intuitivos.
La percepción de calidad que se obtiene desde el puesto de conducción no es todo lo elevada que debiera en un coche que pretende plantar cara a los mejores del segmento. Los materiales son buenos pero el aspecto debería mejorar para crear mejores sensaciones.
Este particular RAV de tracción 4x2 está movido por un nuevo motor diesel de 2.0 litros (1.998 c.c.) que desarrolla 124 caballos de potencia, gracias a un turbocompresor de boquilla variable, combinado con una transmisión manual de seis velocidades.
Esta combinación proporciona un buen resultado a bordo del RAV4 de tracción delantera, con una aceleración de 0 a 100 km/h en 10,5 segundos y una velocidad máxima de 180 km/h.
Este motor ha sido desarrollado para reducir el consumo de combustible, de forma que incorpora medidas para reducir la fricción, el peso y el consumo energético.
También cuenta con el sistema de parada y arranque Stop&Star, cuya eficiencia se estima en una reducción del consumo en torno a 15%.
Con todo el trabajo puesto para mejorar la eficiencia, este motor rinde un consumo de combustible de 4,9 litros, cifra que corresponde a unas emisiones de CO2 a 127 g/km.
Desde el punto de vista dinámico, el motor ofrece una mejor experiencia de utilización que el superior 2.2 utilizado en las versiones más potentes y 4x4. Es más suave y silencioso y frente al de 150 caballos puede llegar a superar algunas de las cualidades de un motor superior, al menos sobre el papel.
Sí se percibe una mejor respuesta en los regímenes de giro más bajos, porque se agota enseguida cuando se trata de obtener algo más por encima de las 3.000 vueltas. El consumo real, como es habitual, está por encima del oficial. Es difícil llegar a los casi cinco litros que se anuncian.
La dinámica de conducción presenta pocas diferencias sobre las versiones de tracción integral. Este es un coche que por su naturaleza va a rodar mayoritariamente sobre asfalto y en este medio aparecen grandes ventas sobre la tracción integral, salvo que la superficie esté deslizante.
Fuera de las cintas de asfalto, este 4x2 admite caminos secos y no muy complicados. La suspensión es capaz de absorber lo que ocurre bajo las ruedas en estos tipos de superficie sin que se martirice a los pasajeros y la altura libre al suelo permite este recorridos.
Las complicaciones fuera del asfalto han de ser medidas por el conductor para evitar los problemas en los que puede incurrir un tracción delantera de más de tonelada y media, especialmente sobre terrenos blandos. Siempre hay que tener presente que este RAV4 monta neumáticos idóneos para asfalto, con severas limitaciones para cualquier otra superficie.
En línea recta, el RAV 4 nos ofrece una rodadura firme, con algo de ruido de origen aerodinámico en gran medida, enriquecido por el sonido del motor, más evidente de lo deseable teniendo en cuenta que se trata de un contenedor de porte grande y, sobre el papel, mejor acondicionado para neutralizar vibraciones y ruidos mecánicos que un bastidor más pequeño.
En curva, las reacciones del coche con las propias de un SUV de estas características, aunque ha mejorado respecto a la tercera generación de este modelo. El cuarto RAV4 gira más plano, aunque los pasajeros van a sufrir los efectos de las fuerzas transversales porque los asientos no ofrecen gran sujeción en la banqueta trasera. Tampoco en las dos delanteras.
El equipo de frenos es suficiente para la conducción que practicarán la mayoría de los propietarios de este SUV, pero es sensible al uso intenso. Recuperan la eficiencia dejándoles enfriar.
Con todos estos argumentos, el RAV4 4x2 es una buena alternativa a los turismos familiares que tan poco éxito tienen en el mercado español bajo el formato berlina, muy al contrario de lo que ocurre en el resto de Europa.
Visto desde esta perspectiva es una buena solución familiar. Este Toyota ofrece mucha amplitud con una generosidad que es muy difícil de encontrar en el segmento de los familiares compactos. El precio es otra cuestión.
No es barato, pero a cambio, Toyota embarca un alto grado de equipamiento. En este caso, la versión probada cuenta con el equipamiento de seguridad y confort que hoy se está convirtiendo en imprescindible, incluida la iluminación por gas xenón. Con todo ello, el RAV4 se presenta con un precio competitivo.