El contrabando de gasolina es una de las actividades ilícitas que se dan en la montañosa frontera entre Colombia y Venezuela, la que durante años ha sido utilizada para el tráfico de drogas o la actividad de guerrilleros y paramilitares colombianos.
San Antonio, Venezuela. En un campo polvoriento rodeado de cabañas de madera repletas de envases, conductores venezolanos esperan que sus tanques sean vaciados y la gasolina que contienen se venda.
Minutos antes, habían llenado sus tanques en Venezuela y en un sencillo viaje obtendrán una ganancia de hasta un 4.000% gracias a la disparidad en los precios del combustible entre los dos países.
Mientras los altos precios de los combustibles angustian a muchos en Occidente, en las calles de Venezuela es frecuente ver camionetas todoterreno y viejos autos estadounidenses de alto consumo de nafta, cuyos propietarios aprovechan que un litro de gasolina cueste 0,02 dólares, el valor más barato del mundo gracias a los generosos subsidios estatales.
Ricardo, un taxista, puede comprar 50 litros de gasolina por un dólar en San Antonio, una pequeña ciudad venezolana de la frontera y vender su carga en Cúcuta, del lado colombiano, por unos US$40.
Intermediarios venden el combustible a cientos de compradores que se colocan en las calles de Cúcuta todos los días, mientras que las pocas estaciones de servicio legales que operan en el pueblo lucen vacías.
"Todo el mundo vende combustible", dijo el conductor colombiano Mario Núñez, mientras carga gasolina contrabandeada a su brillante auto amarillo. Pese al gran margen de ganancia, es más barato comprar la gasolina venezolana que en las estaciones de servicio colombianas.
El contrabando de gasolina es una de las actividades ilícitas que se dan en la montañosa frontera entre Colombia y Venezuela, la que durante años ha sido utilizada para el tráfico de drogas o la actividad de guerrilleros y paramilitares colombianos.
"En esta región nosotros tenemos combustible ilegal, drogas y algunos negocios legítimos. Pero la ganancia se logra del tráfico de combustibles", dijo Núñez.
En el puente internacional Simón Bolívar, nombrado así en honor al héroe independentista latinoamericano, se ven día y noche filas de viejos autos estadounidenses, con gigantescos tanques, cuyos conductores buscan llenar sus bolsillos con el tráfico de combustible.
Costo económico. El presidente venezolano, Hugo Chávez, dice que la nación miembro de la OPEP pierde cerca de US$1.500 millones anuales con el subsidio de combustibles.
Analistas, sin embargo, aseguran que el costo real bordea los US$21.000 millones anuales debido a las eventuales ganancias.
"El subsidio es tremendamente ineficiente", dijo Boris Segura, economista del banco de inversión Nomura en Nueva York. "Tiene un enorme impacto negativo en la (petrolera estatal) Pdvsa", añadió.
Convertida en la caja chica de la revolución socialista de Chávez y con ambiciosos planes de inversión, Pdvsa no puede permitirse tales pérdidas a pesar de que el precio del barril petrolero supere los US$100.
Pero los precios de la gasolina son una vaca sagrada en Venezuela, especialmente después del aumento en 1989 que desembocó en las protestas conocidas como "Caracazo".
"El subsidio es la razón por la que el consumo de gasolina en Venezuela sólo sube. Nadie tiene el incentivo para ahorrar gasolina", agregó Segura.
Y no sólo la economía está siendo afectada.
Chávez a menudo culpa al capitalismo salvaje por no frenar el cambio climático, sin embargo, en su propio país miles de vehículos escupen humo todos los días por su subsidio.
En la frontera, la corrupción es moneda corriente, pero las autoridades locales insisten en que están tratando de erradicar el comercio de combustible.
En noviembre del año pasado, implementaron un sistema automatizado de venta de gasolina, colocando un chip en los vehículos para saber el número de veces que llenan sus tanques.
Ese mecanismo fue suspendido recientemente tras descubrirse en el mercado chips falsos que se vendían por US$20.