Dos ministros de Hidrocarburos de provincias petroleras dijeron a Reuters que la Casa Rosada busca en realidad que la compañía invierta más, en detrimento de su generosa política de dividendos que da a sus accionistas.
Buenos Aires. Hace un año, la presidenta argentina, Cristina Fernández, y el vicepresidente de la petrolera local YPF, Sebastián Eskenazi, brindaban por el descubrimiento de un gigantesco depósito de gas no convencional que le permitiría al país reducir sus importaciones energéticas.
Pero pocos meses después, la mandataria puso a la mayor empresa argentina en el banquillo y la acusó de manipular los precios del diésel y de no invertir lo suficiente en exploración para frenar una persistente caída de las reservas, que llevó parte de sus seguidores a exigir que la reestatizara.
Aunque muchos argentinos festejarían esa medida, analistas consideran poco probable la renacionalización de YPF, controlada por la española Repsol desde 1999, siete años despues de su privatización, debido a los costos económicos y políticos que podría acarrear.
Ni el gobierno ni YPF dieron señales públicas que expliquen el cambio repentino en la relación.
YPF tiene un valor de mercado de unos US$15.000 millones y el gobierno no dispone de fondos para pagar una compensación de esa magnitud.
Dos ministros de Hidrocarburos de provincias petroleras dijeron a Reuters que la Casa Rosada busca en realidad que la compañía invierta más, en detrimento de su generosa política de dividendos que da a sus accionistas entre el 80% y 90% de los beneficios, una las tasas más altas de la industria.
Pero el gobierno podría ir más allá y quitarle concesiones a la empresa, tal como habilita la la Ley de Hidrocarburos cuando una petrolera no cumple los compromisos de inversión y productividad que acordó con el Estado, según señalaron especialistas del sector.
El fin de semana, el ministro de Planificación de Argentina, Julio De Vido, dijo que el gobierno de su país exigirá a las petroleras "la plena producción" de hidrocarburos en los campos que operen.
Argentina necesita con urgencia reducir la pesada cuenta de sus importaciones de combustibles, que en el 2011 más que se duplicó hasta unos US$9.300 millones, para abastecer una economía que creció sobre el 9%.
La continua merma de las reservas obligará al país a volver a aumentar sus importaciones energéticas este año, lo que pone en riesgo los superávits de cuenta corriente y balanza comercial con los que financia a su economía.
Recientemente, De Vido exigió a YPF "una rápida puesta en valor" de sus yacimientos, y que no sólo sirvan "para hacer crecer el balance de las empresas". En otras palabras, que extraigan y comercialicen más hidrocarburos.
YPF distribuye entre US$1.200 millones y US$1.400 millones anuales a sus accionistas, un monto similar a los US$1.480 millones que invirtió en exploración y producción entre enero y septiembre del año pasado.
El gobierno considera exiguo el monto de inversión para la empresa que debería liderar el desarrollo de los enormes recursos de gas natural no convencional del país, que según cálculos privados demandaría entre US$5.000 y US$8.000 millones anuales.
En Argentina operan en el negocio de exploración y producción petrolera la firma Total Austral, filial de la francesa Total; las estadounidenses Apache y Chevron; y la argentina Pan American Energy, entre otras.
Precio regulado. Argentina regula el precio del gas en boca de pozo para beneficiar a la actividad industrial.
Según analistas y empresarios del sector, este sistema ha desincentivado la inversión en exploración porque las petroleras no están dispuestas a destinar miles de millones de dólares a un negocio donde los precios no son fijados por la oferta y la demanda.
"Los criterios de fijación de precios que maneja el gobierno (...) no responden a criterios técnicos y son arbitrarios y variables. Esto genera una incertidumbre extraordinaria que llevan a una actitud sumamente cautelosa de los inversores", dijo el ex secretario de Energía Jorge Lapeña.
Desde YPF y el gobierno se abstuvieron de hacer comentarios.
El clima de negocios en el país tampoco ayuda. Fernández, muy popular entre los argentinos por sus programas sociales, mantiene un estilo combativo que irrita a los inversores.
Su gobierno interviene en amplios sectores de la economía y ha mantenido pujas con empresarios cada vez que se han resistido a aplicar medidas de control de precios.
Días atrás acusó a YPF, a la anglo-holandesa Dutch Shell, Esso -comprada el año pasado por Pan American Energy a la estadounidense Exxon Mobil-, la brasileña Petrobras y a la local Oil de abuso de posición dominante y aplicar sobreprecios al diesel mayorista.
Las reservas probadas de crudo y gas natural de YPF, que domina el mercado de producción de hidrocarburos con una participación del 40%, cayeron 15% y 31% entre 2007 y 2010, respectivamente. Su producción retrocedió 9,5% interanual en el tercer trimestre del año pasado.
Las acciones de la petrolera se derrumbaron 17,2% en la última semana en la bolsa de Buenos Aires por temor a una reestatización.
El gobierno de Fernández reestatizó los fondos de pensión y la aerolínea de bandera argentina en el 2008. Su marido y antecesor, el fallecido Néstor Kirchner, revirtió al Estado la propiedad de la mayor operadora de correos y de la empresa de agua potable que abastece a Buenos Aires.
Dividendos en riesgo. Los dividendos de YPF se reparten mayormente entre Repsol, con 57,43% de la compañía, y el argentino Grupo Petersen, de la familia Eskenazi, que controla 25,46%. El Estado mantiene una acción de oro.
El Grupo Petersen entró en el capital de YPF en el 2008 con la venia del gobierno, que quería un inversor local para "argentinizar" la empresa. El plan de Repsol es reducir su participación en YPF al 51 por ciento.
Según analistas, el recorte del programa de dividendos perjudicaría especialmente al Grupo Petersen, que debió endeudarse para adquirir la participación en la compañía.
"Quizás el más afectado es Eskenazi que tiene calzado ese préstamo con los dividendos que iba a cobrar", dijo Guido Bizzozero, analista de la sociedad de Bolsa Allaria Ledesma.
Para Repsol implicaría menos fondos para su plan global de inversiones 2010-2014 de US$28.000 millones, focalizado mayormente fuera de las fronteras argentinas.
Con un bajo nivel de apalancamiento, YPF también podría endeudarse para acelerar el ritmo de sus inversiones.
"YPF tiene un nivel de deuda muy bajo con lo cual tiene flexibilidad para seguir pagando los dividendos y tomar deuda para desarrollar inversiones", dijo Daniela Cuan, analista en la agencia calificadora Moody´s.