La calificadora Standard & Poor’s le hizo una dura advertencia al principal grupo industrial italiano.
Un comunicado de prensa bastó para poner a tambalear a uno de los principales grupos industriales de Europa, y por ende, de Italia.
La autora fue la agencia calificadora Standard & Poor's (S&P), que tras comprobar el débil estado del mercado automotriz, anunció que podría rebajar la deuda del Grupo Fiat, la joya de la industria italiana.
"Observamos que la frágil demanda europea por la sobreoferta del mercado automotor, especialmente en Italia, le añade presión a las ganancias y al flujo de caja de la compañía. Asimismo, Brasil, su principal mercado, experimenta un aumento de la competencia en el sector que ha erosionado su liderazgo", explicó S&P en su nota, y confirmó que puso en observación su calificación crediticia (BB tanto para endeudamiento como para emisión de bonos) "con implicaciones negativas".
De darse este escenario, las consecuencias serían negativas. Desde 1910, cuando pasó a ser el primer grupo industrial del país, Fiat se convirtió en una marca de prestigio tanto para Italia como para el mundo.
Fue un soldado vital para las fuerzas aliadas de la Primera y Segunda Guerras Mundiales, pues en sus fábricas se construyeron aviones, municiones y carros de guerra; más tarde lideró el crecimiento de la industria europea y sus propietarios, la familia Agnielli, financiaron entre los años '80 y '90 al Juventus, que se convirtió en uno de los principales equipos de fútbol del mundo.
Su prestigio y liderazgo en el mercado mundial le ayudaron a cosechar un triunfo valioso en 2009: en pleno estallido de la crisis financiera mundial, el grupo se hizo con la automotora estadounidense Chrysler, una compra que no sólo le permitió hacerse con un mercado estratégico sino refinar su tecnología para producir autos verdes y con un menor gasto de combustible.
Lamentablemente, esa gran oportunidad es la que tiene en vilo su futuro crediticio. Las profundas consecuencias de la crisis en las economías desarrolladas y el interés de las compañías por salvar sus finanzas en los mercados emergentes, han deteriorado su negocio.
Sin duda una mala noticia para sus 200.000 trabajadores en todo el mundo y una pena para sus accionistas, que también son dueños de las marcas de lujo Maserati y Ferrari.
Como consecuencia del anuncio, sus acciones bajaron un 4% y pasaron a cotizarse a 4,48 euros.
De nada sirvió el anuncio de la semana pasada, según el cual el grupo proyecta unas ganancias de 4.500 millones de euros para 2012.
Pero no fue un mal día sólo para la industria lombarda, pues el sector financiero se sumió en la depresión después que la agencia Fitch le rebajara la calificación crediticia a un puñado de bancos italianos.
Entre las víctimas se encuentran el Sanpaolo (que de A pasó a A-), el UBI Banca (de A- a BBB+) y el Banco Popolare (de BBB+ a BBB).
El origen de esta senda de malas calificaciones se remonta al pasado 27 de enero, cuando la misma agencia rebajó su perspectiva para la deuda soberana del país de A+ a A-.
Según aclaró Fitch, los "factores clave que llevaron a la rebaja de la deuda soberana han contribuido también a las rebajas y a la colocación en perspectiva negativa de los bancos italianos".
Ambos anuncias son una muestra de la precaria situación económica y financiera por la que atraviesa Italia, el país que de los escándalos sexuales del ex primer ministro Silvio Berlusconi ha pasado a la tensa realidad de los planes de austeridad y recortes sociales liderados por el nuevo gobierno de Mario Monti.
El desempleo, que afecta a 2,2 millones de personas, ha llegado a su punto más alto desde enero de 2004, y la tasa de desocupación juvenil se ubicó en 31% en diciembre pasado.
No es de extrañar que los jóvenes italianos estén buscando nuevos horizontes en América Latina, en Oriente Medio o en Alemania, la economía más fuerte de la Unión Europea.
Una verdad que ni el mismo Monti puede ocultar. Así lo confirmó el pasado primero de febrero, cuando en una entrevista televisada dio una dura recomendación al decir que "los jóvenes se tienen que acostumbrar a la idea de no tener un puesto de trabajo fijo para toda la vida".