Con tarifas caras de hasta un dólar por minuto, existe un negocio de US$40 millones a US$50 millones al mes en telefonía en Cuba. El potencial de la oportunidad para las telecomunicaciones en Cuba es alto en vista de la pequeña base existente.
Universia Knowledge Wharton. La decisión del presidente Barack Obama de restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba y suspender el embargo comercial establecido hace 54 años suscitó esperanzas entre las empresas americanas que ven grandes oportunidades en la isla. Luis G. Coello, consejero delegado y fundador de CubaMobile en Miami, Florida, es uno de esos emprendedores que sueña nuevamente con invertir en la infraestructura de telecomunicaciones cubana.
Coello no perdió tiempo después de que Obama, en diciembre, anunciara sus planes de normalizar las relaciones de EE.UU. con Cuba. Coello montó CubaMobile en un mes, siendo esa su tercera apuesta en 25 años por un pedazo del negocio de las telecomunicaciones del país. “La industria de telecomunicaciones es muy lucrativa”, dijo. “Empresas de pequeño tamaño entienden que tendrán una participación minoritaria porque saben que las grandes vendrán y se quedarán con todo. Sin embargo, se trata de un gran negocio, y hay espacio para todos”.
La semana pasada, Etecsa, empresa estatal cubana de telecomunicaciones, y la americana IDT Corp divulgaron un acuerdo en que establecen el servicio de llamadas telefónicas directas de larga distancia entre Estados Unidos y Cuba.
Coello fue osado, pero también cauteloso, respecto a las oportunidades para las empresas americanas de telecomunicaciones en Cuba. Él comentó acerca de qué le espera al sector durante el programa de Knowledge@Wharton en Wharton Business Radio, canal 111, de SiriusXM. Coello hablará también, el día 1 de abril, en Cuba Opportunity Summit, en Nasdaq MarketSite, en Nueva York. El evento está organizado por Knowledge@Wharton, Lauder Institute de Wharton y Momentum Event Group.
Coello, que se fue de Cuba a EE.UU. a mediados de los años 60, cuando tenía nueve años, tiene buenas razones para ser prudente. Él entró en la industria de las telecomunicaciones en 1990 con una empresa que vendía tarjetas telefónicas para llamar de EE.UU. a Cuba. En 1994, cuando el gobierno Clinton dio muestras de que flexibilizaría las relaciones con Cuba, él consiguió una licencia del gobierno americano para hacer negocios con Etecsa. Aunque eso facilitaba las llamadas de EE.UU. a Cuba vía satélite, Coello vio cómo se “cerraba nuevamente” la posibilidad de nuevas oportunidades alrededor del año 2000.
Coello volvió a tener esperanzas en 2009, cuando Obama puso fin a algunas restricciones de negocios con la isla, lo que le permitió obtener la licencia que necesitaba para la instalación de un cable de fibra óptica submarino de Key West, en Florida, hasta la Habana. AT&T y Verizon apoyaron el plan de Coello, pero Cuba optó por la conexión submarina con Venezuela.
Esta vez, Coello espera que el anuncio de Obama tenga como resultado la suspensión del embargo comercial con Cuba y que la decisión esté acompañada de cambios en la legislación y en las normas de ambos países. “Ya pasamos por momentos así antes (…) Sabemos cómo es”, dijo. “Espero que ahora sea de verdad; ésta vez va a salir bien y tendremos los cambios que necesitamos”.
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A la espera de claridad jurídica. Coello dijo que hay necesidad de inversiones en la infraestructura de telecomunicaciones en Cuba para proporcionar el acceso a Internet, la transmisión de voz y datos, los servicios bancarios, las transacciones con tarjetas de crédito y mucho más. Pero, añadió, para que esas inversiones sean posibles, las leyes tienen que cambiar para proteger a los inversores. En el momento en que el terreno jurídico esté definido, él planea hacer un estudio para determinar la naturaleza y el alcance de las inversiones necesarias para la infraestructura de telecomunicaciones en Cuba.
“Nuestra expectativa es que las empresas americanas puedan ir a Cuba e invertir en la infraestructura de telecomunicaciones”, dijo Coello. Eso exige “no sólo el cambio en las leyes (en EEUU), sino también (en Cuba), donde la inversión tendrá que estar protegida”.
Según Coello, el tráfico telefónico actual de EE.UU. a Cuba es de 40 millones a 50 millones de minutos al mes. Con tarifas caras de hasta un dólar por minuto, existe un negocio de US$40 millones a US$50 millones al mes, dice. El potencial de la oportunidad para las telecomunicaciones en Cuba es alto en vista de la pequeña base existente. El país, de 11 millones de habitantes, tiene acceso a sólo una conexión fija moderna de internet con el mundo externo, según un reportaje del Wall Street Journal. Eso corresponde a 1% de la banda ancha de internet disponible en la vecina República Dominicana, cuya población es de cerca de diez millones de habitantes, decía el reportaje.
“Eso abre las puertas para AT&T y otras (que quieran invertir en Cuba)”, dijo Coello acerca del deshielo en las relaciones entre EE.UU. y Cuba. Él destacó que, en 1994, AT&T, Sprint y la ex-MCI y WorldCom (hoy parte de Verizon) fueron a Cuba y suscribieron contratos. “Ellas se sienten más confiadas porque es posible ir a Cuba y conversar seriamente, además de ayudar en la reconstrucción de la infraestructura local”.
La perspectiva del nivel de competencia no preocupa a Coello. “Sabemos que van a intentar deshacerse de nosotros”, dijo. “Los grandes jugadores van a ir allí, y tienen dinero. De cierta forma, sin embargo, a ellos les falta experiencia […] para navegar en esas aguas. Esa es la pequeña ventaja que tenemos respecto a las grandes compañías […] Tenemos algunos contactos en el gobierno y en la compañía telefónica”, dijo. “Es necesario mucho tiempo y trabajo para construir esas relaciones”.