Los científicos dicen que el sistema puede llegar a una eficiencia del 70% y hasta del 80% del panel fotovoltaico que se esté utilizando.
Encontrar nuevas fuentes de energía se está convirtiendo un reto recurrente en laboratorios de todo el mundo. Abundan las investigaciones relacionadas con la mejora de las renovables y poco a poco se está ganando en eficiencia y otros aspectos de importancia. El caso de la ‘hoja biónica’ que han desarrollado en la Unviersidad de Harvard ilustra este progreso. Hace años el profesor Daniel Nocera, especialista en energía, colaboró con la bióloga Pamela Silver para crear un sistema que convirtiera la luz del sol directamente en combustible de hidrógeno.
Se trataba de un conjunto biológico asociado a un sistema de química inorgánica, que trabajaba de forma similar a como lo podía hacer la fotosíntesis. De ahí que en su momento los científicos de Harvard pusieran a su desarrollo el nombre de ‘hoja artificial’.
El sistema se componía de un módulo fotovoltaico comprendido entre dos catalizadores de delgado óxido metálico. Cuando este conjunto se sumerge en un vaso de agua a temperatura y presión ambiente la corriente fluye desde el silicio del módulo fotovoltaico hacia los catalizadores. Estos son capaces de separar las moléculas del agua, de tal manera a un lado del catalizador surgen burbujas de oxígeno y en el otro queda hidrógeno.
La base sigue siendo la misma que cuando se enseñó el sistema por primera vez en 2011, pero ha habido mejoras desde entonces. Los científicos dicen que el sistema puede llegar a una eficiencia del 70% y hasta del 80% del panel fotovoltaico que se esté utilizando. Teniendo en cuenta que la eficiencia de la tecnología fotovoltaica no deja de incrementarse, la ‘hoja biónica’ ofrece grandes posibilidades.
Aún se trata de un sistema que está en experimentación. Por no hablar de que el hidrógeno no es en estos momentos un combustible muy extendido. No hay apenas vehículos comerciales que lo usen y cuando se utiliza siempre tiene que ser en forma gaseosa, pues mantenerlo líquido resulta demasiado caro.
Sin embargo, el hidrógeno resultante de la hoja biónica se sirve a una bacteria llamada Ralstonia eutropha, que combina hidrógeno y dióxido de carbono para producir isopropanol. Este tipo de combustible sí que sirve para propulsar ciertos motores, de forma similar a como puede hacer la gasolina con etanol.