Clientes clave en América Latina, a donde va casi la mitad de las exportaciones de combustibles de Estados Unidos, se aprestan a importar menos debido a que están concluyendo proyectos de refinería.
Nueva York. Las refinerías estadounidenses del Golfo de México, que han disfrutado de un buen momento en los últimos cinco años, tendrían que prepararse para tiempos difíciles en los próximos meses.
Un auge en la producción de esquisto hizo que el mercado interno de Estados Unidos contara con petróleo de alta calidad a precios reducidos gracias a una prohibición de larga data sobre las exportaciones de crudo de Estados Unidos.
Las refinerías hicieron miles de millones convirtiendo la mitad de ese suministro en productos refinados como gasolina y diésel, que sí pudieron ser exportados libremente a países como Brasil y Colombia.
Más recientemente, mientras las perforadoras sufrían por la caída en los precios del crudo, refinerías como Valero Energy Corp y Phillips 66 estaban aún disfrutando de márgenes saludables, saboreando del excedente de crudo inducido por la OPEP y de una reactivación de la demanda interna.
Pero ese negocio podría empezar a perder algo de su brillo en los próximos meses, según un análisis de Reuters sobre datos de capacidad de refinación y de exportación.
Clientes clave en América Latina, a donde va casi la mitad de las exportaciones de combustibles de Estados Unidos, se aprestan a importar menos debido a que están concluyendo proyectos de refinería, mientras que una contracción esperada en la actividad económica regional está socavando la demanda.
Unos 300.000 barriles por día de nueva capacidad estarán disponibles en América Latina a fines de este año, según cálculos de Reuters. Eso equivale a las importaciones combinadas de Brasil y Ecuador, dos de los mayores compradores de combustible de Estados Unidos, en los primeros cuatro meses del año.
Sin lugar a dudas, economías complicadas como Venezuela y Brasil, tendrán dificultades para ampliar o modernizar refinerías y tendrán que seguir confiando en las importaciones.
Algunos analistas también dicen que proyectos retrasados podrían extender el auge de las exportaciones de Estados Unidos.
Sin embargo, la desaceleración que se avecina probablemente ocurra en la mente de los accionistas cuando las refinerías reporten sus resultados del segundo trimestre el próximo mes.
Algunas refinerías de la costa estadounidense del Golfo, como PBF Energy Inc que recientemente levantó una gran refinería en Luisiana, han basado sus estrategias en torno al alto margen del negocio en Latinoamérica.
Reparaciones y modernizaciones. Durante la última década, la región se ha convertido en un gran importador de combustible hecho en Estados Unidos. El año pasado consumió cerca de 2 millones de barriles por día de gasolina, diésel y otros productos estadounidenses, alrededor de una octava parte de la producción total del país norteamericano.
El fuerte crecimiento económico, la insuficiente inversión en refinerías y en algunos casos precios subsidiados en la producción han apuntalado la demanda por las exportaciones de Estados Unidos.
Una seguidilla de reparaciones de larga duración ha contribuido también a esto, aun cuando las economías de la región comenzaron a enfriarse. Estados Unidos exportó un 17,5 por ciento en los primeros cuatro meses del año con respecto al año previo, según cálculos de Reuters basados en datos de la gubernamental Administración de Información de Energía.
El crecimiento puede continuar durante unos meses más, debido a que unos 440.000 bpd de capacidad de refinación de la región deba cerrar por mantenimiento este trimestre, el doble del promedio de los últimos cinco años, según datos de IIR Energy entregados a Reuters.
Sin embargo, tres refinerías se preparan para entregar unos 300.000 bpd de nueva capacidad en el cuarto trimestre, lo que podría mellar la demanda por los productos de Estados Unidos.
Ecuador concluirá con la modernización de su refinería Esmeraldas, de 110.000 bpd, en dos meses; la estatal colombiana Ecopetrol reiniciará su planta Reficar en Cartagena en octubre o noviembre; mientras que la brasileña Petrobras espera completar en la segunda mitad del año la primera fase para potenciar su instalación RNEST.
"La situación cambiará con el reinicio de Reficar", dijo Diego Usme, de Ultralat Capital Markets Inc. en Bogota. "Van a disminuir las importaciones de diluyentes y productos refinados de Estados Unidos", agregó.
La EIA espera que la demanda de combustible en la región crezca menos de un 1 por ciento este año, a la baja con respecto al promedio anual de un 3 por ciento de la última década.
No está claro si esto marca el final del auge de las exportaciones de norte a sur o si sólo se trata de un revés temporal. Si el crecimiento en la región se recupera, algunos grandes consumidores podrían recurrir a la importación de nuevo.