La operación Pemex-Sacyr, tras el control de Repsol, despierta suspicacias a ambos lados del Atlántico. Las implicancias son mayores de lo pensado.
En tiempos de crisis, como los que azotan a la Eurozona, y en particular a España, el mercado latinoamericano se ha transformado en un oasis para muchas de las compañías que cotizan en el Ibex 35. Latinoamérica no sólo les ha permitido obtener buena parte de sus beneficios allí, sino también sobrellevar con cierta holgura la debacle del mercado ibérico. Gas Natural, Arcelor, Prisa, Iberia, Mapfre, Sacyr Vallehermoso, Inditex, Telefónica, BBVA o Santander, entre otras, son ejemplos de ello. Por contraste, las implicancias del reciente incremento de la participación accionaria hasta el 9,5% de la mexicana Pemex en Repsol parecen mostrar que, cuando se trata de grandes activos, la carretera de las inversiones es asfaltada hacia Latinoamérica y de tierra hacia la Península. No obstante, bajo la disputa aparentemente nacionalista en torno al control de Repsol podría ocultarse algo mucho más sustancial: los beneficios del manejo del plan de inversiones de la petrolera española.
Sobre el primer punto, en cuanto se conocieron las intenciones de la petrolera estatal mexicana y el gigante de la construcción hispano, Sacyr, de asociarse para intentar el control operativo de Repsol, se levantó una ola de críticas por parte de sindicatos españoles y comentarios aprensivos de políticos de todo cuño. El diario El País, por ejemplo, editorializó la operación bajo el titular “Responsabilidades: el Gobierno español debe evitar que el pacto Sacyr-Pemex acabe en el desguace de Repsol”. El ex mandatario socialista Felipe González dijo categóricamente que de concretarse el cambio “Pemex tendrá como prioridad defender los intereses mexicanos y no la españolidad de Repsol”. El jefe de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y su ministro de Industria, Miguel Sebastián, también remarcaron en sus declaraciones su intención de garantizar la “españolidad” de Repsol.
No se trata solamente de quejas y declaraciones. Según la Asociación Española de Accionistas y Empresas Cotizadas (AEMEC), Pemex sería responsable de faltas a la regulación bursátil, por lo que presentó un recurso ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores de España. En paralelo, la misma Repsol pidió a la Comisión Nacional de Energía (CNE) que evalúe la operación ya realizada. Eso sin contar el cierre de filas entre la Caixa (que tiene el 13% de la empresa) y los accionistas independientes para bloquear la operación en la junta de accionistas o incluso expulsar del directorio a los representantes de Pemex. El alboroto muestra que la memoria de los españoles es bastante frágil. Pues si a alguien debe la vida Repsol es a… Pemex.
Mi mamá mexicana. En 1978 España volvía a la democracia y restablecía relaciones diplomáticas con México, rotas durante el franquismo. En este contexto, el flamante rey Juan Carlos de Borbón intercedió ante el gobierno del presidente José López Portillo para que una pequeña parte de las ganancias abultadas provenientes de las reservas petroleras de México se invirtiera en el sector español de los hidrocarburos. Entre 1978 y 1979, el jefe de gobierno español, Adolfo Suárez, convenció a López Portillo (quien presumía su origen vasco) de invertir en la Refinería de Petróleos del Norte (Petronor) en Muskiz, Bilbao, luego que la norteamericana Gulf abandonara el proyecto. Así, para 1981 Pemex ya era dueña de 34,29% de las acciones de la refinería. Coincidencia o no, López Portillo fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias ese mismo año.
Poco después nació Repsol, con Felipe González como padre y Pemex como invitada de honor. Con el paso de los años la buena estrella de la petrolera hispana brilló más y la de la mexicana decayó. Por eso ahora los españoles pueden solazarse con versiones prejuiciosas de “los malos manejos” de Pemex. Ahora bien, ¿qué tan buen accionista-controlador podría ser Pemex para Repsol? “Si tú ves en la actualidad el desempeño financiero de Pemex antes de impuestos, es razonable. No es una empresa con un alto grado de apalancamiento y sus razones financieras son razonables”, dice José Coballasi, analista de Standard & Poor’s. “Sin embargo, los números después de impuestos son muy débiles. También tienen una carga pesada por pensiones que no están fondeadas”.
Para el ingeniero Felipe Ocampo, ex asesor del Congreso y autor del libro Pemex: Mitos, realidades, testimonios y propuestas, en realidad el problema no es de la empresa, sino que radica en algo muy simple: México se ha convertido en un exportador de crudo eficiente, pero un alto importador de gas y productos refinados.
Su actual gerencia quiere cambiar esta circunstancia. Es así como Carlos Morales Gil, director general de Pemex Exploración y Producción (PEP), dice que la compañía tiene ahora como metas concentrarse en incrementar el ritmo de reposición de las reservas, aumentar el porcentaje de éxito exploratorio, lo cual implicaba acelerar el desarrollo de nueva producción. Ello sumado a la reducción de costos y elevar el factor de recuperación de hidrocarburos. Para ello fue que se aprobó la reorganización completa de esa unidad en septiembre mismo.
Apenas un mes antes, en agosto, Pemex otorgó por primera vez en su historia contratos de exploración a empresas privadas, efecto de la reforma energética de 2008. Los llamados contratos integrales buscan expandir y fortalecer las operaciones de PEP mediante un modelo competitivo.
En este punto hay buenas noticias: tan sólo en este trimestre se realizaron hallazgos de gas natural y aceite ligero. “Hay que recalcar que el descubrimiento en el activo Kolokctemoa logró confirmar un potencial importante de hidrocarburos en aguas profundas del Golfo de México”, reseña Morales Gil, director general de Pemex Exploración y Producción. La producción acumulada de dichos descubrimientos alcanzó 4.000 barriles diarios de crudo y 33,4 millones de pies cúbicos diarios de gas.
Y es ahí donde la unión con Sacyr para aumentar la participación en Repsol cobra un sentido distinto. Con Pemex en el control o, al menos, copiloteando Repsol, parte de los recursos de la española podrían reorientarse a proyectos como sus bloques en aguas del Golfo de México. Recursos con que hoy no cuenta en la cantidad adecuada.
Dinosaurio astuto. Y en Sacyr la mexicana encontró un socio perfecto. Juan Carlos Martínez, experto en multilatinas del IE Business School dice: “Se trata de la lucha empresarial por el poder: Sacyr está enfrentada con la dirección de la empresa porque no consigue aumentar el dividendo para hacer frente a la deuda que contrajo al comprar el 20% de Repsol, y Pemex está molesta porque Repsol no participó en las explotaciones del Golfo de México”.
Lo que le juega en contra a la mexicana, en España al menos, es que “hay una idea de que no se puede privatizar una empresa estatal (Repsol) para que luego sea operada por otra estatal (Pemex) y, además, extranjera. Más si se tiene en cuenta que Pemex no es una compañía innovadora y líder como muestra su imagen, sino más bien un `dinosaurio´, sentencia el experto.
La operación de Pemex genera mucha turbulencia porque, en el fondo, el cambio generaría mutaciones de implicancias nada menores. “Este pacto (Sacyr-Pemex) añade incertidumbre sobre Repsol ante la posibilidad de cambios en la estrategia actual”, dice Álvaro Navarro, analista que sigue a Repsol en Equity Analyst Intermoney Valores. “Ambas compañías pretenden aumentar su influencia en la gestión de Repsol: Sacyr pretenderá obtener un dividendo, pero una política de dividendos muy agresiva no sería favorable para Repsol”, agrega. Pemex, mientras tanto, “tratará de aprovechar su mayor influencia en Repsol para desarrollar su negocio de explotación de reservas y de refino. También podría plantearse el acceso a proyectos internacionales”. Para Pemex, meter a Repsol de lleno en el Golfo podría ser una manera de esquivar sus dificultades crónicas de fondeo, usando recursos que la española ya tiene para poner a producir bloques hasta ahora inexplorados.
Según González, de Banco Sabadell, “Repsol ha optimizado notablemente su posición financiera en los últimos dos años con la venta parcial de Repsol Brasil, principalmente de campos de aguas profundas en la Cuenca Santos y la reducción de su participación en YPF”. Parece un buen negocio para ambas partes, pero podría serlo menos debido al socio español de Pemex.
La clave, para el analista pareciera asentarse en “el incremento del costo de la deuda en Sacyr por renegociación de préstamos”, dado que Sacyr ha pedido en el pasado a Repsol un esfuerzo mayor en la retribución al accionista que efectivamente permitiera afrontar de una manera más holgada el pago de su deuda.
Y de aquí se desglosan varias preguntas: ¿Con qué nivel de dividendo se darían por satisfechos? ¿Haría falta vender activos a muy corto plazo? ¿Qué pasará, por ejemplo, con la argentina YPF, de la cual Repsol ya se venía desprendiendo? No lo sabremos si la movida de Pemex-Sacyr es bloqueada. Volviendo al comienzo, su eventual derrota ¿podría afectar la manera como España es vista por las multilatinas?
La participación de la inversión latinoamericana en España y en Europa aún es baja, dice Julimar Da Silva, profesor del Departamento de Estructura Económica y Economía del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Madrid y director del Centro de Estudios Brasileños de la Fundación Ortega y Gasset. La explicación es muy simple: el mercado europeo “es mucho más proteccionista, y la inversión latina no llega al 10%, mientras que en Estados Unidos alcanza el 30%”, Por eso la inversión de Pemex en Repsol “representa sin duda un punto de inflexión para que las multilatinas se expandan y consoliden su internacionalización en la Eurozona”, agrega.
Para otros un chubasco no hace invierno: las multilatinas seguirán buscando donde asentarse en la Península. Xavier Mendoza, profesor del Departamento de Política de Empresa de ESADE, cree que “lo que sí es probable es que se acelere la tendencia y en especial por parte de las multinacionales brasileñas”. Martínez, del IE, ve lógico que por “cercanía cultural, España se transforme en la puerta de entrada a Europa y que, además, las multilatinas operen desde España, dado que es un muy buen escaparate (vidriera) para probar e iniciar la fase expansiva al resto del continente”. Pero recuerden, hay que llevar ruedas antipinchazos muy poderosas, la carretera sigue a medio asfaltar.
* Con Rodrigo Lara Serrano desde Buenos Aires.