Ciudades como Boston están utilizando el análisis de datos para visualizar todos los puntos del alumbrado público que necesitan arreglos y tomar decisiones sobre reparaciones futuras.
Washington. Las ciudades se han puesto de moda y se preparan para una nueva revolución acuñada ya como la "segunda electrificación" de las metrópolis globales, alentada por la creciente conexión de los ambientes urbanos a la Red.
"Esto no ha hecho más que empezar", explicó a Efe Michael Dixon, director general del programa de ciudades inteligentes de IBM, en referencia a la avalancha de datos generada por los artefactos conectados a internet, que se espera pasen de los alrededor de 10.000 millones actuales a 50.000 millones en los próximos años.
Dixon cree que los métodos innovadores de usar esos datos e involucrar a los ciudadanos están redefiniendo la forma en la que operan las ciudades.
El futuro de las metrópolis, aventura, radicará en su capacidad para rescatar, almacenar y analizar esos datos, un negocio que prevé alcance los US$20.000 millones anuales en 2020.
"Creo que algún día echaremos la vista atrás y nos daremos cuenta de que esto solo era el principio de nuestro esfuerzo por entender qué datos estaban disponibles y los sistemas para obtener información valiosa de ellos", afirmó.
Ciudades como Boston están utilizando el análisis de datos para visualizar todos los puntos del alumbrado público que necesitan arreglos y tomar decisiones sobre reparaciones futuras.
Miami ha recurrido al creciente poder computacional para mejorar la eficiencia de sus parques públicos, con ahorros de un millón de dólares anuales en agua. La ciudad también ha utilizado los datos a su alcance para desarrollar modelos predictivos para la reducción del crimen.
En Nueva York, mientras tanto, el equipo de análisis de datos del exalcalde Michael Bloomberg, logró detectar en 2012, sin despegarse del ordenador, qué restaurantes arrojaban aceite de cocinar al alcantarillado público.
El método tradicional habría sido enviar a unos cuantos inspectores a restaurantes en barrios con desagües atascados con la esperanza de encontrar a empleados "in fraganti".
El equipo de Bloomberg optó por otra vía: analizar los datos de una poco conocida agencia estatal sobre qué restaurantes tenían contratados servicios para la recogida de grasas de cocina.
Al combinar esa información con datos geoestadísticos, fueron capaces de elaborar una lista de potenciales sospechosos con un índice de acierto del 95%.
Bloomberg es precisamente el rostro más visible de este movimiento global en pro de las ciudades inteligentes. El objetivo es ayudar a los centros urbanos a afrontar desafíos como la explosión demográfica, que se cifra en 10.000 personas por hora.
El magnate y filántropo, nombrado recientemente enviado especial de la ONU para las Ciudades y el Cambio Climático, dice que la mejora de las condiciones en las grandes metrópolis es la forma más efectiva de tener un impacto a gran escala en la vida de la gente y está dispuesto a destinar a ello parte de su fortuna.
Con ese fin ha lanzado la consultora Bloomberg Associates, que ofrecerá asesoramiento gratuito a las ciudades sobre cómo poner en marcha procesos de toma de decisiones basado en el análisis de datos similares a los de Nueva York.
El periódico británico The Guardian también se ha hecho eco del creciente interés en las ciudades, con el lanzamiento, a finales de enero, de la plataforma digital "Guardian Cities", que busca alentar el debate sobre asuntos decisivos para las metrópolis.
"Los sensores pueden detectar las rutinas de los ciudadanos, realizar un seguimiento de las filas en los museos, monitorear alcantarillas desbordadas y alertar de espacios libres en los aparcamientos", señalaba The Guardian con motivo del lanzamiento de la plataforma.
Para el rotativo la ciudad inteligente puede llevar orden al caos urbano, aunque queda por definir "quién estará al frente en la sala de control".