El partido nacionalizó el crudo mexicano en la década de 1930, excluyó a las compañías extranjeras del sector, y abdicó gran parte del control de facto de Pemex a su sindicato, que sigue siendo poderoso con unos 175.000 miembros y defiende con fiereza sus privilegios.
Nueva York. La oportunidad está al alcance de la mano para el partido que gobernó México durante 71 años. Está listo para recuperar la presidencia tras una pausa de 12 años. Enrique Peña Nieto, el favorito para las elecciones de este domingo, tiene una posibilidad histórica de dirigir la máquina de poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hacia reformas largamente resistidas. Si no lo hace, el estancamiento -o algo peor- podría avecinarse.
La situación se ha deteriorado desde que el PRI estuvo por última vez en el poder. La compañía estatal de petróleo Pemex , que proporciona casi 40% del presupuesto mexicano, perdió un cuarto de su producción en los últimos ocho años y no está preparada para recuperarse sin ayuda.
El PRI nacionalizó el crudo mexicano en la década de 1930, excluyó a las compañías extranjeras del sector, y abdicó gran parte del control de facto de Pemex a su sindicato, que sigue siendo poderoso con unos 175.000 miembros y defiende con fiereza sus privilegios.
Si bien México ha ofrecido algo de acceso a compañías extranjeras bajo el gobierno del saliente Partido de Acción Nacional (PAN), el nacionalismo petrolero ha impedido que el país abra más sus puertas a la experiencia de las grandes compañías petroleras.
Es más, durante sus años lejos del poder, el PRI con frecuencia bloqueó las mismas reformas que Peña Nieto ahora impulsa.
El PRI lo rompió, y luego hizo que para otros fuera imposible arreglarlo, por lo que ahora los modernizadores de sus propias filas tienen la responsabilidad de ayudar a Peña Nieto a repararlo.
El candidato del PRI impulsa darle a compañías extranjeras concesiones en el sector petrolero, otrora un tema tabú que requeriría un cambio constitucional y negociaciones intrapartidarias. Los dinosaurios del PRI siempre han tenido el juego del poder en su ADN. El partido debería apelar a esas habilidades nuevamente.
Peña Nieto tendrá un menú que no se limita a Pemex. Estimular la competencia en el sector de las telecomunicaciones dominado por Carlos Slim, enfrentar la violencia del narcotráfico, la corrupción y embarcarse en una reforma fiscal son temas a los que también deberá avocarse.
El candidato del PRI podría hacer historia, si está dispuesto. Para ello tendrá que enfrentar a poderosos grupos dentro de su propio partido, y al mismo tiempo hacer equilibrio con las demandas desde afuera.
Pero la alternativa a aprovechar la situación de Pemex, en particular, es arriesgarse a que México se convierta en un importador de crudo dentro de una década. Peña Nieto ha prometido "audaces medidas", y en el momento adecuado.