Los residentes de Aguas Calientes recibieron con música y globos a los primeros turistas que arribaron al pueblo, entre ellos, la actriz Susan Sarandon.
Machu Picchu. Tras dos meses de intensas labores para despejar la vía férrea que lleva a Machu Picchu, la ciudadela inca reabrió sus puertas el jueves luego de un cierre que generó pérdidas millonarias en la región andina que alberga al ícono del turismo peruano.
La ciudadela inca -una de las siete maravillas del mundo ubicada en la región de Cusco a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar- fue cerrada a fines de enero por derrumbes en la zona, que dejaron varados a miles de turistas en Aguas Calientes, el pueblo bajo la montaña donde se erige el complejo.
Unos entusiastas residentes de Aguas Calientes recibieron con música, globos y pancartas a los primeros grupos de turistas, entre ellos la actriz estadounidense Susan Sarandon, que arribaron al pueblo que quedó prácticamente paralizado durante el cierre de Machu Picchu.
"Pese a todos los peligros de llegar aquí por los derrumbes y todo, es impresionante, todo lo que hemos hecho para llegar vale la pena, una vez que llegas a aquí", dijo el turista español Antonio Gabarre mientras se fotografiaba junto a sus amigos frente a la imponente ciudadela.
Sarandon, por su parte, dijo que quedó cautivada con la diversidad natural y la gastronomía del país andino.
"Es tan diverso y hermoso, me encanta la comida. La gente también ha sido sumamente amistosa", dijo la actriz a periodistas en un breve recorrido por el complejo de viviendas y centros ceremoniales que sirve como imán para el negocio turístico peruano.
Más de un millón de personas visitan Machu Picchu anualmente. Pero el trayecto hacia la ciudadela puede resultar para algunos largo y costoso.
La mayoría de los visitantes compra un boleto de tren de unos US$100 para ir y regresar a la ciudad del Cusco, pero un asiento en el vagón de lujo puede costar más de US$500.