Luego de 43 días de paralización en Escondida, los operarios de la mina controlada por BHP Billiton optaron de manera inédita por extender su antiguo contrato y aplazar por 18 meses la discusión contractual.
La histórica huelga en la mina Escondida agitará las próximas negociaciones del sector en Chile, aunque la entrada en vigencia de una reforma laboral moderaría las agrias discusiones como las que enfrentó recientemente el mayor yacimiento mundial de cobre.
Luego de 43 días de paralización en Escondida, los operarios de la mina controlada por BHP Billiton optaron de manera inédita por extender su antiguo contrato y aplazar por 18 meses la discusión contractual. Esto fue calificado por la empresa como un "escenario complejo", más aún con el debut de una reforma laboral el 1 de abril.
"Esta (decisión) es una cuña (elemento) que se mete justo al inicio de una reforma que tiene altos grados de incertidumbre", dijo Juan Carlos Guajardo, jefe de la consultora Plusmining, para quien el ambiente laboral podría calentarse tras el inesperado desenlace.
Pese a la oposición del empresariado, el Gobierno de la presidenta socialista Michelle Bachelet impulsó el año pasado una serie de cambios en el mercado laboral, como el fortalecimiento de los sindicatos. En ese marco, se han dado problemas de interpretación de la reforma que podrían llevar las negociaciones contractuales a los tribunales.
En la minería miran con preocupación este panorama, que cruzará la discusión de la Conferencia Mundial del Cobre CRU/CESCO la próxima semana en Santiago, a la que están invitados buena parte de los altos ejecutivos de la industria incluyendo los controladores de Escondida.
Expertos coinciden en que es difícil estimar el grado de contagio del conflicto de Escondida a otras negociaciones porque la situación de cada yacimiento es particular, pero admiten que marca un precedente.
"Escondida tiene condiciones únicas que evidentemente no son traspasables a otras minas, empezando porque duplica la producción de las otras minas más grandes", dijo un operador del mercado de cobre.
Entre los aspectos que trabaron el proceso en Escondida destaca el que los trabajadores alegaban que la empresa quería diferenciar operarios nuevos de los antiguos, además de reducir beneficios y descansos.
La entrada en vigencia de la reforma resuelve esos puntos de fricción, ya que el último contrato laboral será la base para la nueva discusión. Para Escondida fue la última oportunidad de reducir los costos laborales de cara a futuras discusiones.
"Es difícil saberlo, pues esas negociaciones se harán ya bajo el marco legal de la nueva ley, por lo que el escenario normativo será distinto al de Escondida", dijo Fernando Arab, abogado laboral de la firma Morales & Besa en Santiago.
Otros expertos creen que la reforma podría, sin embargo, aumentar la judicialización por aspectos como los acuerdos sobre los servicios mínimos que se deben garantizar en caso de huelga.
Negociaciones. Las miradas se viran ahora hacia las discusiones en los próximos meses en Collahuasi, una sociedad de Anglo American y Glencore, que sufrió una huelga de más de un mes en 2010. No obstante, las relaciones entre la firma y su sindicato han mejorado en años recientes.
"Collahuasi y sus dirigentes sindicales se reúnen habitualmente para conversar sobre temas de mutuo interés, buscando las mejores opciones para la empresa y sus trabajadores", dijo a Reuters la portavoz de la compañía. El gremio no quiso hablar del asunto.
Otras discusiones para este año son las de Zaldívar de Antofagasta, que tendrá al mismo asesor jurídico que el sindicato de Escondida, y El Teniente de la estatal Codelco.
El año pasado, la producción sumada de Collahuasi, Zaldívar y El Teniente superó el millón de toneladas de cobre, aproximadamente una quinta parte del total de Chile.
Algunos subrayan que las discusiones además se darán en medio de un año electoral en el mayor productor mundial de cobre, cuando tiende a subir la temperatura política.
Carlos Allendes, portavoz del sindicato de Escondida, dijo que la experiencia de su negociación demuestra la necesidad de tener gremios fuertes y muy unidos para poder avanzar en el reclamo de beneficios.
Los 2.500 trabajadores sindicalizados de Escondida aún esperan discutir a mediados de este año sobre sus jornadas laborales, lo que alargaría la tensión actual en el yacimiento.