Durante más de un siglo se extrajo carbón en Alemania. Ahora, casi todas las minas se cerraron, pero en lo socavones todavía hay desechos tóxicos, y crece la preocupación por la posible contaminación del agua.
A mitades del siglo XIX, el carbón fue el combustible que dio impulso a la industria alemana. Más de 100.000 personas excavaban en la Cuenca del Ruhr y en la región del Sarre para extraer hulla a una profundidad de hasta 1.000 metros gracias a los avances técnicos.
Sin embargo, la minería alemana ya no es, desde los años 70, un negocio rentable y solo pudo mantenerse gracias a la subvención del Estado. La mayoría de las más de 100 minas están cerradas, y en 2018 dejarán de funcionar las que aún quedan.
Veneno en el agua. Lo que más causa preocupación en este contexto son los desechos tóxicos que han quedado depositados bajo tierra en las antiguas capas de las minas. En los años 90 se extrajeron cerca de 600.000 toneladas de desechos bombeando de las centrales de quema de residuos hacia las profundidades de la Tierra polvos aglutinados altamente venenosos que contenían plomo, cadmio, mercurio, arsénico y dioxinas. Ahora se teme que, si esos residuos entraran en contacto con el agua, podrían ser liberados y llegar a las capas de agua.
Los habitantes de esas regiones de Alemania, así como expertos y ecologistas, temen también que el PCB (bifeniles policlorados) -una sustancia cancerígena que se utilizó para proteger a las maquinarias de incendios y de la cual se habrían derramado cerca de 10.000 toneladas que permanecen en toneles bajo tierra- pueda envenenar el agua. El PCB está prohibido en todo el mundo y es una de las 12 sustancias químicas más peligrosas que existen. Al bombear el agua de las minas para extraerla es posible que el PCB se traslade a la superficie y contamine ríos y capas de agua potable.
Búsqueda de esclarecimiento. Una comisión de investigación del Parlamento del estado de Saarbrücken analizará en detalle esas polémicas extracciones de agua en las antiguas minas en el Sarre, así como los controles actuales. Para Steffen Potel, de la Asociación de Protección a la Naturaleza BUND, se trata de “una bomba de tiempo”. El jefe de la bancada del partido Los Verdes en el Parlamento de Saarbrücken, Hubert Ulrich, por su parte, ve “las reservas de agua potable en grave peligro”. “Dentro de un año sabremos más”, dijo Frank Seidlity, portavoz del Ministerio de Medio Ambiente de Renania del Norte-Westfalia, a DW.
Riesgos para el futuro. En 2018 dejarán de funcionar totalmente las últimas minas de hulla y, con ellas, finalizará la era de la industria alemana del carbón. Pero las futuras generaciones tendrán que seguir viviendo con las consecuencias de esa explotación industrial, que comenzó en 1860.
Así las cosas, los expertos están, en su mayoría, de acuerdo en que se debe seguir extrayendo permanentemente el agua de las minas para no poner en peligro la potabilidad del agua. Sin embargo, aún no hay consenso acerca de la profundidad a la que debe extraerse y si luego se la debe depurar, lo que cuesta no solo mucho dinero, sino que también tiene consecuencias negativas.
El centro de la ciudad de Essen, por ejemplo, se hundió cerca de 16 metros por debajo de su nivel normal, y la Cuenca del Ruhr hasta 40 metros, a causa de la explotación minera. El bombeo de agua hacia la superficie se realiza para que no se convierta en zona inundada. Dirk Jansen, de BUND, advierte que “ya en este momento los costos son gigantescos, y es dudoso que haya capital suficiente para siempre. Las consecuencias de la extracción de carbón se harán sentir también dentro de 500 años”.